Asesinato en el refugio de 'Londongrado'
La larga mano de la venganza y el temor al KGB planean sobre los cientos de miles de rusos que viven en la capital brit¨¢nica
Ya no hay brumas en Londres, apenas se ven paraguas cuando llueve y nadie lleva bomb¨ªn. Algunos viejos clich¨¦s desaparecen, pero otros prometen no pasar nunca de moda: hoy, como ayer, la larga mano de la venganza o el castigo puede llegar a Londres a tiempo. A tiempo de segar la vida de un ex agente secreto como Alexander Litvinenko. Igual que hace 28 a?os, cuando fue envenenado con ricino el disidente b¨²lgaro Georgi Markov. O como en 1982, cuando una mano negra llev¨® al banquero Roberto Calvi a pender de una soga bajo el puente de Blackfriars. Aunque ahora luminoso, moderno y cosmopolita, Londres tampoco es un refugio tan seguro.
Hay ciudades que suben y ciudades que bajan. Y Londres est¨¢ entre las primeras. La capital brit¨¢nica se ha transformado en los ¨²ltimos a?os. La ciudad triste, oscura y gris de la posguerra europea es ahora una capital luminosa y vigorosa en la que hasta se puede comer bien. Capital financiera de Europa, Londres se ha convertido en un polo de atracci¨®n de ricos y pobres. Los segundos buscan una oportunidad. Los primeros buscan refugio para sus millones y para s¨ª mismos: huyen de la violencia que azota a menudo los pa¨ªses que les hicieron ricos. Quieren disfrutar de su riqueza en un pa¨ªs seguro y con un r¨¦gimen fiscal generoso con los multimillonarios.
Los rusos tienen un papel especialmente relevante en esa nueva trashumancia. Se calcula que hay ya m¨¢s de 300.000 en el Reino Unido, la inmensa mayor¨ªa llegados en los ¨²ltimos a?os. Ahora es habitual o¨ªr hablar ruso en el metro o en el autob¨²s. Hay fontaneros y alba?iles rusos igual que son rusos muchos de los j¨®venes cachorros que aprenden a ganar dinero en los despachos de la City. Rusos son tambi¨¦n bastantes de los multimillonarios que no dejan de echar m¨¢s madera a la hoguera inmobiliaria, pujando por las mejores casas de la ciudad al precio que sea.
El m¨¢s famoso es Rom¨¢n Abram¨®vich, el due?o del Chelsea Football Club, que hizo su fortuna con las privatizaciones del periodo de Bor¨ªs Yeltsin (1991-2000), pero se ha instalado en Londres para disfrutar de su dinero. O Bor¨ªs Berezovski, que cuenta con la doble condici¨®n de multimillonario y de refugiado pol¨ªtico. Enfrentado con Vlad¨ªmir Putin tras ayudarle a encaramarse al poder, Berezovski consigui¨® convencer a las autoridades brit¨¢nicas de que la petici¨®n de extradici¨®n presentada en su d¨ªa contra ¨¦l por el Gobierno ruso ten¨ªa car¨¢cter pol¨ªtico y en lugar de ser extraditado obtuvo asilo pol¨ªtico.
Hay otros millonarios menos conocidos para el gran p¨²blico, como Olek Deripaska, el rey del aluminio cuando a¨²n no ha cumplido los 40 y del que se dice que quiere comprar otro club de f¨²tbol, el Arsenal, para saciar un ego quiz¨¢s tan grande como el de Abram¨®vich. O Leonard Blavatnik, ruso de nacimiento, estadounidense de adopci¨®n y asiduo vecino londinense. Algunos tuvieron estancias ef¨ªmeras, como Vlad¨ªmir Gusinski, que vivi¨® seis meses en Londres antes de instalarse en Espa?a, de donde huy¨® con su pasaporte israel¨ª para evitar su deportaci¨®n a Rusia, y cuyo paradero actual podr¨ªa ser Grecia.
Pero a la sombra del llamado Londongrado, ese Londres ruso brillante y poderoso, en el que el salm¨®n, el caviar y el m¨¢s fino champa?a son meros aperitivos, existe tambi¨¦n un Londres ruso que se conforma con vivir. Es ese Londres de refugiados pol¨ªticos al que pertenec¨ªa el ex agente Alexander Lit-vinenko. Aunque apadrinado por Berezovski, Litvinenko no viv¨ªa en una lujosa mansi¨®n de Chelsea, South Kensington o de las campi?as de Surrey, sino en un barrio de clase media, Muswell Hill, en el norte de la capital brit¨¢nica.
