"La melancol¨ªa es la fuente del entusiasmo"
Cuando abri¨® la puerta, sonriente, feliz, y nos hizo pasar -a Pablo Mart¨ªn, director del Cervantes en Estambul, a Rafael Carpintero, su traductor al espa?ol, a los periodistas-, Orhan Pamuk ten¨ªa la cara del adolescente que tiene en algunas fotograf¨ªas y sobre todo en las que cubren de frescura su ¨²ltimo libro, Estambul (Mondadori). Y cuando nos mostr¨® el paisaje que se ve desde el cuarto donde trabaja pudimos entender su alegr¨ªa, que no viene s¨®lo del Nobel con el que la Academia Sueca acaba de coronarlo antes de que cumpla 55 a?os (los har¨¢ el 7 de junio pr¨®ximo), sino de ese paisaje, de su melancol¨ªa, de la que ¨¦l obtiene el entusiasmo. Ante ¨¦l, con el valor de las reliquias que est¨¢n vivas, el B¨®sforo ("c¨®mo no ser feliz si delante est¨¢ el B¨®sforo, c¨®mo no creer en la vida, si tenemos esa visi¨®n delante") alimenta cada d¨ªa su pasi¨®n por la ciudad. En el pasado (?y qu¨¦ pasado, asaltado por denuncias reaccionarias por sus declaraciones en torno a antiguas matanzas turcas contra los kurdos y contra los armenios!) ha recibido arremetidas de sectores fascistas; ¨¦l ha arrostrado con valor esos ataques, y hoy recibe la recompensa del reconocimiento: muestra con orgullo delante de su casa una pintada que incluye una rosa roja: "Gracias, Orhan Pamuk". Y ahora cuando deambula por las calles que ha descrito, le paran y le dicen: "Usted es nuestro orgullo". Le llevamos queso y vino, y la noticia de que este peri¨®dico lo hab¨ªa elegido personaje del a?o del mundo de la cultura. Se puso feliz, y habl¨® de Espa?a, de algunos escritores espa?oles. Record¨® que antes de la reciente ceremonia de Estocolmo, un diario sueco, el Dahens Nyeheter, le pregunt¨® qu¨¦ autores pondr¨ªa ¨¦l en una lista corta para seguirle en la ruta de este galard¨®n, y cit¨® estos: "Javier Mar¨ªas, Peter Handke, Paul Auster, John Updike, Thomas Pynchon y Don Delillo". Cuando fuimos a comer, un Pamuk de humor excelente subi¨® las escaleras de un restaurante turco, orden¨® un rodaballo, ri¨® lo que quiso con sus compa?eros de mesa y hasta cant¨® cuando por el sistema de m¨²sica del restaurante, ante el B¨®sforo, son¨® la voz de Pepino di Capri cantando Roberta, ?un tema musical que aparece en Nieve (Alfaguara)!
"Cada vez que me veo en apuros entro en contacto con las historias, la fantas¨ªa. Y soy feliz"
"Turqu¨ªa aspira a ser occidental y desea ser 'aprobada' pol¨ªtica y culturalmente por la civilizaci¨®n occidental"
"Con 'Estambul' escrib¨ª un libro con dos mitades: una sobre la ciudad y otra sobre m¨ª"
"La melancol¨ªa turca es colectiva, implica una moralidad: no persigas el ¨¦xito ni el dinero. S¨¦ humilde"
"Un amigo me dijo que 'Estambul' s¨®lo gustar¨ªa a los turcos de mi generaci¨®n. No fue as¨ª"
"A m¨ª el ¨¦xito no me ha llegado de un d¨ªa para otro, sino poco a poco, a lo largo de 32 a?os"
"El Premio Nobel no me ha llegado tarde, sino a mitad de mi carrera. Voy a escribir m¨¢s libros"
Nieve es su novela m¨¢s pol¨ªtica; la notoriedad que han alcanzado las posiciones de Pamuk lo han convertido en un hombre con muchas connotaciones pol¨ªticas; ¨¦l cree que a partir de ahora se le puede conocer en su faceta literaria mucho mejor, y est¨¢ feliz de saber que en Espa?a su obra est¨¢ alcanzando una notoriedad lectora que incluye el inter¨¦s por la libertad con la que maneja el lenguaje de la ficci¨®n. Acaso esa fijaci¨®n pol¨ªtica que se ha puesto sobre su nombre es la que le llev¨® a decirnos, entre bromas y veras, en cuanto nos sentamos a conversar delante de ese ventanal que se parece al mundo: "?No me preguntes sobre pol¨ªtica!".
