Una infancia a golpes
El colegio en el que muri¨® un ni?o de 12 a?os cerca de Par¨ªs est¨¢ marcado por la tensi¨®n
Los ni?os se r¨ªen a todas horas. A veces para despojarse de la tensi¨®n y el estr¨¦s, otras porque algo les parece divertido, porque hay c¨¢maras delante o simplemente porque no entienden del todo lo que est¨¢ pasando. El pueblo de Meaux es un lugar aparentemente tranquilo, a una hora en tren de Par¨ªs, donde su poblaci¨®n, la mayor¨ªa de origen inmigrante, se reparte entre t¨ªpicas casas bajas y pisos de protecci¨®n oficial. Ayer, en ese pueblo, los compa?eros de Carl, el ni?o de 12 a?os fallecido el jueves despu¨¦s de que otros alumnos la emprendieran a golpes con ¨¦l, soltaban risitas, se tiraban de las trenzas y miraban de reojo a las c¨¢maras, sabedores de que, por un d¨ªa, su pueblo era el centro de atenci¨®n.
Horas antes hab¨ªan colocado ramos de flores, mu?ecos, murales y mensajes en la cancela del colegio Albert Camus: "Te quiero"; "Nos juntaremos en el para¨ªso", "Inshal¨¢"; "Paremos la violencia en memoria de Carl"... Todos ellos compatibles con las risotadas y ese aire de tensi¨®n contenida.
Muchos habitantes de Meaux vivieron ayer la resaca del suceso con una flema que ni la brit¨¢nica. El resumen de lo que dicen: que le podr¨ªa haber pasado a cualquiera, que el pueblo es tranquilo y que no hay problemas. Las declaraciones de otros, muchos de ellos padres de alumnos del mismo centro, daban cuenta de todo lo contrario.
"No hay vigilancia ni seguridad. Este lugar est¨¢ lleno de paro, precariedad y alcoholismo y as¨ª nadie se ocupa bien de sus hijos. La gente los tiene porque el Estado da muchas ayudas, pero luego no quieren educarlos y ocurren estas cosas", se?ala Nathalie, una madre que acompa?a a su hija al colegio. "Me voy a ir de este sitio. Aqu¨ª ya no se puede vivir", a?ade esta mujer que explica c¨®mo la imagen de Carl, con "la cara p¨¢lida y los labios verdes" se ha quedado en la cabeza de su hija Matilde. Ella, una ni?a de 11 a?os enfundada en un anorak blanco fue una testigo de lo que ocurri¨®: "Yo compart¨ªa la clase de gimnasia con ¨¦l. Hab¨ªa cuatro profesores. Bueno, dos profesores y luego el portero y el guarda. Pero todo fue muy deprisa. Nadie se dio cuenta hasta que Carl estaba en el suelo".
El jueves, a las 12.30 del mediod¨ªa, Carl terminaba su clase de gimnasia y se dispon¨ªa a recoger las cosas de su taquilla. Algo a¨²n por aclarar debi¨® de pasar en el gimnasio. Algunos dicen que hab¨ªa insultado a unos chicos y otros que se hab¨ªa apoderado de un bal¨®n durante demasiado tiempo. Una nimiedad. El caso es que un peque?o grupo se abalanz¨® sobre ¨¦l, lo llev¨® a una esquina y le golpe¨®. Dos alumnos de la clase de Carl, un ni?o y una ni?a, fueron detenidos.
A partir de aqu¨ª, m¨¢s versiones o al menos distintas formas de interpretar los hechos. La salud del peque?o era fr¨¢gil. Sus arterias eran finas y el coraz¨®n le fall¨®. Esto vale a unos y a otros; a los primeros para decir que se trata s¨®lo de un incidente desafortunado, que la pelea era cosa de chicos, y a los segundos para asegurar que fueron los compa?eros de Carl los que le mataron.
Problemas de disciplina
"Fueron j¨®venes maleducados, v¨¢ndalos, chicos que no saben m¨¢s que crear problemas. Y este colegio ya ha sufrido casos como este", se?ala otra madre, Mar¨ªa, de origen portugu¨¦s. Los profesores del centro, que ayer emitieron un comunicado pero no quisieron hacer ninguna declaraci¨®n por separado, han insistido desde lo ocurrido en que se sienten desbordados por los problemas de disciplina. "Si no se nos dan m¨¢s medios, esto es, m¨¢s personal durante m¨¢s horas, las clases no empezar¨¢n despu¨¦s de las vacaciones de Navidad", amenazan los docentes.
En la calle, un grupo de chavales comenta lo sucedido estos d¨ªas. Visten ch¨¢ndal, andan como raperos y sin perder la sonrisa se mueven con un cierto adem¨¢n en sus andares de orgullosos chicos malos. La pregunta de si respetan a sus padres les suena un poco a chino. "Claro que les respetamos, pero si a veces se atraviesa una palabra... es l¨®gico que las cosas no salgan bien", dice Bert, uno de ellos. La misma expresi¨®n es utilizada poco m¨¢s tarde por una madre del centro mientras expresa su opini¨®n de lo ocurrido: "Puede ocurrirle a cualquiera. A veces una palabra atravesada y... voil¨¤".
Otra de las mujeres relata que, bajo la aparente calma y el comienzo de los adornos navide?os, el barrio se ha convertido en un para¨ªso para estos j¨®venes, donde se sienten como los amos de la calle. "Hace poco me robaron el bolso. Y otro d¨ªa casi atropello a dos chavales que cruzaban la calle por un sitio prohibido y a oscuras. Les rega?¨¦ y empezaron a darme golpes en el coche, con mi hija sentada al lado", comenta. "Pero no, no es un lugar peligroso, desde hace 10 a?os", dice el se?or Funeganu, conductor del autob¨²s que deja m¨¢s cerca del colegio y que, sin embargo, lleva un agente de vigilancia escolt¨¢ndole en el interior del coche por si surge alg¨²n peligro.
Los ni?os del Albert Camus siguen ri¨¦ndose por lo bajo mientras el director adjunto del centro pronuncia un peque?o discurso que pone fin a la marcha popular alrededor del pueblo que se ha organizado en honor de Carl: "Os agradezco la marcha silenciosa que hab¨¦is hecho. Estoy seguro de que Carl os habr¨¢ visto. Os pido que, individualmente, lo teng¨¢is en cuenta. Adi¨®s".
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