La muerte ronda los archivos de Bulgaria
Un 'suicidio' esconde la clave de los documentos de la polic¨ªa pol¨ªtica del comunismo, que el Parlamento ha ordenado abrir y que pueden tener datos sobre el atentado contra Juan Pablo II
Diecisiete a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del comunismo, Bulgaria es uno de los ¨²ltimos pa¨ªses del este de Europa que sigue resisti¨¦ndose a airear la mugre del antiguo r¨¦gimen. Una ley aprobada por el Parlamento, tras infinidad de presiones, permitir¨¢ finalmente a los ciudadanos acceder a los archivos de la temida polic¨ªa secreta y conocer a sus informantes. Una parte de la poblaci¨®n, sin embargo, considera que "ya no vale la pena abrirlos" porque los documentos m¨¢s interesantes y los que afectan a los poderosos pol¨ªtica, econ¨®mica o judicialmente hace tiempo que desaparecieron. El suicidio en noviembre pasado de Bozhidar Doychev, director de los Archivos del Servicio Nacional de Inteligencia, esconde la clave de los papeles perdidos.
Los intentos frustrados para abrir los archivos aumentaron el mercado negro de documentos
El suicidio del director de los archivos secretos levant¨® sospechas de inmediato
Doychev, de 61 a?os, que llevaba un cuarto de siglo al frente de los archivos de los servicios secretos, fue hallado muerto en su despacho con un tiro de su pistola en la cabeza. Como en los tiempos m¨¢s oscuros de la guerra fr¨ªa, el Gobierno b¨²lgaro no inform¨® de su muerte hasta pasadas m¨¢s de 24 horas. El informe de los forenses dictamin¨® que hab¨ªa sido "un suicidio".
?Qu¨¦ ha desaparecido de los archivos en estos 25 a?os? ?Qu¨¦ informaci¨®n contienen del atentado en 1981 contra el papa polaco Juan Pablo II? ?Qu¨¦ y qui¨¦nes quer¨ªan que se perdieran otros cuantos papeles antes de que vieran la luz? ?De qui¨¦n era el paraguas que mat¨® en 1978 en un puente de Londres al disidente b¨²lgaro Georgi Harkov? ?Qui¨¦n coloc¨® el dedo de Doychev en el gatillo?
"No tengo razones para pensar que no es un suicidio si los expertos as¨ª lo han dictaminado", afirma el fiscal general Bor¨ªs V¨¦lchev. Para V¨¦lchev, la investigaci¨®n abierta pretende simplemente buscar las causas que condujeron al funcionario a tomar esa decisi¨®n. "De momento", a?ade el fiscal, "no se ha visto una conexi¨®n entre su muerte y su trabajo".
Sin embargo, el ex director del Servicio Nacional de Seguridad y hoy diputado en las filas de la oposici¨®n, Atanas Atanasov, no duda en decir que los escasos d¨ªas de separaci¨®n entre el suicidio de Doychev y el voto en el Parlamento para la apertura de los archivos "levantaron sospechas de inmediato". "Est¨¢ claro que hay personas preocupadas porque se haga evidente la falta de algunos papeles", sentencia Atanasov.
Muchos b¨²lgaros temen que el binomio desaparici¨®n de Doychev-apertura de los archivos deje sueltos a viejos fantasmas de un pa¨ªs cuyos servicios secretos manten¨ªan estrechos lazos con el KGB, el servicio de seguridad sovi¨¦tico, y eran considerados los m¨¢s eficaces de Europa del Este. Bulgaria es uno de los ¨²ltimos Estados que, junto a Rumania -que tambi¨¦n entra en la UE el 1 de enero-, no ha abierto sus archivos tras el colapso del comunismo y que, pese a estar en los inestables Balcanes, se liber¨® del r¨¦gimen sin revoluciones.
En 1989, un golpe interno acab¨® con el anciano Todor Zhivkov, que estaba en el poder desde 1962; los comunistas se rebautizaron como Partido Socialista de Bulgaria y ganaron las primeras elecciones pluralistas, en 1990. Al parecer, en ese mismo a?o se destruyeron, tras supuestamente ser microfilmados, la mayor parte de los archivos: los expedientes de unas 45.000 personas. Los gobiernos de derecha que se sucedieron despu¨¦s, incluido el del ex rey Sime¨®n, no hicieron nada para que los b¨²lgaros conocieran el amargo secreto de su reciente pasado, algo inconcebible para quien no tiene nada que ocultar.
Los tres intentos frustrados de abrir los archivos en la pasada d¨¦cada s¨®lo sirvieron para alimentar el chantaje y el soborno del mercado negro de documentos existente entonces. Ahora que, seg¨²n la ley aprobada el 6 de diciembre, estamos a menos de ocho meses de que se acabe el secreto, el hedor de aquellos a?os emponzo?a de nuevo el pa¨ªs y abre unas heridas que muchos querr¨ªan tener ya curadas.
La semana pasada, otro agente del Servicio Nacional de Inteligencia -Iv¨¢n Harkov, de 49 a?os- apareci¨® tambi¨¦n suicidado. Harkov, dicen los forenses, se peg¨® un tiro en la tripa. En una nota manuscrita encontrada en un bolsillo, confiesa que se quit¨® la vida por problemas de salud. Un equipo de graf¨®logos la est¨¢ examinando. "Me temo que nunca sabremos nada. Los dos suicidios se sumar¨¢n a los m¨¢s de 150 asesinatos importantes ocurridos en los ¨²ltimos seis a?os y por los que no se ha detenido a nadie", afirman expertos de la Uni¨®n Europea.
Sobre todo, la desaparici¨®n de Doychev es vista por propios y extra?os como parte de la "saga de venganzas y arreglos de cuentas" que envuelve los malditos archivos, que todav¨ªa guardan los expedientes de unos 30.000 ciudadanos. Los documentos incluyen desde lo que escrib¨ªan sobre las personas los agentes de la ya extinta Darzhavna Sigurnost, la efectiva polic¨ªa pol¨ªtica b¨²lgara, a quienes eran entonces sus informantes.
Los ¨²nicos expedientes y nombres que no se revelar¨¢n son los de unos 150 ciudadanos que a¨²n trabajan en los servicios de seguridad del Estado, el Ej¨¦rcito y la diplomacia, que para muchos observadores representa un coladero en la ley. El Parlamento aprob¨® tambi¨¦n la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria que supervisar¨¢ los documentos.
"La apertura de los archivos ya no tiene valor. Entre los que se destruyeron en 1990 y los que se vendieron en el mercado negro, s¨®lo quedan papeles casi personales", afirma Dragomir Draganov, profesor de Historia de la Universidad de Sof¨ªa.
Pero, para enredar m¨¢s la cuesti¨®n, el ex ministro de Interior general Atanas Smerdzhiev declar¨® al canal privado BTV, el mismo d¨ªa en que se aprob¨® la nueva ley, que todos los documentos que se cre¨ªan destruidos en 1990 est¨¢n "a buen recaudo". Muchos creen que podr¨ªan estar en Mosc¨².
El primer ministro, el socialista Sergu¨¦i Stanishev, era partidario de la destrucci¨®n total de los archivos como m¨¦todo de limpieza del pasado b¨²lgaro, pero la presi¨®n de buena parte de la poblaci¨®n, de los historiadores y de la Uni¨®n Europea le llev¨® a cambiar de opini¨®n y colocarse a favor de la apertura total de los expedientes, que ser¨¢n colgados en Internet una vez que hayan sido notificados a sus due?os.
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