En la tierra de Babel
Hasta Brad Pitt se qued¨® prendado con la fuerza de este filme titulado 'Babel', el cierre de la trilog¨ªa sobre familia y relaciones personales del mexicano Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu. Con ¨¦l se llev¨® el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Por Lola Huete Machado. Fotograf¨ªa de Miguel Rio Branco, Patrick Bard y Mary Ellen Mark
No es la felicidad, sino el dolor, lo que nos hace iguales. Lo cuenta Babel, la ¨²ltima pel¨ªcula del director mexicano Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu sobre familia y relaciones, su tema m¨¢s querido. Babel echa el cierre a una trilog¨ªa que incluye Amores perros y 21 gramos. Una obra compuesta que se ha ido desplazando de escenario al ritmo del esp¨ªritu de n¨®mada impenitente de su director: M¨¦xico, en la primera ocasi¨®n; Estados Unidos, luego; el mundo entero, en esta ¨²ltima entrega de t¨ªtulo b¨ªblico y ambiciosa estructura visual y argumental, en la que han participado desde una superestrella (Brad Pitt) hasta decenas de actores no profesionales que nunca hab¨ªan o¨ªdo ni hablar de Hollywood.
Rodada en cuatro pa¨ªses, Babel cuenta otras tantas historias en varias lenguas y culturas, explora tres niveles de relaciones entre sus personajes (lo local, lo nacional, lo global) y plantea una realidad: es mucho m¨¢s lo que une a la gente de este mundo que lo que nos separa. La infelicidad, la incomunicaci¨®n, la incapacidad de amar o ser amado? nos devastan a todos, en todas partes. Basta mirar alrededor; basta escuchar; basta atender al otro para ver.
Babel no llega de vac¨ªo. Gust¨® mucho en el pasado Festival de Cannes, y su director se llev¨® la palma de oro al mejor. En una habitaci¨®n del hotel Covent Garden, unas horas antes de la presentaci¨®n de su criatura en Londres, sentado en un sof¨¢ claro, en calcetines y gorro de lana, fornido, moreno y result¨®n, I?¨¢rritu, de 43 a?os, habla con gusto y extenso; gesticula con sus grandes manos; abre los ojos y atrapa con ellos hasta arrastrarte hacia aquello que un d¨ªa so?¨®, que el guionista Guillermo Arriaga escribi¨®, y luego ¨¦l hizo carne.
En Babel se vive la odisea de un matrimonio de norteamericanos (Brad Pitt y Cate Blanchett) que intenta solucionar su distanciamiento con un viaje al desierto; la de una familia marroqu¨ª (interpretada por actores no profesionales) v¨ªctima de la incomunicaci¨®n; la de una chacha mexicana (Adriana Barraza) y su sobrino (Gael Garc¨ªa Bernal) que no atienden a nacionalidades ni fronteras, y la de un padre japon¨¦s (Koji Yakusho) y su hija sordomuda y adolescente (Rinko Kikuchi), ricos, solos, condenados al silencio. "Deliberadamente no hay conexi¨®n formal entre las historias, pero s¨ª emocional. Y ¨¦se fue para m¨ª el ejercicio m¨¢s dif¨ªcil: ?c¨®mo hacer de estas historias en cinco lenguajes en tres continentes una sola pel¨ªcula en donde los personajes no se ven f¨ªsicamente? Fue bien bonito. Encontrar una gram¨¢tica visual y construir un todo", dice ¨¦l.
I?¨¢rritu filma aqu¨ª la angustia en la que transcurre la existencia de cualquiera, en cualquier lugar del mundo. Y ofrece detalles, escenas con esa forma de mirar tan suya: trayectos en coche (siempre hay coches en sus filmes) que inquietan; encuentros, accidentes o acontecimientos casuales que suceden aqu¨ª y modifican la vida de otros all¨¢. En Babel hay violencia y soledad, y mucha determinaci¨®n por vivir. Hay im¨¢genes r¨¢pidas, fogonazos, rostros de paseantes an¨®nimos de los que quisi¨¦ramos saber m¨¢s; paisajes infinitos contemplados desde las laderas de una monta?a o cielos hacinados de luces de ciudad vistos desde un apartamento de altura vertiginosa. Hay en Babel met¨¢foras escult¨®ricas, como la de La Piedad de Miguel ?ngel (Pitt tuvo que llevar en brazos a Cate Blanchett durante horas y horas hasta conseguir la toma justa), y b¨ªblicas, como la barca solitaria en el desierto. Hay sonidos y m¨²sicas que fluyen desde dentro de los personajes. Hay un hijo muerto, muchas ilusiones perdidas y esperanza.