Pregunta. Este ¨²ltimo libro, Estambul, parece una caja negra de toda su obra... Y ese concepto en el que usted ahonda, H¨¹z¨¹n, que Carpintero ha traducido como amargura, parece tambi¨¦n un s¨ªmbolo de su literatura... Esa amargura es como la saudade portuguesa o como la magua canaria...
Respuesta. Cuando me plante¨¦ escribir Estambul, mi primer impulso fue escribir un libro sobre la ciudad, no sobre m¨ª. Pero poco despu¨¦s me di cuenta de que tambi¨¦n ten¨ªa que ser un libro personal. Walter Benjamin dijo que hay dos tipos de libros sobre ciudades: aquellos escritos por extranjeros, y que tienden a ser ex¨®ticos porque s¨®lo los extranjeros perciben lo ¨¦x¨®tico, y los escritos por los oriundos del lugar, que al final terminan siendo libros de memorias, porque la ciudad de uno est¨¢ llena de recuerdos. Cada edificio nos recuerda vivencias que hemos experimentado all¨ª. As¨ª que me di cuenta de que deb¨ªa titular el libro Estambul, una autobiograf¨ªa. Deliberadamente escrib¨ª un libro compuesto por dos mitades: una sobre Estambul y otra sobre m¨ª. Dramatic¨¦ ambas partes y entrelac¨¦ las dos historias. ?Centr¨¢ndome en los mismos a?os podr¨ªa haber escrito otro volumen!
P. Un libro en el que se le ve feliz.
R. Escribir este libro me ha hecho feliz e infeliz a la vez. Por un lado, para poder escribir las escenas desde dentro tuve que revivirlas; ?y si contaba todo lo que recordaba tendr¨ªa que haber escrito un volumen de 5.000 p¨¢ginas! No incluirlo todo en el libro supon¨ªa olvidarlo. Puede que algunos de esos recuerdos borrados los use para una novela. Pero me entristeci¨® darme cuenta de que de todo lo que vivimos es muy poco lo que conseguimos enmarcar para compartirlo con otros.
P. A pesar de esa felicidad que le transmite el B¨®sforo, escribe usted desde la melancol¨ªa... ?De d¨®nde viene esa amargura, esa melancol¨ªa?
R. Es de donde viene el entusiasmo. Ese estado de magua, o de melancol¨ªa, viene, por una parte, del hecho de vivir, a todas luces, en un pa¨ªs relativamente pobre, en la frontera de Europa; de estar expuesto a la cultura europea, y de saber que en Par¨ªs, en Roma, en Madrid, la gente vive una vida mejor, mientras que nosotros, al lado de Europa, vivimos una econom¨ªa empobrecida. Por otra parte, subsiste la conciencia de que este lugar, Estambul, fue en el pasado un imperio adonde revert¨ªa toda la riqueza de los Balcanes y de Oriente Medio, y que dio lugar a una civilizaci¨®n activa. Cuando yo era un ni?o todo eso desapareci¨®, y qued¨® la sensaci¨®n de que una vez hubo abundancia, pero que ahora esa abundancia estaba en Europa, y que nosotros no form¨¢bamos parte de Europa. De modo que se a¨²nan la sensaci¨®n de pobreza de un pa¨ªs empobrecido, en una ciudad pobre (aunque yo procedo de una familia adinerada), y la sensaci¨®n de haber perdido algo: una vez tuvimos riqueza, pero ya no. La sensaci¨®n de p¨¦rdida se asocia, por supuesto, con la tristeza y la melancol¨ªa, de modo que el h¨¹z¨¹n viene de ah¨ª. Al menos eso es lo que creo, y s¨¦ que no es posible explicar del todo eso que en las islas Canarias se llama...
