Zidane juega en el MoMA, y nadie silba
El museo neoyorquino ha comprado el material de rodaje de la pel¨ªcula de Gordon y Pareno
Hace unos a?os, cuando el futbolista Rom¨¢rio marcaba esos goles imposibles, alg¨²n aficionado exclamaba: "?Deber¨ªan exhibirlos en el MoMA!". Como el brasile?o, otros futbolistas de ¨¦lite habr¨ªan podido aspirar al privilegio de ser exhibidos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pero f¨²tbol es f¨²tbol, y arte es arte, y nunca se dio la feliz combinaci¨®n. Hasta esta semana. La pasada semana se present¨® en el MoMA la pel¨ªcula Zidane, un retrato del siglo XXI, de los artistas Douglas Gordon y Philippe Pareno, y por una noche el f¨²tbol ocup¨® uno de los centros mundiales del arte. En una sala llena a rebosar, el p¨²blico sigui¨® en Nueva York con pasi¨®n (y alg¨²n bostezo de incomprensi¨®n -?qu¨¦ juego es ¨¦ste?-) el estreno estadounidense de Zidane y el posterior coloquio con los autores de la pel¨ªcula.
Gracias a su ¨¦xito comercial en Francia y en diversos festivales europeos, las condiciones de rodaje de Zidane son ya muy conocidas. El 23 de abril del 2005, Douglas y Pareno filmaron con 17 c¨¢maras la actuaci¨®n del futbolista franc¨¦s durante el partido de Liga Real Madrid-Villarreal, en el Santiago Bernab¨¦u. No puede decirse que filmaran el partido, sino a Zidane en el partido. Son dos cosas muy distintas. Douglas Gordon suele utilizar el sonido y las im¨¢genes de cine o televisi¨®n en sus obras. Son medios para hablar de la relaci¨®n entre realidad y apariencia, o para plantearse la potencia que los mitos del cine cl¨¢sico ejercen sobre la sociedad actual. La pasada primavera se present¨® una retrospectiva de su obra en la Fundaci¨®n Mir¨® de Barcelona. Entre muchas otras obras, pod¨ªan contemplarse 24 hours Psycho (1993), lenta proyecci¨®n, fotograma a fotograma, como un sue?o sin fin, de Psicosis, de Alfred Hitchcock.
Zidane mantiene el car¨¢cter experimental que ha convertido a Douglas Gordon en un artista de referencia. El montaje de la pel¨ªcula es clave: desde el saque inicial hasta la expulsi¨®n por agredir a un contrario, casi al final del partido, vemos a Zidane desde todos los ¨¢ngulos posibles. Los planos generales del encuentro, grabados en v¨ªdeo y con la locuci¨®n de fondo, sirven para crear contexto hasta que se difuminan los jugadores. Zidane es entonces un borr¨®n blanco sobre el campo. Poco a poco, la m¨²sica de los escoceses Mogwa? crea un ambiente propicio para acercarnos a ¨¦l.
Gordon y Pareno contaron en el coloquio que llevaban desde 1996 con la idea de filmar a Zidane, pero en su etapa en la Juventus no fue posible. Puede que el tiempo jugara a su favor: desde su madurez, Zidane representa al ¨²ltimo gran futbolista del siglo XX. La pel¨ªcula, en cambio, es "un retrato del siglo XXI". Un retrato en movimiento.
La combinaci¨®n de im¨¢genes construye un estudio del personaje, f¨ªsico y mental. Conocemos detalles de sus pies, de su gesto cuando est¨¢ parado, de su trote en los cambios de ritmo. Profundizamos en su rostro sudado, en sus pensamientos. De vez en cuando aparecen en la pantalla declaraciones suyas en entrevistas. "Me imagino que puedo escuchar el tictac de un reloj". Los dem¨¢s jugadores se diluyen en la masa y el personaje que emerge del retrato es un ser solitario. Zidane no sonr¨ªe, no celebra el primer gol de su equipo, casi no habla -s¨®lo alg¨²n "?eh, ah¨ª, ah¨ª!", pidiendo la pelota-. Cuando su equipo ya gana, se relaja un momento y sonr¨ªe a una broma de Roberto Carlos, pero pronto se tensa de nuevo. Los autores contaron las reacciones del jugador cuando vio la pel¨ªcula: "Soy yo", dijo, "un tipo duro. Cuando me veo a m¨ª mismo es como si viera a mi hermano hablando con mi madre". Lo que m¨¢s le disgust¨® fue ese instante de sonrisa, porque demuestra "que no estaba en el juego".
En cuanto a la agresividad que le supuso la expulsi¨®n, Zidane admiti¨®: "S¨ª, ya lo s¨¦. Es la vida. Es el f¨²tbol". Si uno ve este retrato con la informaci¨®n extra de la final del Mundial de Alemania -el cabezazo a Matterazzi y la expulsi¨®n-, uno entiende a¨²n mejor el car¨¢cter tr¨¢gico que envuelve al jugador. Douglas Gordon quiso bajarlo del Olimpo a la vida cotidiana.
Adem¨¢s de entrar en el MoMA, el arte de Zidane se quedar¨¢ a vivir all¨ª. Desde su doble presentaci¨®n mundial el pasado verano -en el Festival de Cannes y en la Bienal de arte de Basilea-, la pel¨ªcula ha sido adquirida por muchas instituciones (una de ellas es el MUSAC, el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Castilla y Le¨®n) y su valor no ha dejado de crecer. El MoMA ha comprado, adem¨¢s, todo el material de rodaje, incluidas las tomas que no entraron en la pel¨ªcula. Se espera que alg¨²n d¨ªa la pieza se exponga como est¨¢ prevista: reproducida sin fin en una sala y, enfrente, la filmaci¨®n sin cortes de una de las c¨¢maras. La imagen repetida de ese jugador ya retirado, Zidane, jugando eternamente en las salas de los museos: he ah¨ª la posteridad del arte.
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