Nuestros modernos
Las academias son un invento que Napole¨®n extendi¨® por Europa para controlar y orientar la cultura. A uno no le gusta ese af¨¢n de control, pero la Real Academia Galega cuestiona terminantemente esas objeciones con la exposici¨®n que ofrece estos d¨ªas en la Fundaci¨®n "Caixa Galicia", fundaci¨®n a la que hay que darle por ello parabienes.
Es un espl¨¦ndido recorrido por la construcci¨®n de la identidad gallega hecha por los mejores gallegos. Luego de nuestra derrota, los que vencieron nos construyeron una imagen de gente torpe y destinada a ser animal de carga, imagen que todav¨ªa recoge para su verg¨¹enza el diccionario de la RAE y que aparece ya en el teatro barroco. Frente a ello, generaciones de personas orgullosas reconstruyen el argumento de nuestra dignidad personal y colectiva. Primero los ilustrados, pues la Ilustraci¨®n en Espa?a fue cosa de gallegos como Sarmiento y Feij¨®o, y luego los rom¨¢nticos, liberales, republicanos... Cosa de ciudadanos, que lo eran en el sentido de vivir con dignidad c¨ªvica y tambi¨¦n en el sentido literal de habitantes de ciudades, pues el galleguismo es urbano: naci¨® en A Coru?a y Santiago y se extendi¨® luego completamente por el mapa de ciudades y villas del pa¨ªs.
Sin el galleguismo simplemente carecer¨ªamos de dignidad. Habr¨ªamos aceptado que somos personas inferiores que hablan mal, que viven en un pa¨ªs brumoso y remoto de la corte, hiperb¨®reos oscuros que env¨ªan sus toscas materias primas desde su tierra lejana y brav¨ªa. El galleguismo es nuestra Ilustraci¨®n y nuestro regeneracionismo, es el verdadero nervio que expresa, articula y organiza este pa¨ªs desarticulado. Es la decisi¨®n frente a la desidia, es la voluntad de ser frente al nihilismo. Es nuestra decencia.
Esta muestra de la RAG en el cant¨®n coru?¨¦s va desde los reyes y los trovadores, los cancioneiros, hasta la sociedad actual. Una muestra de como la literatura lleva en s¨ª no solo lo individual sino lo colectivo, en este caso lo nacional gallego.
Pero, al ver la vitela y el pergamino del Cancioneiro de Ajuda, al ver el papel antiguo, las plumas decimon¨®nicas, los ¨®culos de los a?os veinte para los ojos fatigados de Castelao, la cachimba vanguardista de Manoel Antonio... se nos viene a la mente una niebla de cosas mustias. Es un gran error. Los ilustrados, los rom¨¢nticos, Antol¨ªn Faraldo, Murgu¨ªa, Vilar Ponte..., eran unos modernos. Nuestros modernos. El galleguismo fue siempre la modernidad, la busca de la adecuaci¨®n del pa¨ªs a su tiempo, la apertura, la europeizaci¨®n hecha desde aqu¨ª y con nuestra mirada y nuestros intereses. Fue as¨ª hasta la guerra civil.
El exilio y la represi¨®n en el interior transformaron el galleguismo, parti¨¦ndolo y deform¨¢ndolo. El conservadurismo que caracterizaba a la mayor¨ªa de los galleguistas del interior, su idea de un pa¨ªs cultural, su renuncia hist¨®rica a la reivindicaci¨®n pol¨ªtica dada la implacabilidad y estabilidad del R¨¦gimen hicieron que el galleguismo fuese una resistencia casi sin esperanza ni objetivos. Esta tendencia se increment¨® con la llegada, en los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, de generaciones que ya no hab¨ªa conocido el galleguismo republicano pero que tra¨ªan devoci¨®n por el Tercer Mundo e identificaban a la industria con el capitalismo. El resultado es que el galleguismo sigui¨® defendiendo cosas justas, nuestra cultura, nuestro derecho a existir pol¨ªticamente, nuestros intereses, pero se hizo temeroso ante la historia, la vida real. Se hizo conservador.
Y esto me lleva a la pasada asamblea del BNG, pues el galleguismo pol¨ªtico hoy ya s¨®lo se expresa ah¨ª; las otras fuerzas han renunciado a el. Debemos saltar sobre el ruido, el debate interno, el huso horario y preguntarnos con perspectiva hist¨®rica: ?el nacionalismo gallego actual representa el progreso, la modernizaci¨®n, la adecuaci¨®n de Galicia a nuestro tiempo? ?Cumple ese papel que le correspondi¨® y que debiera seguir correspondi¨¦ndole? De eso es de lo que est¨¢ examinando la sociedad al nacionalismo desde hace a?os, y creo que no acaba de darle el aprobado. No s¨¦ si el BNG se da cuenta de ello. suso.detoro@corevia.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.