P. Magua...
R. Magua. Nos es imposible explicarlo. Pero la sentimos. En Estambul quer¨ªa hacer la cr¨®nica de nuestra magua turca, que explicara por qu¨¦ nos sent¨ªamos as¨ª. Hay algo que hace que la melancol¨ªa turca sea especial, aut¨®ctona: y es que posee elementos morales. La preside la idea de que no perseguimos el ¨¦xito, ni la gloria: en todo caso se est¨¢ preparado para la derrota. Se trata de un concepto que incluye la humildad: no se trata de conseguir dinero o mujeres maravillosas. Esta noci¨®n nuestra de melancol¨ªa est¨¢ m¨¢s relacionada con un concepto japon¨¦s que contempla la nobleza del fracaso.
P. Toma usted prestada una frase de Robert Burton [Anatom¨ªa de la melancol¨ªa]: "De todos los placeres, ninguno es tan dulce como la melancol¨ªa".
R. En esa cita, Burton se estaba refiriendo a la melancol¨ªa privada de cada individuo; en el caso de mi libro yo hablo de esa melancol¨ªa colectiva compartida por toda la ciudad. Se trata de un sentimiento que alcanza a todos los ciudadanos de Estambul. No tiene nada que ver con lo que siente una persona enfadada y sola. Como la melancol¨ªa turca es colectiva, implica una moralidad: no persigas el dinero, ni el ¨¦xito, s¨¦ humilde, prep¨¢rate para una vida limitada.
P. Eso le dec¨ªa su madre: "S¨¦ como el resto".
R. La reacci¨®n de mi madre, cuando decid¨ª dejar la universidad y convertirme en artista fue bastante similar a la que es com¨²n en todo el mundo: la madre quiere que seas lo que ella quiere que seas.
P. Melancol¨ªa pero tambi¨¦n gozo. Usted dice que lo encuentra en todos los lados de la vida.
R. Las connotaciones de la palabra melancol¨ªa son tan amplias que solemos asociarla a la sensaci¨®n de depresi¨®n. Pero no creo que ¨¦sta sea su acepci¨®n m¨¢s importante. Tal y como yo entiendo, es un estado muy vivo, una tristeza llena de vitalidad y energ¨ªa que, en vez de cerrarme los ojos, me los abre de par en par al mundo. Es m¨¢s: la melancol¨ªa me permite disfrutar del mundo a trav¨¦s de una mirada nueva. No estoy diciendo que me guste la melancol¨ªa, sino que es un estado que no aniquila mi voluntad. Puede que castre la voluntad de poder, pero si est¨¢s abierto a la vida te ves obligado a disfrutar del mundo, formas parte de ¨¦l. Adem¨¢s, mi af¨¢n por ver, por reunir impresiones visuales, por contar, por ponerlo todo por escrito, por poseer la realidad a trav¨¦s del arte, ¨²nicamente procede de la melancol¨ªa. Y me gusta que sea as¨ª. En concreto, a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando yo me sent¨ªa en Estambul un simple provinciano, irremisiblemente destinado al fracaso y a la pobreza, resist¨ª aquel presentimiento de derrota gracias a una especie de adopci¨®n l¨ªrica del mundo; me sent¨ªa unido a la realidad, y acept¨¦ mi destino, definido de antemano como fracaso (dado que me hab¨ªa tocado vivir en este rinc¨®n del mundo). Era una intensa reacci¨®n l¨ªrica que me hac¨ªa confundirme con las cosas, con la gente... Estambul es el producto de esa intensidad l¨ªrica.
