Una postal de Luxemburgo
Basta con abrir el cat¨¢logo referente a los actos relativos a la capitalidad cultural de Luxemburgo en 2007 para comprender que aquello puede salir bien: el texto de obertura, de presentaci¨®n, lo firma Robert Garc¨ªa, el coordinateur g¨¦n¨¦ral o generalkoordinator, como prefieran, y no el Gran Duque, el primer ministro, el ministro de Cultura o el presidente de alguna de las regiones asociadas al acontecimiento. Robert Garc¨ªa es tataranieto de un soldado espa?ol, de un oficial pagador de ese ej¨¦rcito imperial de mercenarios protagonista de las novelas de P¨¦rez-Reverte. Hoy Robert Garc¨ªa tiene el alem¨¢n como idioma materno y el luxemburgu¨¦s, el ingl¨¦s y el franc¨¦s como otras lenguas de trabajo. Cree en su proyecto porque "para que actos de este tipo tengan el eco que se merecen tienen que transcurrir en un lugar central, cerca de varias fronteras y en ciudades que no sean grandes capitales. Hay que evitar caer en el festival folcl¨®rico regional tanto como entrar en el circuito de los grandes acontecimientos internacionales".
Para Robert Garc¨ªa los
buenos ejemplos son Lille o Rotterdam y espera que su ins¨®lito pa¨ªs -450.000 habitantes, de los cuales un 40% son extranjeros, sede del 23% de los fondos de inversi¨®n europeos, sexta plaza financiera del mundo y la renta per c¨¢pita m¨¢s alta- acoja con entusiasmo los 515 actos que, dentro de sus fronteras o en las regiones vecinas, se desarrollaran a lo largo de 2007.
El hijo pr¨®digo de este antiguo pa¨ªs-fortaleza, concebido como un castillo que abr¨ªa las llaves de las llanuras francesas, alemanas o de los Pa¨ªses Bajos, es Michel Majerus (1967-2002), un luxemburgu¨¦s que desarroll¨® su vertiginosa carrera de creador entre Berl¨ªn y Los ?ngeles, entre el expresionismo y el pop-art, entre pintura e instalaci¨®n, entre tradici¨®n de alta cultura e incorporaci¨®n de elementos de la nueva cultura popular digital.
Las m¨¢s de 250 obras de Majerus -es la mayor que se le ha dedicado nunca- han sido reunidas en el Mudam (Museo de Arte Moderno), 10.000 metros cuadrados concebidos por Ieoh Ming Pei para acoger exposiciones temporales, una colecci¨®n permanente, despachos, auditorio y servicios al p¨²blico. El edificio, en forma de punta de flecha, es de gran sencillez y transparencia. Si exteriormente carece de personalidad, su interior es mod¨¦lico en tanto que se adapta a las exigencias de presentaci¨®n de las obras.
Las de Majerus reclaman esa adaptabilidad. Porque mezclan todos los formatos, porque utilizan todas las t¨¦cnicas, porque se presentan como un juego, una cr¨ªtica o una reflexi¨®n. Si en sus primeras obras Majerus se refiere a¨²n a sus mayores, al peso de toda la historia de la pintura, luego, como buena parte de la creaci¨®n contempor¨¢nea -esa que Jacques Gagliardi ha bautizado con acierto como perteneciente al joke arte o al empty art-, se sit¨²a m¨¢s all¨¢ sin por ello dejar de tomar iconos de videojuegos, dibujos animados, Warhol y Basquiat.
Al mismo tiempo que Maje
rus reina en el Mudam hasta el 7 de mayo, en el antiguo Casino -?qu¨¦ m¨¢s representativo de la evoluci¨®n de Luxemburgo, para¨ªso de los fondos especulativos, que la transformaci¨®n de su viajo casino en centro de arte contempor¨¢neo!- puede verse la exposici¨®n On/Off. Se trata casi de un juego de interruptores: en Luxemburgo trabajan sobre la luz mientras en la Lorena vecina, en Metz, lo hacen sobre la oscuridad. En los dos casos la electricidad es la materia que pretenden dome?ar los artistas, su paleta de colores. El resultado es brillant¨ªsimo a veces -Anthony McCall logra darle consistencia y textura a sus dibujos de luz-, ingenioso a menudo -Marie Sester, Lilian Bougeat, Hsia-Fei Chang, Ruth Schnell reclaman la complicidad activa del visitante-, misterioso en algunos casos -Sebasti¨¢n D¨ªaz Morales o David Claerbout exploran los l¨ªmites de la imagen, su frontera con el dibujo o con la persistencia retiniana- y sin trascendencia en la mayor¨ªa de propuestas -Steve Moqueen, Dominique Petitgand, Michel Verjux o Ceal Floyer caen en esa trivialidad de una creaci¨®n en la que todo es discurso y el trabajo del artista depende en un ciento por ciento de la buena voluntad digresora del espectador.
Mejor que una relaci¨®n exhaustiva de todas las iniciativas de Luxemburgo y sus regiones asociadas es dejar constancia de los nuevos equipamientos culturales de los que se ha dotado el Gran Ducado. Junto a la estaci¨®n de tren se han recuperado las dos Rotondas, dos edificios circulares que serv¨ªan de taller de reparaci¨®n de locomotoras y autobuses. Ahora son los fot¨®grafos Martin Parr o Sophie Calle, asociada ella a Frank Gehry, quienes ocupan esos lugares industriales reciclados. En la vieja abad¨ªa de Neum¨¹nster, durante siglos utilizada como prisi¨®n, son ahora los m¨²sicos, los pintores, los fot¨®grafos, los cantantes y los actores quienes se reparten las distintas instalaciones en espera del gran espect¨¢culo del verano, una adaptaci¨®n al aire libre de las Metamorfosis, de Ovidio, firmada por Silviu Purcarete.
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