Primer a?o sin Sharon en Israel
Desde que un derrame cerebral dejara al primer ministro en estado de coma, los isral¨ªes viven un periodo de convulsi¨®n
Su vida fue un permanente cataclismo. Y la onda expansiva de sus ¨²ltimos movimientos pol¨ªticos como primer ministro de Israel -la evacuaci¨®n de los soldados y colonos jud¨ªos de Gaza, en agosto de 2005, y el hundimiento del Likud tras su abandono del partido en noviembre de ese a?o- mantiene su vigor. Desde que el 4 de enero de 2006, fecha de su muerte pol¨ªtica, Ariel Sharon sufriera un derrame cerebral masivo que le mantiene postrado en coma, se han desencadenado acontecimientos del cariz que adoraba manejar y surgidos de la misma onda que ¨¦l desat¨®.
Apenas tres semanas despu¨¦s de su ingreso en el Hospital Hadassah de Jerusal¨¦n, ya se conoc¨ªan las fechas de las elecciones legislativas palestinas y de las generales israel¨ªes. Tal vez no se le pasaba por la cabeza que el Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica (Ham¨¢s) lograr¨ªa en los comicios palestinos un triunfo arrollador (74 de los 132 esca?os en juego) que pon¨ªa punto final al medio siglo de hegemon¨ªa pol¨ªtica de Al Fatah y de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, ambos dirigidos por su odiado Yasir Arafat.
El general israel¨ª afrontaba unas c¨®modas elecciones antes de su enfermedad
Esa victoria de los islamistas fue en buena medida fruto de la corrupci¨®n rampante de la clase dirigente pol¨ªtica palestina, pero tambi¨¦n de la t¨¢ctica de Sharon de no dar al enemigo ni agua. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, fue humillado durante el ¨²ltimo a?o de mandato del ex general, y la poblaci¨®n palestina no apreci¨® mejor¨ªa alguna en su pat¨¦tica situaci¨®n desde que Abbas sucediera a Arafat.
El ex general israel¨ª estaba en la cresta de la ola y afrontaba unas elecciones que se auguraban un paseo militar para Kadima, el partido que fund¨® tras su traum¨¢tico divorcio del Likud. Algunas encuestas le llegaron a otorgar casi 50 diputados en la Kneset. La hemorragia cerebral dio al traste con todo, y su delf¨ªn, Ehud Olmert, carente de su carisma y de galones militares, tuvo que conformarse con 29 esca?os.
Corr¨ªan los ¨²ltimos d¨ªas de marzo y la catarata de acontecimientos presagiaba el estallido. Los asesinatos de milicianos islamistas se suced¨ªan uno tras otro, el lanzamiento de cohetes artesanales Kassam sobre el sur de Israel era imparable; la pugna abierta por el poder en los territorios palestinos y su secuela de muertes en las milicias de ambos bandos agravaba una situaci¨®n de precariedad desconocida en Cisjordania y Gaza.
La comunidad internacional se hab¨ªa lanzado a un asedio pol¨ªtico y al embargo econ¨®mico del nuevo Gobierno palestino encabezado por los fundamentalistas, que rechazan el reconocimiento del Estado jud¨ªo; Ham¨¢s rompi¨® la tregua vigente desde febrero de 2005 y reanud¨®, en junio, el disparo de cohetes Kassam. Y fue m¨¢s all¨¢: un comando captur¨® el 25 de junio a un soldado jud¨ªo en una base militar pr¨®xima a Gaza y se arm¨® la marimorena. La respuesta militar israel¨ª fue devastadora. M¨¢s de 400 personas, mitad milicianos, mitad civiles, han muerto en la franja en los ¨²ltimos seis meses. La aviaci¨®n hebrea destroz¨® gran parte de las ya de por s¨ª precarias infraestructuras de Gaza, un acto de venganza y una flagrante violaci¨®n de la legislaci¨®n internacional. Hoy todos especulan con cu¨¢l habr¨ªa sido la respuesta de Sharon. Pero la de Olmert no desmereci¨® en cuanto a brutalidad. A¨²n faltaba la traca final.
El 12 de julio, un comando de Hezbol¨¢ atacaba en las proximidades de la base militar de Zarit, adyacente a la frontera con L¨ªbano. Ocho soldados israel¨ªes murieron y dos, Eldad Regev y Ehud Goldwasser, fueron capturados por la milicia chi¨ª. La guerra del verano, en la que perecieron unos 1.200 libaneses y centenar y medio de militares y civiles israel¨ªes, ech¨® por tierra el plan de evacuaci¨®n unilateral de Cisjordania, la principal promesa de su campa?a electoral. Ya no es la bandera del Gobierno de Olmert.
Todav¨ªa colean las consecuencias de un conflicto que supuso un severo varapalo para el poder de disuasi¨®n de Israel, uno de los pilares de su pol¨ªtica exterior. Las Fuerzas Armadas, en pleno proceso de autocr¨ªtica por el desempe?o de los uniformados en la contienda de L¨ªbano, sufren una sacudida permanente. Cuarenta informes realizados por los propios militares revelan fallos sistem¨¢ticos en el entrenamiento de los soldados, en el suministro de armas, en la coordinaci¨®n entre los mandos.
El Ej¨¦rcito se hallaba en un estado de relajaci¨®n que ha pasado factura. Y buena parte de la responsabilidad se ha cargado sobre las espaldas del convaleciente. Al frente del Gobierno, Sharon, concentrado en machacar a los palestinos, descuid¨® el frente norte tras la retirada de las tropas de L¨ªbano en mayo de 2000. Muchos expertos le acusan de ser v¨ªctima del trauma de L¨ªbano, por la guerra que ¨¦l mismo desat¨® en junio de 1982 con una invasi¨®n que lleg¨® a la misma capital, Beirut.
Al margen de la pol¨¦mica, abundan los israel¨ªes que hoy echan de menos a Sharon. El perfil de su sucesor, Olmert, es bien diferente. Sharon hablaba muy poco en p¨²blico. El actual primer ministro lo hace continuamente, con deslices sobre la capacidad nuclear israel¨ª o el paradero de los soldados en manos de Hezbol¨¢. "Sharon ten¨ªa un instinto natural que le imped¨ªa decir estupideces. Si se despertara por s¨®lo un minuto y viera lo que queda de nuestro poder de disuasi¨®n, pedir¨ªa volver de nuevo a dormir", escrib¨ªa d¨ªas atr¨¢s el analista Yoel Marcus.
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