P. Usted dice que vive en una esquina del mundo. ?Pero ley¨¦ndole se siente envidia de donde vive usted!
R. ?Ahhh! ?A lo mejor me envidian porque he ganado el Nobel! ?Jajaja!... En serio, es muy complicado. Una vez que me he hecho con el control de mi propia historia, y la he logrado hacer accesible y comprensible para los dem¨¢s, la gente piensa que si mis libros son capaces de llegar a todo el mundo es porque la m¨ªa ha sido una experiencia ¨²nica... En fin... Puede que en cierto modo tengan raz¨®n, pero al principio, cuando escrib¨ªa estos libros, cuando escrib¨ªa El libro negro [Alfaguara], todo el mundo me dec¨ªa: "Oh, Orhan, es estupendo, pero los europeos no van a entenderlo; s¨®lo los turcos podemos entender lo que es esto". Y cuando acab¨¦ Estambul, un amigo turco me dijo que ¨²nicamente los turcos de mi propia generaci¨®n iban a poder apreciar el libro. Pero no fue as¨ª...
P. Su madre le dijo una vez: "Nadie te va a prestar atenci¨®n en toda tu vida"...
R. Se refer¨ªa a mi pintura... Pero, bueno, es cierto. Cuando comenc¨¦ a escribir, si un turco vend¨ªa 10.000 ejemplares aqu¨ª, era el mayor best seller de Turqu¨ªa... Con esa industria del libro s¨®lo pod¨ªas ser escritor si ten¨ªas otro empleo. Y si escrib¨ªas para un peri¨®dico resultaba que ¨¦ste estaba controlado por el Estado, de modo que viv¨ªas escindido, porque en lo que respectaba a la pol¨ªtica s¨®lo pod¨ªas escribir lo que las ¨¦lites quer¨ªan, y como escritor no pod¨ªas mantener tu dignidad. La perspectiva de mi madre era que la vida de escritor, o la vida art¨ªstica en general, no me pod¨ªa deparar un futuro muy prometedor. Simplemente, era una mujer realista.
P. Pero su abuela escribi¨® en su diario: "Orhan vino a visitarme. Es muy dulce e inteligente... Si Dios quiere, alg¨²n d¨ªa tendr¨¢ mucho ¨¦xito y, al igual que su abuelo, ser¨¢ reconocido por todos".
R. ?Es verdad! ?Pero lo mismo se lo dijo a los otros primos!... En realidad, aquel reconocimiento no era un cumplido dirigido a m¨ª, sino a su difunto esposo, mi abuelo, que fue un hombre excepcional, todo un caballero, que logr¨® hacerse rico. A lo que mi abuela se refer¨ªa no era a la gloria literaria (que a ella no le aportaba nada), sino a que llegar¨ªa a ser un industrial, o un constructor, y que ganar¨ªa mucho dinero.
P. Y ahora que tiene ¨¦xito, ?en qu¨¦ piensa m¨¢s: en lo que le dijo su madre o en lo que le dijo su abuela?
R. Me parece que en realidad no pienso en ellas. A mi el ¨¦xito no me ha llegado de un d¨ªa para otro, sino poco a poco, a lo largo de 32 a?os; tampoco los lectores me han descubierto de repente, y las traducciones han venido despacio. No me he levantado y he dicho: "?Oh, cu¨¢nto ¨¦xito tengo!". Se ha tratado de una adici¨®n gradual, a la que por supuesto han contribuido ciertos premios. No vivo mi fama con estridencias, pero reconozco que ser le¨ªdo, traducido y premiado es algo muy bueno para el esp¨ªritu.
P. ?Y c¨®mo se sinti¨® cuando le concedieron el Nobel?
R. Aliviado y feliz. Porque en los ¨²ltimos cinco a?os la prensa turca, y tambi¨¦n la internacional, ha estado constantemente especulando acerca de que yo pod¨ªa ganarlo, y cada a?o todos los periodistas me llamaban y no paraban de molestarme. Dentro de Turqu¨ªa la situaci¨®n hab¨ªa llegado a ser muy inc¨®moda. As¨ª que ahora estoy aliviado. Parad¨®jicamente, no pude disfrutar la noticia en las primeras dos semanas porque tuve que ocuparme de muchas cosas, y me enfureci¨® la reacci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en mi pa¨ªs. La presi¨®n, sin duda desmesurada, que hab¨ªa sobre m¨ª, me imped¨ªa sentirme como una persona normal. Era como lo que les ocurre a las personas despu¨¦s de un accidente de tr¨¢fico: "Estaba sangrando, pero no sent¨ªa dolor". Justo despu¨¦s de la noticia del premio, no pod¨ªa sentir una gran felicidad.