Esto ¨²ltimo lo cree tambi¨¦n Mar¨ªa Eladia Hagerman, la esposa de I?¨¢rritu, que responde a El Pa¨ªs Semanal desde el otro lado del Atl¨¢ntico: "Alejandro se entrega tanto a su trabajo que cada una de sus pel¨ªculas es como un hijo que se suma a la familia. De todas, Babel es mi preferida, no s¨®lo porque siento que en ella hay m¨¢s esperanza, sino porque Alejandro se tom¨® muchas libertades y creci¨® como director". Ella y sus dos hijos compartieron muchos meses de grabaci¨®n en Marruecos y Jap¨®n. "El haber viajado con Mar¨ªa Eladia, de 11 a?os, y Eliseo, de nueve, a las localizaciones hizo del rodaje la experiencia m¨¢s enriquecedora de nuestra vida familiar, personal y profesional". Otro gran bot¨ªn de ese periplo es un libro fotogr¨¢fico hom¨®nimo sobre el making off de la pel¨ªcula editado por la propia Hagerman y publicado por Taschen, que muestra mucho de lo que sucedi¨® entre bambalinas. "Historias sin sonido", llama I?¨¢rritu a esas im¨¢genes tomadas por Mary Ellen Mark, Graciela Iturbide, Patrick Bard y Miguel Rio Branco.
En ellas, adem¨¢s de desiertos, fronteras, discotecas, calles, extras, c¨¢maras, t¨¦cnicos, actores o p¨²blico, vemos al director en acci¨®n, apasionado, entregado. I?¨¢rritu grita, se?ala, corre, observa, se afana y desespera, se protege del sol con un pa?uelo, un paraguas o unas gafas bien oscuras; se seca el sudor, se tira al suelo, gesticula, sujeta a alguien del pelo para mostrar c¨®mo actuar, o agarra de la mano a los de su equipo en una suerte de ceremonia pro esp¨ªritu grupal para comenzar o terminar el d¨ªa?
Trabajar en el libro, dice Hagerman, le permiti¨® vivir m¨¢s de cerca el proceso como realizador de su marido: "Quiz¨¢ la parte m¨¢s dif¨ªcil como pareja y como familia es durante la filmaci¨®n, pues en ese punto Alejandro s¨®lo 'come, respira y sue?a' Babel; todas las decisiones las tiene que tomar ¨¦l. No descansa hasta lograr lo que quiere". Y en esta entrevista se emociona I?¨¢rritu al abordar su obra; al contar de sus seres queridos; al definir sensaciones, miradas, arte, asuntos espirituales o materiales de este mundo, el real y el otro -el de ficci¨®n-, que tan bien y con tanta emoci¨®n domina. Algunas reflexiones.
Optimismo. "?Que soy m¨¢s optimista ahora? ?Que eso se refleja en Babel? No estoy seguro. Dec¨ªa Oscar Wilde que la diferencia entre un optimista y un pesimista es que ¨¦ste es un optimista bien informado [se r¨ªe]. Es verdad que cada filme me ha ayudado a exorcizar algo. Por ejemplo, 21 gramos, a superar lo de mi hijo".
La muerte. "Tengo una ni?a de 11 a?os y el segundo fue Luciano, que muri¨®. Vino mal, con afecci¨®n pulmonar, reci¨¦n nacido? Una experiencia bien dolorosa para m¨ª y mi esposa. Luego lleg¨® mi tercer reto?o, Eliseo, que est¨¢ vivo, gracias a Dios, y es un puro terrorista [risa]. Tiene nueve a?os. A ¨¦l y a mi hija les dedico Babel. Amores perros se la dediqu¨¦ a Luciano; 21 gramos, a mi esposa. Y Eliseo naci¨® con la misma enfermedad; estuvo un mes entre la vida y la muerte, fue traum¨¢tico, despu¨¦s de haber perdido a Luciano. Sobrevivi¨®. Y como dice mi padre: 'Oye, el doctor le puso demasiado ox¨ªgeno a este cabr¨®n'. No para; es un loco encantador".
