Mucho m¨¢s que grandiosidad
Verdi ha llevado a cabo con Aida una renovaci¨®n, sobre todo en lo referente a la b¨²squeda de una nueva identidad para el sonido de la orquesta. En Aida, el sonido tiene un color que no volveremos a encontrar, un color muy diferente al de Don Carlos, donde todo es negro.
Incluso en el aspecto vocal considero que en Aida es necesario un canto proclive al intimismo, caracter¨ªstica que se refleja a la perfecci¨®n en una m¨²sica que conquista acto tras acto una condensaci¨®n sublime, as¨ª como en una ambientaci¨®n proyectada sin duda alguna hacia una dimensi¨®n espiritual. En efecto, no me identifico con una lectura de Aida totalmente grandiosa y externa, aunque la escena del triunfo siga constituyendo una cima dramat¨²rgica y musical ineludible.
Quisiera alejarme de una tonalidad vocal demasiado externa, y en este sentido Roberto Alagna me parece que representa de forma muy eficaz el Radam¨¦s que siempre he imaginado: sensible y maduro, capaz de alternar los momentos heroicos con otros en los que es necesario, en primer lugar, saber recitar. Lo mismo pasa con Violeta Urmana, que al elevar su registro de mezzosoprano y ser capaz de volar sobre los does agudos sin constre?ir el sonido, puede dar a la figura de Aida una voz vigorosa, expresiva, y la vez rica de sentimiento.
En la escena del triunfo, Verdi representa con plenitud la exuberancia de la m¨²sica, no s¨®lo de su m¨²sica, pero se trata de un momento que no puede condicionar la visi¨®n global de la ¨®pera.
En el tercer acto, a partir del arpegio de los violines nos encontramos en otro mundo y desde ese momento hasta el final de la ¨®pera estamos de lleno en otra dimensi¨®n. Mahler intuy¨® esa novedad incluso en sus pliegues m¨¢s rec¨®nditos, apropi¨¢ndose de una cita para su Das Lied von der Erde.
El p¨²blico asocia Aida con una imagen y un recuerdo en una dimensi¨®n: la de la grandiosidad. En realidad, Aida es una ¨®pera bifronte. El tercer y el cuarto acto tienen un significado diametralmente opuesto: son nocturnos, crepusculares; la m¨²sica se va reduciendo hasta la muerte, verdadera y aludida. Quisiera que esta dimensi¨®n aflorase con m¨¢s fuerza y se impusiera. Como quer¨ªa Verdi.
Riccardo Chailly es el director musical de Aida en la inauguraci¨®n de la temporada de la Scala de Mil¨¢n.
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