Rebeldes chechenos
No lejos de su casa, en la misma calle, vive el ex actor y actual ministro de Exteriores de Chechenia en el exilio, Ahmad Zak¨¢yev. Reclamado por las autoridades rusas, Zak¨¢yev ha conseguido tambi¨¦n el estatuto de refugiado pol¨ªtico pese a que el Kremlin le acusaba de terrorista por sus conexiones con los rebeldes chechenos. Durante la ¨²ltima semana ha ido a menudo a visitar a su amigo moribundo. Para Alexander Litvinen-ko, Londres no ha sido un refugio tan seguro como ¨¦l cre¨ªa. Se da la paradoja de que su muerte se ha producido a las pocas semanas de obtener la nacionalidad brit¨¢nica.
Pese a los desmentidos de Vlad¨ªmir Putin, y aunque hay varias teor¨ªas posibles, muchos dedos se?alan al Kremlin a la hora de afrontar las preguntas de qui¨¦n y por qu¨¦ mat¨® al ex agente. Quiz¨¢ porque la muerte de Litvinenko ha evocado tiempos pasados de la guerra fr¨ªa y, sobre todo, el asesinato de Georgi Markov, el disidente b¨²lgaro envenenado por la polic¨ªa secreta de su pa¨ªs cuando cruzaba el puente de Waterloo. Siempre se ha cre¨ªdo que el KGB suministr¨® a los b¨²lgaros la ricina que ¨¦stos le inyectaron a Markov dispar¨¢ndole una min¨²scula jeringa con un paraguas modificado. Igual que ahora muchos creen que, sea quien sea el autor material del asesinato, s¨®lo una organizaci¨®n muy poderosa -tan poderosa como los servicios secretos rusos- ha podido hacerse con polonio 210, el sofisticado is¨®topo nuclear que ha matado a Alexander Litvinenko. Y suministrar al antiguo agente una dosis lo bastante grande para matarle y lo bastante peque?a para que la muerte llegara poco a poco y les permitiera huir de la escena del crimen.
?Qui¨¦n mat¨® a Alexander Litvinenko?
Alexander Litvinenko ha atribuido su envenenamiento y posterior muerte al presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, pero no todo el mundo est¨¢ convencido de que ¨¦sa sea la ¨²nica posibilidad. Hay varias otras teor¨ªas. Desde que hayan sido otros disidentes para desprestigiar a Putin; que sea una venganza por pasadas actividades de Litvinenko cuando trabajaba para los servicios secretos rusos; que hayan sido los servicios secretos rusos por su cuenta para vengarse del tiempo en que denunci¨® a sus superiores o para acabar con sus acusaciones contra Putin.
Los que niegan que la muerte de Litvinenko haya sido organizada por el presidente Putin subrayan que la figura de Litvinenko -muy poco conocida en el interior de Rusia- no ten¨ªa importancia suficiente como para asesinarle y que, en todo caso, ya hizo todo el da?o que pod¨ªa con la publicaci¨®n de dos libros contra Putin tras abandonar el pa¨ªs. Pero es sobre todo la manera en que Litvinenko ha sido asesinado lo que m¨¢s hace dudar de la participaci¨®n del Kremlin: los asesinos eligieron suministrarle un veneno complej¨ªsimo, muy dif¨ªcil de obtener y de manipular, y le suministraron una dosis lo bastante grande como para matarle y lo bastante peque?a como para retrasar esa muerte tres semanas.
La larga agon¨ªa de Litvinenko ha permitido a su hipot¨¦tico asesino huir del Reino Unido, pero ?qu¨¦ ventaja tendr¨ªa para el presidente ruso que el ex agente dispusiera de tres semanas para organizar una campa?a contra ¨¦l mientras se deslizaba hacia la muerte?
Para el Kremlin hubiera sido mucho m¨¢s f¨¢cil simular un accidente o simplemente pretender que el disidente hab¨ªa sido v¨ªctima de un homicidio m¨¢s de los muchos que ocurren cada a?o en las calles de Londres para robar un tel¨¦fono m¨®vil o dinero.
Los que defienden esa tesis apuntan m¨¢s bien a otros disidentes como los organizadores del envenenamiento y se?alan en concreto al propio Bor¨ªs Berezovski, protector del ex agente, que esta semana le ha visitado varias veces en el hospital y que ha puesto a disposici¨®n de sus amigos un poderoso operativo de relaciones p¨²blicas dirigido a se?alar a Putin, enemigo jurado de Berezovski, con el dedo acusador.
Hay tambi¨¦n quien se?ala a la conexi¨®n chechena, que querr¨ªa as¨ª saldar viejas deudas con Litvinenko, pero parece una posibilidad muy remota. El ex esp¨ªa muerto hab¨ªa atacado a Putin por su papel en Chechenia y compart¨ªa amistad y vecindario con Ahmad Zak¨¢yev, ministro de Exteriores del Gobierno checheno en el exilio.
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