La familia. "Es mi obsesi¨®n. En la familia se encuentra la ra¨ªz de todo drama humano. Y el lugar en que me encuentro yo ahora es bien raro: en medio de dos espejos. Miro hacia arriba, a mi padre, y veo c¨®mo me convierto cada d¨ªa en ¨¦l. Y me aterra. Miro hacia abajo y veo a mi hijo transform¨¢ndose en m¨ª. Con todas esas bondades y limitaciones de las que es tan dif¨ªcil escapar. ?Por qu¨¦ me aterra? No, la relaci¨®n con mi padre fue buena. Pero hay cosas que no me gustar¨ªa repetir. Hay cierta inevitabilidad en la repetici¨®n. Estamos predeterminados, desde que Ad¨¢n y Eva fueron corridos del para¨ªso? Hay mucho ah¨ª dentro, una relaci¨®n de poder? Y a trav¨¦s de ese microcosmos se puede observar el mundo, el macrocosmos".
Futuro. "?Y ahora qu¨¦, tras la trilog¨ªa? Cada final representa un principio. Uno no puede escapar a su sombra. Es como la voz de uno. Por m¨¢s que cantes una canci¨®n u otra, tu voz es tu voz. No podr¨¦ escapar de m¨ª mismo, de lo que me gusta hacer. Y quiero parar, no hacer nada; dedicarme a lo que he descuidado, lo personal, lo familiar".
Vida norteamericana. "Sigo viviendo en Los ?ngeles. Pero algo ha cambiado despu¨¦s de hacer Babel. No s¨¦ si podr¨ªa regresar a mi pa¨ªs ahora, la verdad, no? Me gusta vivir como n¨®mada, me hace ser m¨¢s consciente, m¨¢s sensible, estar m¨¢s pendiente, m¨¢s inc¨®modo. Y esa incomodidad, de la ansiedad que crea, de la inseguridad, es productiva para m¨ª. No me paraliza, sino, por el contrario, me inspira, me provoca la necesidad de crear".
Un r¨¦gimen fascista. "Una pesadilla, s¨ª. En EE UU ahora se vive bajo un r¨¦gimen que me recuerda mucho al del Gobierno de mi pa¨ªs en los setenta, el tiempo en el que crec¨ª. Un r¨¦gimen pol¨ªtico que manipulaba, controlaba los medios de comunicaci¨®n, la libertad de expresi¨®n, al individuo. Un sistema fascista. Me recuerda lo que est¨¢ pasando ahora en el mundo. Ese mensaje de EE UU de si no eres como yo est¨¢s en contra m¨ªa, dicho por ese personaje t¨¦trico? Se ve en las fronteras, en c¨®mo est¨¢n influidas hoy por esa paranoia que hace de la otredad una cuesti¨®n de criminalidad. Es tremendo".
El estado del mundo. "Babel es oportuna, cierto, por lo global, pero? lo que no me puedo explicar es c¨®mo un pa¨ªs inventado sobre la emigraci¨®n, que siempre presumi¨® de su condici¨®n, ?c¨®mo es posible que ahora cierre la puerta a sus vecinos? Eso es propio del nacionalismo. Y cuando empieza a crecer? es la semilla del fascismo. Entonces? es el momento de salir corriendo. ?Y sabes lo m¨¢s triste? As¨ª como, hist¨®ricamente aqu¨ª, los italianos le hac¨ªan la vida imposible a los irlandeses, y cada uno que llegaba le hac¨ªa la vida imposible al otro, ahora? son los mismos mexicanos muchas veces quienes cierran la puerta a sus compatriotas. Aqu¨ª se produce un fen¨®meno que es el del mexicano que llega y se desprende de sus ra¨ªces e incluso se averg¨¹enza de ellas, y se asimila a la otra cultura? Por ponerte un ejemplo, en Los ?ngeles viven cinco millones de mexicanos y no hay ni un centro social, no hay un club M¨¦xico, no quieren hablar espa?ol. Y esos mismos votan por los republicanos, para que no lleguen otros, por si les quitan lo que sus abuelos ganaron?".
