Washington y Teher¨¢n, intereses comunes
Los miembros del Grupo de Estudio sobre Irak (GEI) han causado bastante revuelo en Washington al insinuar que el triunfo en Irak quiz¨¢ sea imposible de conseguir sin la ayuda de los vecinos de ese pa¨ªs, en especial Siria e Ir¨¢n. Los detractores del GEI afirman que quiz¨¢ ser¨ªa posible convencer a Siria de que se uniera a la campa?a norteamericana para estabilizar Irak, pero, ?por qu¨¦ iba a ayudar Ir¨¢n a Estados Unidos? Al fin y al cabo, como se?alaba el senador por Connecticut Joe Lieberman cuando se public¨® el informe, "Ir¨¢n tiene unos intereses en Irak directamente opuestos a los nuestros".
Bueno, no exactamente. Es cierto que los intereses regionales de Estados Unidos e Ir¨¢n est¨¢n profundamente enfrentados, sobre todo en relaci¨®n con cuestiones tan espinosas como el complicado L¨ªbano y el incesante ciclo de violencia entre Israel y los palestinos. Y no cabe duda de que Ir¨¢n ha tenido un papel significativo a la hora de alimentar la violencia y la inestabilidad en Irak canalizando dinero y armas a milicias chi¨ªes como el macabro Ej¨¦rcito Mahdi. No obstante, Washington y Teher¨¢n est¨¢n muy de acuerdo en, al menos, tres aspectos clave.
Es hora de dejar de fingir que EE UU no negocia con dictadores, rebeldes o terroristas
El primero es que ninguno de los dos pa¨ªses quiere que Irak se convierta en un refugio seguro para Al Qaeda y otros yihadistas de todo el mundo. Quiz¨¢ m¨¢s que cualquier otro pa¨ªs de la regi¨®n, Ir¨¢n reconoce la amenaza existencial que supone para ¨¦l la violenta ideolog¨ªa antichi¨ª y antipersa del yihadismo. De hecho, los iran¨ªes ya luchaban contra el yihadismo, y concretamente contra las fuerzas de Al Qaeda, mucho antes de que el grueso de los estadounidenses hubiese o¨ªdo hablar de Osama Bin Laden.
El segundo es que ambos pa¨ªses quieren impedir como sea que Irak se divida en Estados sun¨ªes, chi¨ªes y kurdos independientes. En Washington se habla mucho de que la partici¨®n beneficiar¨ªa de hecho a los iran¨ªes, porque les dar¨ªa una posici¨®n todav¨ªa m¨¢s s¨®lida entre la mayor¨ªa chi¨ª de Irak. Puede que sea cierto, pero la partici¨®n tambi¨¦n llevar¨ªa a un Kurdist¨¢n independiente, que es algo que Ir¨¢n, que lucha contra su rebelde y despose¨ªda poblaci¨®n kurda, no podr¨ªa soportar.
Por ¨²ltimo, Estados Unidos e Ir¨¢n est¨¢n perfectamente unidos en su deseo de una retirada r¨¢pida pero responsable de las fuerzas estadounidenses de Irak (y este hecho por s¨ª solo deber¨ªa ser incentivo suficiente para la cooperaci¨®n de Ir¨¢n con el informe del GEI), lo cual es un tanto ir¨®nico.
Ir¨¢n no puede tolerar la presencia a largo plazo de soldados estadounidenses en su frontera. Y, aunque se ha esforzado duramente en frustrar los planes de Estados Unidos para Irak, lo cierto es que si Ir¨¢n realmente quisiera desestabilizar Irak, podr¨ªa desencadenar una oleada de terror en ese pa¨ªs como no ha visto Estados Unidos hasta la fecha. Que no lo haya hecho es una clara indicaci¨®n de que Ir¨¢n reconoce que tiene mucho que perder con un Irak dividido fragmentado y ca¨®tico. Al fin y al cabo, Estados Unidos puede limitarse a hacer las maletas e irse a casa (y todav¨ªa es posible que lo haga). Los vecinos de Irak se ver¨¢n obligados a resistir lo m¨¢s recio de la crisis humanitaria resultante durante los pr¨®ximos a?os, o tal vez d¨¦cadas.
Ya han huido alrededor de 1,6 millones de iraqu¨ªes de su azotado pa¨ªs. Aunque la mayor¨ªa ha dado el salto a Siria y Jordania, hasta ahora s¨®lo unos 50.000 refugiados se han marchado a Ir¨¢n. Pero, a diferencia de los iraqu¨ªes que inundan Siria y Jordania, los refugiados de Ir¨¢n no son sun¨ªes de clase media; son los indigentes chi¨ªes. La econom¨ªa de Ir¨¢n, que funciona a duras penas, no puede esperar absorber a los cientos de miles de refugiados que inevitablemente cruzar¨ªan sus fronteras en caso de una guerra civil a gran escala en Irak.
Hay quienes piensan que las concesiones que exigir¨ªan los l¨ªderes iran¨ªes para prestar su ayuda en Irak ser¨ªan sencillamente insostenibles. Como m¨ªnimo, Ir¨¢n exigir¨¢ una mayor flexibilidad por parte de Estados Unidos con respecto a sus ambiciones nucleares. Pero teniendo en cuenta lo poco que Estados Unidos puede hacer ahora por impedir que Ir¨¢n desarrolle su programa nuclear civil, dicha concesi¨®n no es tan problem¨¢tica como parece. Siguen quedando muchas opciones -entre ellas, garant¨ªas de seguridad e incentivos econ¨®micos- para asegurarse de que el juego nuclear iran¨ª no se convierte en un programa armament¨ªstico con todas las de la ley. Por supuesto, inclinarse por estas opciones exigir¨¢ diplomacia y di¨¢logo.
Y aun as¨ª, el presidente Bush ha reiterado que s¨®lo hablar¨¢ con Ir¨¢n cuando ¨¦ste cambie su conducta. Es una actitud hip¨®crita y desde?osa (por no decir infantil). El di¨¢logo con Estados Unidos no es una recompensa por el buen comportamiento. El di¨¢logo, como recientemente recordaba al Senado James Baker, el venerable copresidente del Grupo de Estudio sobre Irak, es un medio por el que puede modificarse la conducta.
En cualquier caso, es hora de dejar de fingir que Estados Unidos no negocia con dictadores o reg¨ªmenes rebeldes o, ya puestos, terroristas. Para empezar, es precisamente este tipo de postura ideol¨®gica lo que sumi¨® de manera innecesaria (y sin preparaci¨®n) a Estados Unidos en Irak.
. Distribuido por Tribune Media Services.
Reza Aslan es investigador iran¨ª residente en Estados Unidos, autor de No god but God, una historia de los or¨ªgenes, la evoluci¨®n y el futuro del islam. Traducci¨®n de News Clips. ? Global Viewpoint, 2006
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