Los otros territorios literarios
"Escribir es un trabajo de temer, sudar y gemir"
Cuando el a?o pasado subi¨® a un estrado de Londres para recoger su Premio Booker por la novela El mar, las primeras palabras del "agradecimiento" de John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) fueron: "Es bueno ver que una obra de arte ha sido reconocida". Muchos aplaudieron y algunos guardaron un silencio escandalizado. Y es que el magistral Banville -y sus formidables novelas que combinan lo mejor de Nabokov y Beckett con destellos criminales y en las que, casi siempre, un narrador poco confiable confiesa la culpa de un secreto o el secreto de una culpa perdi¨¦ndose y encontr¨¢ndose por los pasillos de la memoria- no es un autor c¨®modo o complaciente. As¨ª, hasta el ¨¦xito de El mar (Anagrama) -para muchos su libro m¨¢s "sencillo"- el autor de El libro de las pruebas (1989), El intocable (1997), Eclipse (2000) e Imposturas (2002), entre otras, fue eso que, para bien o para mal, se conoce bajo el noble estigma de "escritor de escritores".
"Los escritores no somos otra cosa que beb¨¦s enormes, sentados en nuestras habitaciones, jugando a nuestros juegos mientras el gran mundo acontece en otra parte"
PREGUNTA. ?Molesta esa suerte de "letra escarlata"?
RESPUESTA. "Escritor de escritores" es una desafortunada etiqueta que me han colgado del cuello o, mejor dicho, atado a mi cola, como una lata a un gato. Supongo que es lo que los cr¨ªticos cansados dicen cuando no tienen tiempo para digerir un libro antes de rese?arlo. En lo que a los escritores como especie se refiere, dir¨¦ que me aburren profundamente. Quiero decir que su compa?¨ªa me resulta aburrida y, seguro, ellos piensan lo mismo de m¨ª. En lo que hace a la variedad irlandesa, somos iguales que en cualquier otra parte: obsesivos, resentidos, celosos hasta la enfermedad y siempre pobres.
P. ?Y un premio importante cambia algo de eso?
R. El Booker da miedo de tan influyente. Ganarlo es algo maravilloso, desde el punto de vista comercial, para todo escritor. Pero terrible para los que lo pierden. En lo personal, como escritor, no te cambia en nada salvo que tu banquero deja de tener pesadillas contigo. El Nobel no estar¨ªa mal en cuanto a lo econ¨®mico, pero uno deber¨ªa tener la opci¨®n de permanecer an¨®nimo, como los que ganan la loter¨ªa. ?Por qu¨¦ gan¨® El mar y no El libro de las pruebas, que tambi¨¦n fue finalista; o El intocable, para m¨ª un t¨ªpico "libro Booker"? Bueno, a la hora de la verdad todo es puro azar combinado con una gota de venenosa politiquer¨ªa cultural, supongo.
P. A esta altura de su carrera, ?qu¨¦ piensa de un panorama editorial donde se busca con desesperaci¨®n y se pagan sumas millonarias por primeras novelas y donde los escritores que entienden la literatura como "carrera de fondo" tienen cada vez menos chances de llegar a la meta?
R. Lo cierto es que no puedo responderlo. No tengo mucha idea de lo que sucede all¨ª fuera. El mundo del libro siempre ha sido un lugar dif¨ªcil poblado por ¨¢ngeles y por seres poco ang¨¦licos. Yo me he preocupado en hacer lo m¨ªo sin esperar demasiado. La escritura siempre ha sido un trabajo de temer, sudar y gemir buscando el sitio exacto donde ubicar la palabra justa. El que varios de mis libros est¨¦n organizados en secuencias quiz¨¢ tenga que ver con eso, con la triste esperanza de querer hacerlo mejor, de acercarme un poco m¨¢s cada vez... Los escritores podemos escribir con gran sabidur¨ªa acerca de la vida, pero no somos muy buenos para vivir la realidad. Los artistas no somos otra cosa que beb¨¦s enormes, sentados en nuestras habitaciones, jugando a nuestros juegos mientras el gran mundo acontece en otra parte.
P. ?Y est¨¢ al tanto de lo que se escribe en otra parte?
R. Si se refiere a la literatura en espa?ol, me averg¨¹enza confesar que estoy muy mal informado. Pero tambi¨¦n estoy poco al tanto de los contempor¨¢neos en mi propio idioma. He le¨ªdo a Roberto Bola?o, espero que se traduzcan m¨¢s libros suyos, pero ya puedo afirmar que se trata de un grande. Borges, en cambio, ha dejado de ser para m¨ª la figura que fue en los sesenta y setenta. Me temo que estoy de acuerdo con Nabokov cuando dijo que Borges nos parece en principio una maravillosa mansi¨®n pero acaba siendo tan s¨®lo un vistoso p¨®rtico.
P. Semanas atr¨¢s usted ha publicado su primer libro bajo el seud¨®nimo de Benjamin Black: el policial Christine Falls (que publicar¨¢ Alfaguara), primero de varios thrillers protagonizados por el pat¨®logo Quirke. Una de las diferencias fundamentales es que ha dejado de lado su caracter¨ªstica primera persona narradora. ?Pero por qu¨¦ la s¨²bita necesidad de ser otro?
R. Esa primera persona -o ¨²ltima persona, seg¨²n Beckett- es algo que arrastro desde mediados de los a?os ochenta y que, me parece, ahora voy dejando dirigi¨¦ndome hacia una luz al final del t¨²nel. Christine Falls era, en realidad, un gui¨®n de televisi¨®n que no fue producido y que convert¨ª en novela. No estar¨ªa mal que Benjam¨ªn Black ganase el Booker, ja, ja. Quirke surge de los romance durs -no los Maigret- de Simenon. Los le¨ª por primera vez no hace mucho y me impresion¨® lo que consegu¨ªa con un estilo tan simple y una narraci¨®n tan directa.
P. ?El estilo es rey y la trama soldado raso? ?O viceversa?
R. El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detr¨¢s arrastrando los pies.
John Banville ha publicado en Espa?a El libro de las pruebas (Anagrama), Eclipse (Anagrama), Cop¨¦rnico (Edhasa), Kepler (Edhasa), Imposturas (Anagrama), El mar (Anagrama).
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