Viaje en com¨²n. "Mis hijos jugaban en los pueblos marroqu¨ªes con los ni?os de all¨ª sin hablar su lengua y se re¨ªan juntos todo el d¨ªa. Y uno se da cuenta entonces de que somos los adultos los que hemos establecido prejuicios que no existen en realidad, que nos han ido alimentado barreras v¨ªa la religi¨®n, los Gobiernos, los padres; nosotros con nuestra est¨²pida forma de asumir o decidir o juzgar cosas bajo un solo punto de vista, sin observar el otro".
La fe. "No, no creo ser muy religioso. S¨ª trato de desarrollar una vida interior, una espiritualidad. Mi madre es cat¨®lica; mi padre, no. Estoy formado dentro de una familia con visi¨®n cat¨®lica de la vida, con lo bueno y lo malo. Yo trato de tener una perspectiva personal de una relaci¨®n con un ser superior? Para m¨ª, o mejor en la forma en que yo manejo mi avioneta, me parece importante sentir que hay algo m¨¢s, que yo no puedo controlarlo todo, que debe de haber alguien escribiendo el gui¨®n [risas]. De hecho, en los actores trato de buscar eso en ellos: una vida interior? Que no s¨®lo haya una experiencia f¨ªsica, terrena, hecha de huesos, carne, mocos? Mira, yo asist¨ª mucho a terapias. Con 25 o 30 a?os sufr¨ª ataques de p¨¢nico. Ca¨ª en un estado duro. Le echo la culpa a que le¨ª mucho existencialismo y los existencialistas me dieron una cosa muy bonita: cuestionarme la raz¨®n de la vida, pero, al tiempo, pues te meten en un viaje bien dif¨ªcil, sin salida? Y esas terapias de grupo, las emociones en carne viva, me nutrieron, me permitieron entender de d¨®nde vienen nuestros comportamientos y heridas. Eso me ayuda mucho al dirigir actores, al crear personajes".
Miedo universal. "Rodando Babel aprend¨ª que las necesidades, las cosas m¨¢s profundas de los seres humanos, son bien parecidas; la vulnerabilidad, la fragilidad, la de nuestros seres queridos. El miedo a la p¨¦rdida y la imposibilidad, en este tren de vida que llevamos, de expresar amor, de darlo o recibirlo. Estamos fajados por una din¨¢mica que no nos permite ver el sentido real de la vida. Y cuando tienes un hijo, la fragilidad se multiplica. Ya no se vive igual. Es curioso tener esa bendici¨®n y al tiempo esa conciencia de p¨¦rdida".
Negar el amor. "Cuando yo hice 21 gramos hab¨ªa un cr¨ªtico mexicano que dec¨ªa que la pel¨ªcula era muy melodram¨¢tica, nada cre¨ªble, como que a ¨¦l le resultaba imposible conectar con los personajes. Un amigo com¨²n descubri¨® algo sobre ¨¦l y en una cena se lo plante¨®. Le solt¨®: 'T¨², el problema es que no tienes a nadie'. El tipo no est¨¢ casado, no tiene hijos, creo que un perro s¨ª tiene. Le dijo: 'T¨² nunca has tenido la posibilidad de amar, de sentirte tocado por eso, entonces no puedes entrar en la pel¨ªcula, no entiendes esa relaci¨®n, porque desprecias hasta la posibilidad de su existencia'. Desconoc¨ªa que amar es un chingo de dolor. Es la posibilidad de perder. Te hace sufrir de por s¨ª".
La nave vuela. "Aparentemente todo me va bien, s¨ª, pero mantener estable el avi¨®n es bien dif¨ªcil. Y es verdad, est¨¢ de moda desestabilizarlo todo casi aposta, sin luchar, ante la menor dificultad abandonamos el barco, la familia, la pareja? Hay una cuesti¨®n adictiva en eso: la falta de compromiso y responsabilidad".
