En Euskal Herria empieza a amanecer
Hay momentos luminosos en la historia de los Pueblos con identidad. Aqu¨ª salimos a raci¨®n semanal, desde que esto cogi¨® breada. El m¨¢s reciente se lo debemos a 35 futbolistas vascos, cuando afirmaban: "Consideramos que tenemos el derecho a participar en competiciones internacionales, ya que somos una naci¨®n" (no s¨®lo los 35, sino todos, creo). La afirmaci¨®n "somos una naci¨®n" enternece, pues nos devuelve melanc¨®licos a otras ¨¦pocas, a aquellos a?os en los que todo quisque -incluso los nacionalistas- propagaba que Euskadi es una naci¨®n. En los ¨²ltimos a?os, nadie. Nuestro nacionalismo ya no habla de naci¨®n. Tan s¨®lo de Pueblo Vasco con Identidad, s¨®lo de eso. Rejuvenece este retorno a Sabino, un nuevo amanecer.
Nuestro soberanismo actual no se justifica por un hecho nacional, sino porque somos un pueblo con identidad
No es casual que el nacionalismo haya sustituido la naci¨®n por lo del "pueblo con identidad propia"
Al parecer, siguen pensando los nacionalistas que esto es una naci¨®n, pero debido a los raros vericuetos del alma vasca ya no lo proclaman. Un ejemplo: cuando fue Ibarretxe a las Cortes, aquel d¨ªa de gloria, cab¨ªa pensar que dir¨ªa que esto (Euskadi, Euskal Herria, el Pa¨ªs Vasco, Vasconia, los vascos y las vascas) somos una naci¨®n y que por eso adi¨®s muy buenas, los espa?oles os qued¨¢is con el botijo. Esto lo hubiera entendido cualquiera. Pues nada: ni una sola vez pronunci¨® el palabro "naci¨®n", que parece le tiene grima (apenas asoma en sus discursos, a cuyo estudio consagro mis d¨ªas). Nuestro soberanismo actual no se justifica por un hecho nacional, sino porque somos un pueblo con identidad, que parece lo mismo pero es otra cosa. Pero eso, cuando fue al Congreso, el jefe de los vascos (y de las vascas) mencion¨® una docena de veces no a la naci¨®n, sino al pueblo vasco (y asegur¨® que somos: pac¨ªficos, trabajadores, civilizados, mayores de edad, din¨¢micos, sensatos, maduros, adem¨¢s de tener esp¨ªritu de di¨¢logo y de negociaci¨®n; para m¨ª, que este hombre nos tiene idealizados). Ya lo dice el famoso Plan que nos arrastrar¨¢ hacia el futuro, como piedra en pos de bueyes: "El Pueblo Vasco o Euskal Herria es un Pueblo con identidad propia en el conjunto de los pueblos de Europa".
La naci¨®n ha ido desapareciendo del lenguaje nacionalista. No es ya como en tiempos de Arzalluz, hombre m¨¢s cl¨¢sico, que no le importaba (antes m¨¢s bien le gustaba) proclamar a los cuatro vientos que Euskadi es una naci¨®n. Todav¨ªa lo dejaba claro el PNV en su Ponencia Pol¨ªtica de 1995. Luego ya no. Ser¨¢ uno de los misteriosos efectos de Lizarra, pero desde 1998-99 cuesta encontrar en los mensajes nacionalistas lo de la naci¨®n vasca. Si hasta choc¨® que hace un par de a?os Gonz¨¢lez de Txabarri justificara en el Parlamento el "Nuevo Estatuto Pol¨ªtico" porque "somos y queremos seguir siendo una naci¨®n". Ortodoxo, pero desliz en los tiempos que nos corren. As¨ª que no extra?a que se lo haya cepillado Egibar, pese a su buen coraz¨®n.
No es casual que el nacionalismo haya sustituido la naci¨®n por lo del "pueblo con identidad propia". Lo explican un par de razones de peso. El concepto de pueblo es prepol¨ªtico y sugiere una existencia material, natural y por encima de la voluntad de los mortales, y eso legitima. Dos: en s¨ª, la idea de naci¨®n sugiere que los ciudadanos (todos: incluso los que no se identifican con la identidad del pueblo con identidad que identifican los nacionalistas) tendr¨ªan algo que decir al respective de la cohesi¨®n nacional, y eso ya no. Pueblo con identidad, nada de naci¨®n. Sabino Arana, con formulaciones pol¨ªticas, se nos ha convertido en el summum de la modernidad y el progreso, si se le compara con los prenacionalistas identitarios del siglo XXI, una regresi¨®n intelectual.
Por eso se agradece la gesta de los futbolistas, que nos devuelven al lenguaje de antes y adem¨¢s nos reconfortan al conocer que tienen un arte para saber que aqu¨ª hay naci¨®n y exactamente hasta d¨®nde, y c¨®mo se tiene que llamar (Euskal Herria y no Euskadi). Si Sabino levantara la cabeza le dar¨ªa un pasmo al averiguar que Euskadi no es ya la patria de los vascos, sino la Euskal Herria de siempre, con el trabajo que le llev¨® el invento.
No ha gustado a los futbolistas preclaros, nuestros nuevos gu¨ªas, que se jugara el Euskadi-Serbia. Quienes les alientan consideran este partido una "org¨ªa folcl¨®rica", pues hay que abandonar "la din¨¢mica inmovilista" (expresi¨®n rara, como un c¨ªrculo cuadrado), que no nos lleva a la selecci¨®n oficial ya. Para m¨¢s inri, la Federaci¨®n Vasca de F¨²tbol tiene "una pol¨ªtica de inmejorables relaciones con la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol", c¨®mo puede ser tan aviesa. A¨²n as¨ª, el partido ha tenido inter¨¦s. Pues una cosa es que, para construirnos nacionalmente, juguemos contra Gales, Catalu?a, Irlanda y dem¨¢s naciones oprimidas, y otra hacerlo con Serbia, que en la taxonom¨ªa del nacionalismo vasco pertenecer¨ªa al bando de las opresoras. Qui¨¦n iba a decir que esta desalmada naci¨®n nos servir¨ªa para dar otro paso hacia la libertad nacional. Y los serbios pensar¨¢n que estamos como cabras, pues no ha mucho el Parlamento vasco felicitaba a los montenegrinos por mandar a tomar por saco a los serbios, lo que tuvo que sentarles como una patada en los mism¨ªsimos, y ahora tan amigos, les llamamos para afianzar nuestro prestigio, identidad y singularidad.
Ha sido un partido raro, de insatisfechos. Se enfrentaban una selecci¨®n (Euskadi) a la que le gustar¨ªa ser oficial, pero no lo es y otra (Serbia) que lo es, pero quer¨ªa no haberlo sido nunca. A los serbios les iba m¨¢s lo de Yugoslavia, con bosnios, croatas, eslovenos, montenegrinos, macedonios y dem¨¢s. Ahora que les han dejado solos quiz¨¢s sean m¨¢s Pueblo con identidad que antes, pero no est¨¢ claro que les entusiasme. Quiz¨¢s por eso se vienen a la tierra de los vascos, a arrepentirse de su pasado y ver c¨®mo amanece por fin en Euskal Herria, de nuevo naci¨®n gracias a la voz de los gu¨ªas futboleros. Aunque no s¨¦.
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