Pinochet
Pocos nombres condensan el horror y la desverg¨¹enza con la eficacia con que lo hace el de Augusto Pinochet, el general golpista y luego dictador desp¨®tico y corrupto muerto ayer en el Hospital Militar de Santiago de Chile a los 91 a?os, tras permanecer durante una semana afectado de un infarto y un edema pulmonar. Recientemente, con motivo de su ¨²ltimo cumplea?os, tuvo un postrer rasgo de humor negro al difundir un escrito que ley¨® su esposa en el que, sinti¨¦ndose "cerca del final", manifestaba que no guardaba "rencor a nadie". No ped¨ªa perd¨®n a los hijos que hab¨ªa convertido en hu¨¦rfanos, ni a los compatriotas a los que hab¨ªa robado, sino que les dec¨ªa que no les guardaba resentimiento. Su hijo menor atribuy¨® esta ¨²ltima enfermedad que le ha llevado a la tumba a la "presi¨®n judicial" y "persecuci¨®n" de que estaba siendo objeto. Pinochet, que gobern¨® entre 1973 y 1990, tendr¨¢ un funeral sin honores de ex jefe de Estado y s¨®lo como ex comandante de las Fuerzas Armadas chilenas, sin la asistencia de la presidenta Bachelet, que sufri¨® detenci¨®n y tortura bajo su f¨¦rula y cuyo padre, militar, fue asesinado por los golpistas.
Ten¨ªa m¨²ltiples causas abiertas, en efecto, aunque hab¨ªa conseguido con tretas no muy bizarras (fingiendo enfermedades, o exagerando sus efectos) evitar sentarse en el banquillo. Los cr¨ªmenes de los que se le acusaba -asesinatos de disidentes en la llamada caravana de la muerte, torturas y desapariciones, secuestros de la Operaci¨®n C¨®ndor, entre otros- suponen grav¨ªsimos atentados contra los derechos humanos; mucho m¨¢s graves que los de corrupci¨®n que han aflorado recientemente. Sin embargo, son estos ¨²ltimos -de hurto, malversaci¨®n y tributarios, relacionados con dep¨®sitos de millones de d¨®lares en cuentas secretas de bancos extranjeros- los que iluminan definitivamente la cala?a del personaje que el pasado 26 de noviembre confesaba amar a su patria "por encima de todo".
Su muerte le libra de ser condenado por los tribunales, pero es de justicia recordar que ya se hab¨ªa quebrado el c¨ªrculo de inmunidad (que imped¨ªa procesarle) construido a su medida como senador vitalicio; y que en ello jug¨® un importante papel la Audiencia Nacional de Espa?a al tramitar en 1989 una petici¨®n del juez Garz¨®n de detenci¨®n y extradici¨®n por terrorismo, genocidio y torturas. La petici¨®n no prosper¨® y, tras m¨¢s de 500 d¨ªas de retenci¨®n en Londres, el ex dictador pudo regresar a Chile. Pero levantada la inmunidad ante delitos de jurisdicci¨®n universal y que por su propia naturaleza no tienen fecha de caducidad, otras demandas y querellas, algunas instadas desde otros pa¨ªses, han ido abri¨¦ndose camino frente a sus artima?as. Se han sucedido as¨ª sumarios sobre violaciones de derechos humanos y tambi¨¦n sobre delitos econ¨®micos.
Todav¨ªa en octubre pasado, la Corte Suprema de Chile acced¨ªa a que Garz¨®n interrogara a Pinochet y su esposa sobre movimientos financieros de la pareja que podr¨ªan ir dirigidos a eludir el embargo de bienes para indemnizaciones a las v¨ªctimas. Con su desaparici¨®n, Chile, consolidada hoy su democracia, pone fin a la pesadilla del pasado y cierra definitivamente el cap¨ªtulo m¨¢s cruel y siniestro de su historia reciente.
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