Influencia social del cine. "?Da?ino? A la gente que no tiene formada una personalidad le afecta, s¨ª, todo lo que ve en las pantalla. Yo cuando chico ve¨ªa Rocky y me iba a correr y tomaba huevos. ?Y las chicas, con todos esos finales rom¨¢nticos? Cierto es que estamos como perdidos? Por eso me impresion¨® tanto conocer las comunidades marroqu¨ªes del sur del S¨¢hara. No tienen nada, lo dan todo, no tienen esa necesidad de consumir. En nuestra sociedad hay un sobreest¨ªmulo de necesidades que hacen que tu existencia est¨¦ medida en base a posesiones, a ¨¦xitos".
El valor del fracaso. "El fracaso est¨¢ muy devaluado. Me lo dec¨ªa Paul Laverty [guionista de Ken Loach], platicamos de eso hace poco: del fracaso se aprende mucho m¨¢s que de nada, te hace m¨¢s sabio, m¨¢s terreno, m¨¢s profundo? Y ahora todo es girar y girar en torno al ¨¦xito, a la fama; la fama como objetivo en s¨ª, no como reconocimiento. Un mundo al rev¨¦s".
La banalizaci¨®n de la violencia. "Me dec¨ªan que Amores perros era Pulp fiction, que si Tarantino? Pero yo trato la violencia en mis pel¨ªculas como una consecuencia. Me molesta su banalizaci¨®n. Me parece una estupidez que los tipos maten a diestra y siniestra y hagan un chiste de ello y la audiencia se r¨ªa. Me aterra. Yo no puedo. Viv¨ª en un pa¨ªs violento; fui asaltado; mi familia fue asaltada. No me parece que la violencia tenga que provocar risas. Nunca. La muerte de un personaje tiene que tener un peso dram¨¢tico en una obra, doler; si no, se deshumaniza; a menos que est¨¦s haciendo, claro, una s¨¢tira".
Contemplar lo creado. "Cuando vi Babel la primera vez, sent¨ª tal compasi¨®n? Me di cuenta de que estaba por encima de m¨ª. Si la pel¨ªcula no trasciende al creador, pues? no hay nada. Lleg¨® un momento en que ya mis miserias, mis preocupaciones, mis limitaciones estaban rebasadas. Y de veras, me golpe¨® much¨ªsimo cuando la vi; no paraba de llorar, all¨ª en la sala junto a Gustavo Santaolalla [compositor de la m¨²sica]".
El rodaje impacta en otros. "Ruedas en Marruecos, convives con la gente de all¨¢, luego recoges los trastos y te olvidas? S¨ª, horrible. Es verdad que he tenido contacto con los ni?os que act¨²an en Babel, con Boubker y Said, en Cannes. Y adem¨¢s, ?sabes lo que sucedi¨®? Juntamos un dinero para darlo al pueblo (Taguenzalt) y cuando dos documentalistas regresaron all¨ª seis meses despu¨¦s descubrieron que ya ten¨ªan luz, s¨ª, y ?estaba plagado de parab¨®licas! Me doli¨® mucho. Me dije '?hemos hecho bien?'. Pero tambi¨¦n '?qui¨¦n soy yo para juzgar lo que hagan ellos con la luz?'. Son esas contradicciones que uno tiene. Said y Boubker? Quer¨ªamos pagarles el estudio, en ingl¨¦s, una herramienta para salir al mundo. Uno de ellos no quiso, Said el mayor, es muy rebelde. Se compr¨® una moto con el dinero que gan¨®; el otro adquiri¨® una computadora. Eso habla de c¨®mo es cada uno".
Los or¨ªgenes. "Yo soy una oveja negra en mi familia, no s¨¦ de d¨®nde sal¨ª. Mi padre es un comerciante, un guerrero. Le admiro. Creo que lo terco y obstinado que soy se lo debo a ¨¦l. Lo perdi¨® todo cuando ten¨ªa 38 a?os y cinco hijos. Nos quedamos sin un centavo, pobres, pobres. Lo que pelearon mis padres fue por la educaci¨®n; rogaron en los colegios y nos becaron. Nunca tuvimos un lujo, ni un viaje, nada. Creo que mi obsesi¨®n de moverme viene de ah¨ª, mi primer vuelo lo tom¨¦ a los 18 a?os, me lo pagu¨¦ yo siendo lavacoches. Luego me fui en un carguero, de fregasuelos, cruc¨¦ el Atl¨¢ntico, llegu¨¦ a Barcelona. Estuve dos meses por Europa con 350 d¨®lares. Regres¨¦ en ese mismo carguero".