P. EL PA?S public¨® que la primera llamada fue a su hija R¨¹ya [de 16 a?os; estudia espa?ol y franc¨¦s; se llama como el personaje de El libro negro] y que ¨¦sta le colg¨®: "?Estoy en clase!".
R. S¨ª, la llam¨¦, respondi¨®, y me dijo: "?La profesora me est¨¢ mirando!". "Pues sigamos hablando". "?No, que viene hacia m¨ª!". "?Pues p¨¢same con ella!" Se neg¨® y me colg¨®. ?Mi idea de hablar con la profesora era una buena idea! ?Jajaja!
P. ?Y c¨®mo se siente ahora?
R. Estoy bien. Mira, me siento feliz de mi premio, el Nobel no me ha llegado tarde, sino a la mitad de mi carrera. Voy a escribir m¨¢s libros, estoy acabando uno en el que llev¨® trabajando tres a?os [El museo de la inocencia]... El Nobel ha sido una alegr¨ªa enorme, y no me averg¨¹enzo de mostrarla. Prefiero mostrar mi alegr¨ªa, experimentar esta especie de catarsis infantil, para despu¨¦s seguir mi camino...
P. Y menudo a?o ha tenido: la denuncia en 2005, el juicio, el Nobel... ?C¨®mo han sido sus sentimientos?
R. Muy intensos. Y no creo que esa intensidad haya acabado.
P. ?No?
R. No estoy seguro, aunque me gustar¨ªa volver a la calma. Lo que ocurre es que despu¨¦s del premio la opini¨®n p¨²blica turca se ha dado cuenta de que los ataques contra m¨ª eran tan exagerados, tan llenos de envidia, tan innecesarios (incluso para la causa conservadora y nacionalista turca), que al final s¨®lo pon¨ªa en evidencia una serie de resentimientos personales y el autoritarismo, pero que en esas cr¨ªticas, de hecho, no hab¨ªa ning¨²n hecho pol¨ªtico. Pero hay que decir que, desgraciadamente, todav¨ªa el autoritarismo anula la libertad de expresi¨®n en este pa¨ªs. Estos dos o tres ¨²ltimos a?os han sido extraordinarios para m¨ª. Primero, la campa?a de descr¨¦dito; luego, el juicio; a continuaci¨®n, la reacci¨®n internacional; despu¨¦s, la soledad en la que todos me dejaron, seguida de la solidaridad de varios intelectuales proeuropeos y liberales, y, por ¨²ltimo, el premio. Todo esto ha sido demasiado para m¨ª, y la opini¨®n p¨²blica parece haberse dado cuenta. Y ahora me van aceptando, incluso parecen estar considerando la idea de a?adir mi nombre a los libros de texto.
P. ?A causa del Nobel?
R. S¨ª, y la gente que sigue enfadada conmigo dice que soy un renegado y que por un premio no van a ponerme en los libros de texto. Sobre eso discuten ahora. Est¨¢ bien.
P. Leyendo sus libros es muy dif¨ªcil imaginar que se le llame renegado...
R. La gente que dice esas cosas no lee mis libros, se limita a hacer pol¨ªtica. S¨®lo leen mis comentarios pol¨ªticos, que desde hace a?os son tergiversados y exagerados por la prensa turca.
