No hay discurso sin nuestra voz
En el a?o 2000, al celebrarse la primera reuni¨®n del Foro Iberoam¨¦rica aqu¨ª mismo, en la capital mexicana, nos propusimos abrir un espacio de di¨¢logo entre tres estamentos iberoamericanos que rara vez se encuentran al mismo tiempo. Hemos visto, en estos seis a?os, que no hay globalidad que valga sin localidad que sirva. No hay mercado global sin mercado local. No hay informaci¨®n global sin informaci¨®n local. No hay relaci¨®n internacional sin pol¨ªtica nacional. Y no hay, localmente, Estado o empresa suficientes para cubrir los territorios cada vez m¨¢s amplios de la educaci¨®n, el avance tecnol¨®gico, las iniciativas desde abajo, la capacidad del barrio, la peque?a empresa, la cooperativa agraria, y m¨¢s all¨¢, de cada persona y de cada familia para identificar y diversificar con autonom¨ªa sus gustos, sus filiaciones, sus identidades m¨²ltiples.
Los medios deben ofrecer la cultura cr¨ªtica sin la cual las democracias degeneran en plutocracias
La unidad cultural del mundo iberoamericano nos impone el derecho de hablar y de actuar
Es por ello que el Foro Iberoam¨¦rica, a partir de su representatividad tripartita, le presta particular atenci¨®n a las actividades del tercer sector -la sociedad civil- como din¨¢mica supletoria de ausencias estatales y empresariales. Es por ello que le damos tanta relevancia al subforo de medios ya que, en una modernidad despojada de cultura tr¨¢gica y amenazada de melodramatismo maniqueo, los medios de informaci¨®n deben ofrecer la cultura cr¨ªtica sin la cual las democracias degeneran en burocracias o en plutocracias. Lamento por ello la ausencia de Jes¨²s de Polanco, presidente del diario EL PA?S y columna central de este Foro desde sus inicios.
Quienes hablamos, pensamos y a veces hasta so?amos en espa?ol y portugu¨¦s, sabemos que el oc¨¦ano Atl¨¢ntico no es una barrera sino un puente. Puente fluido que nos hace copart¨ªcipes, en todos los sentidos, de las oportunidades y de los problemas del mundo en el que vivimos. La gran constelaci¨®n cultural de las dos orillas es ¨²nica en el mundo. Rub¨¦n Dar¨ªo es un poeta espa?ol y Garc¨ªa Lorca es un poeta nicarag¨¹ense. El brasile?o Machado de Assis es inseparable del argentino Jorge Luis Borges. No sucede lo mismo en ning¨²n otro universo ling¨¹¨ªstico moderno, pese a Shakespeare.
La unidad cultural del mundo iberoamericano nos impone, como precio de entrada, el derecho de hablar junto con la obligaci¨®n de actuar. La palabra exige la acci¨®n. Pero la acci¨®n requiere de la palabra. Ambas, palabra y acci¨®n de Iberoam¨¦rica, tienen un lugar en el gran di¨¢logo del mundo. No hay discurso sin nuestra voz. Hag¨¢moslo escuchar.
En 2000, hab¨ªa la impresi¨®n de que sal¨ªamos del refrigerador de la guerra fr¨ªa... Salimos para entrar a un mundo de cooperaci¨®n internacional regida por normas de derecho: el nuevo orden internacional anunciado por el presidente George Bush padre, el mundo independiente deseado por el presidente Bill Clinton. Lejos de ello: las oportunidades de un orden multilateral fueron negadas por el espejismo de un desorden unilateral que, fundado en los d¨¦biles cimientos del orgullo y la ignoranci, crey¨® que el mundo global pod¨ªa ser ordenado por una sola fuerza, haciendo caso omiso de la pluralidad hist¨®rica, ¨¦tnica, religiosa y cultural de las civilizaciones.
El saldo de numerosos fracasos, la emergencia previsible de nuevas potencias o grupos de naciones, las amenazas reales de terrorismos de variada estirpe, pero tambi¨¦n la pobreza y la injusticia, nos han devuelto a la clara y dura necesidad de rescatar un orden internacional creado, en palabras de Felipe Gonz¨¢lez, por todos, no por la supremac¨ªa de un solo poder.
?Qu¨¦ le damos los iberoamericanos al mundo? Creo que nada m¨¢s y nada menos de lo que somos capaces de darnos a nosotros mismos. En pocas palabras: democracia con seguridad p¨²blica y personal. Democracia con justicia social y desarrollo equitativo. Lo que entorpece nuestro camino son los escollos de la democracia con violencia. La democracia con pobreza. La democracia con impunidad. La democracia sin justicia tras el derrumbe de atroces dictaduras apuntaladas por la guerra fr¨ªa. Hemos alcanzado sistemas e instituciones democr¨¢ticas que nos aseguran, en la mayor¨ªa de nuestros pa¨ªses, elecciones libres, parlamentos plurales, partidos fuertes, prensa independiente y ciudadan¨ªa participativa. Pero todos estos logros coexisten con la mitad de nuestras poblaciones viviendo en diversos grados de la pobreza, con much¨ªsimos latinoamericanos subsistiendo con ingresos de dos d¨®lares diarios o menos, con millones de latinoamericanos excluidos de la vida econ¨®mica, de las pol¨ªticas educativas, e incluso de la participaci¨®n pol¨ªtica. Semejante exclusi¨®n, como ha advertido Enrique Iglesias, es insostenible.
Nuestras democracias, si no resuelven o por lo menos son vistas en v¨ªas de resolver estos problemas, pueden ser avasalladas por tentaciones indeseables y tradiciones subyacentes.
Seamos serios. Tengamos presente nuestro pasado para tener presente nuestro porvenir, la historia, nos advierte Carmen Iglesias, no es s¨®lo un conjunto de hechos: es un horizonte de posibilidades.
No vivimos un choque de civilizaciones y a¨²n no llegamos a una alianza de civilizaciones. Pero podemos anudar un di¨¢logo de civilizaciones. Nuestro privilegio, nuestra personalidad iberoamericana, es ind¨ªgena, africana, mulata, mestiza y, a trav¨¦s de Iberia, mediterr¨¢nea, griega, latina, ¨¢rabe, jud¨ªa, cristiana y laica.
Todo ello nos convierte en el espacio privilegiado, de Yucat¨¢n a Andaluc¨ªa y de Minas Gerais al Algarve, para dialogar con los dem¨¢s, que nunca ser¨¢n los que sobran, los de-menos, sino los que a¨²n no abrazamos, los de-m¨¢s.
Somos -podemos ser- el microcosmos de la convivencia. El espacio iberoamericano posee una enorme pluralidad cultural. A partir de ella, participemos de una globalidad cr¨ªtica, aportemos al mundo nuestra diversidad para impedir los dogmas monol¨ªticos, aportando soluciones a los grandes cap¨ªtulos postergados: la globalizaci¨®n no s¨®lo de valores y mercanc¨ªa, sino la internacionalizaci¨®n de trabajo y de la protecci¨®n al medio ambiente. Revelemos, en el proceso globalizador, la riqueza de las identidades del mundo mediante la defensa de las diversidades del mundo. No temamos a nuestra propia fuerza.
Extracto de las palabras pronunciadas por Carlos Fuentes en la apertura del VII Foro Iberoam¨¦rica.
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