En Espa?a. "Y un a?o despu¨¦s, con 1.000 d¨®lares de mi padre, cruc¨¦ el oc¨¦ano otra vez y me qued¨¦ un a?o en Madrid. En el Retiro dorm¨ª mucho al raso; vendimi¨¦, trabaj¨¦ en una discoteca en Torremolinos, fui a Marruecos? Tengo un gran recuerdo de esa etapa, lo ¨²nico que hac¨ªa era comer at¨²n y pan, leer a Thomas Mann, a Joyce? Una ¨¦poca de mucha lectura y mucho hach¨ªs, de cosas muy hermosas? No s¨¦ si en el mundo de hoy se podr¨ªa hacer eso. No s¨¦ si dejar¨¦ hacerlo a mi hijo. Mi madre lloraba como Mar¨ªa Magdalena".
La independencia del hijo. "?Le dejar¨¦ hacer? Pues lo va a hacer de una u otra forma. Mi hijo tiene una gen¨¦tica? Lo estoy viendo, que es como yo. Y me aterra. Porque me digo: 'Me va a hacer sufrir este cabr¨®n'. Pero lo tendr¨¦ que aceptar [se r¨ªe]. Ese tiempo me marc¨® mucho, me dio la vida. Cuando me dicen '?y tus pel¨ªculas, en qu¨¦ se inspiran?'. Pues en la vida. Para m¨ª, el cine esta hecho de pedazos de ella. No creo en el cine de probeta, de universidad. La vida se hace sangre, te quema el est¨®mago, tienes que escupirla en todo lo que haces. Ser cineasta es como ser torero, una actitud ante la vida, no un trabajo".
Sufrir el montaje. "Disfruto al hacer la m¨²sica, fue lo primero que hice en cine, y editar la pel¨ªcula me encanta. Ah¨ª es donde la descubro, donde juego. Es cuando filmo cuando no lo paso bien. Me obsesiono. Soy meticuloso, neur¨®tico, perfeccionista. No quedo satisfecho nunca. Y eso me llena de sentimientos desagradables. Pero es as¨ª, un mecanismo que me fuerza a sacar lo mejor de m¨ª y de otros".
Escenas de amor. "Esa parte en la que Brad Pitt ayuda a orinar a su mujer la ten¨ªa ya en Amores perros, y la dej¨¦ fuera; es una recuperaci¨®n? ?Que es un acto de amor extraordinario? S¨ª, y un drenaje. Ella se deja ir; hay una necesidad de vaciarse emocionalmente, de limpiarse, de lo f¨ªsico a lo espiritual. Hay ah¨ª algo de animal y de er¨®tico. Eso me gustaba. Y en Babel yo mismo me vaci¨¦ de muchas cosas. En el cine, para m¨ª, las historias son ganchos donde en lugar de colgar la ropa cuelgas los temas de los que quieres hablar. La historia es el pretexto para explorar".
Formatos. "Film¨¦ en 16 y en 35 mil¨ªmetros. Entr¨¢bamos en p¨¢nico Rodrigo Prieto [director de fotograf¨ªa] y yo; no sab¨ªamos si iba a funcionar. Y funcion¨®. Me liber¨¦ en Babel. Sobre todo en la historia de la chica japonesa. Y esos espacios que cre¨¦, la escena del helic¨®ptero en Marruecos o la de la boda de Amelia en la frontera mexicana, el momento de Chavela Vargas o el de la discoteca en Tokio? Era como entrar en la cabeza del personaje y? El cine es eso, lo que sucede entre l¨ªneas. Hab¨ªa algo m¨¢gico. Me gustaba la idea de combinar el hiperrealismo y lo interior".
En equipo. "He tenido el privilegio de trabajar con la misma gente desde hace 15 a?os; con Rodrigo y Brigitte Broch, incluso antes de ser director. Los admiro a todos tanto? Siempre digo que hacer cine me ayuda a ser mejor persona. Me olvido de mis estupideces, de mis preocupaciones, de m¨ª y de mi neurosis. Me preocupo de otros. El trabajo es una terapia. Por eso hago cine; si no, me tirar¨ªa por la ventana".
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