P. Ha dicho usted que a los turcos les preocupa saber qu¨¦ piensan de ellos... Pasa con respecto a Europa...
R. Toda la ansiedad turca a causa de la Uni¨®n Europea, y la mala gesti¨®n que las autoridades hacen de las negociaciones, tienen que ver con que hay sentimientos encontrados sobre c¨®mo nos ven en Europa, c¨®mo nos consideran... Turqu¨ªa aspira a ser occidental y desea ser pol¨ªtica y culturalmente "aprobada" por la civilizaci¨®n occidental. Para un turco occidentalizado es devastador escuchar a un intelectual europeo decir que este pa¨ªs no tiene nada que ver con Occidente. Comentarios como esos hacen que la idea de Europa est¨¦ aqu¨ª te?ida de amargura. El hecho es que el Estado turco, ya desde la fundaci¨®n de la Rep¨²blica por Kemal Atat¨¹rk, ha intentado formar un pa¨ªs occidental, pero que no se haya conseguido 80 a?os m¨¢s tarde es algo muy triste para los gobernantes. A la gente normal eso no le importa, pero para las ¨¦lites pol¨ªticas es un fracaso. Las ¨¦lites turcas est¨¢n completamente occidentalizadas y son las que se ocupan de los medios de comunicaci¨®n, las que toman las decisiones en pol¨ªtica... Por otra parte, los anhelos prooccidentales de la clase media son un sentimiento muy fr¨¢gil, por eso cada vez que Francia u Holanda rechazan a Turqu¨ªa les es muy dif¨ªcil a los pol¨ªticos turcos responder al problema con una estrategia astuta y de largo recorrido. La reacci¨®n, por el contrario, termina siendo una reacci¨®n nacionalista y llena de furia.
P. ?En qu¨¦ momento hist¨®rico estamos ahora?
R. Por desgracia, vivimos un momento de desencanto. Hace cinco o seis a?os, los dos grandes partidos votaron a favor de entrar en la UE, y tanto Turqu¨ªa como Europa parec¨ªan entusiasmadas la una con la otra. A causa de la mala gesti¨®n por ambas partes, y por culpa de los nacionalismos turco y europeo, este inter¨¦s inicial se ha desvanecido, y atravesamos un periodo de desencanto y de auge de los nacionalismos de todos los lados. Hay sentimiento antiturco en Europa y, desafortunadamente, en Turqu¨ªa aumenta el sentimiento antieuropeo.
P. Dice usted de su adolescencia: "Estaba m¨¢s influenciado por la imaginaci¨®n que por la vida".
R. Si no hay imaginaci¨®n no hay vida... Tener una segunda vida imaginaria... Soy un tipo feliz porque siempre he producido fantas¨ªas cada vez que he tenido problemas... En El libro negro escrib¨ª que el estado m¨¢s duro de la derrota es no poder contar una historia. Cada vez que me veo en apuros, me acojo a mi imaginaci¨®n, me encierro en un cuarto y entro en contacto con mi segunda vida: la fantas¨ªa, las historias. Y por eso soy feliz.
La oscuridad
QU? LE PONE MELANC?LICO. "Saber que alg¨²n d¨ªa morir¨¦. La soledad. Soy una
persona cada vez m¨¢s solitaria; estoy divorciado, y no comparto mi vida con nadie
a todas horas. Despertarme solo en medio
de la noche me produce a la vez un placer inmenso, aunque en el borde mismo de ese gozo hay una inmensa oscuridad. Me produce melancol¨ªa. Muchas personas pueden estar leyendo mis libros, pero sientes c¨®mo una presencia de una oscuridad
se va acercando: se trata de la muerte, la soledad, la falta de sentido. Saber que he dado lo mejor de m¨ª me permite disfrutar de mis lecturas nocturnas, de tener papel y bol¨ªgrafo a mano. Eres feliz, aunque sabes que a tu lado est¨¢ esa inmensa insignificancia, y comprendes que, en el fondo, subyace la aceptaci¨®n de la muerte. Espero que la muerte me d¨¦ otros 32 a?os, pero noto c¨®mo viene. Soy un mediterr¨¢neo: hasta que me cas¨¦, a los 33 a?os, mi madre era omnipresente. Cuando me cas¨¦, mi mujer era omnipresente. Me divorci¨¦, y otra
mujer se hizo omnipresente. Ahora estoy
bien solo, acojo esta nueva soledad. Tiene
un lado oscuro que me inspira y me hace
temblar: ?hace fr¨ªo o es algo m¨¢s...?".
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