Si la vida fuera as¨ª
1 Pau Riba, icono de algunos de los que nacimos al filo de los a?os cincuenta en Barcelona y alrededores. Me acuerdo de mi vecina Merc¨¨ Pastor, entonces la novia prohibida de Riba, una noche de comienzos de la d¨¦cada de los setenta en la calle del Doctor Carulla, en lo alto de la plomiza ciudad. A?os de desesperaci¨®n. Era una generaci¨®n que crey¨® en la urgencia de que la vida fuera de otro modo, cambiar el mundo. Ten¨ªa muy claro qui¨¦nes estaban a un lado y al otro del camino. Carcas y carcamales, y ellos. Y Barcelona era muy peque?a. Pau Riba sigue impasible, inconfundiblemente a un lado. Veo en la madrugada del lunes un documental sobre su vida y obra y, al observarle con esp¨ªritu escrutador, me parece ver que es un hombre b¨¢sicamente libre, inclasificable. Sin duda, su talento va m¨¢s all¨¢ de la m¨²sica. Despliega, eso s¨ª, un discurso ingenuo, tirando a simple, y no tiene excesiva facilidad de palabra aunque, en revancha, tiene destellos de gran poeta. Es muy probable que tanto su condici¨®n de reventador sonriente como la ausencia de un discurso ideol¨®gico s¨®lido sea precisamente lo que m¨¢s le ha ayudado a cruzar inconmovible por todas las modas, ¨¦pocas y doctrinas y a llegar hasta aqu¨ª, perfectamente indemne y, adem¨¢s, convertido, a pesar de su trasnochado hippismo, en el m¨¢s moderno de todos.
2 Porque el fatigado y fatigante Llach, por ejemplo, ya se retira con su estaca cuando Riba sigue m¨¢s vivo y moderno que nunca, es puro y pleno presente. Lo de Pau nunca estuvo ligado a la escena oficial, y hoy es el que sigue estando m¨¢s al d¨ªa de todos. Est¨¢ literalmente al d¨ªa. Cuando leo que ?lvaro Pombo dice: "A¨²n sigo siendo poeta m¨¢s que otra cosa", pienso que Pau Riba, poeta total, ah¨ª se limitar¨ªa a decir simplemente: "A¨²n sigo siendo".
Ha salido indemne de todas sus escaramuzas y, si se me permite decirlo, est¨¢ entero de por s¨ª. Lo suyo ha sido siempre un arte de vivir, un estilo de ingenuas intuiciones art¨ªsticas y mucha tramontana. La historia de sus fracasos es un homenaje a la desidia, una historia genial. Como nunca estuvo ligado a esas matracas ideol¨®gicas perecederas que han estado machac¨¢ndonos toda la vida, ahora todo en ¨¦l es vitalidad y plenitud de presente y hasta permite que, observ¨¢ndole un rato, podamos conectar directamente con una revoluci¨®n moral que, como el propio Riba dice, ni fue insignificante ni ha terminado.
3 Sonr¨ªo porque acabo de recordar que Riba todav¨ªa se asombra -como si a¨²n estuviera en un viaje de ¨¢cido- de que se hable actualmente de choque de civilizaciones cuando dice que hace ya 50 a?os que viene chocando ¨¦l frontalmente con la cultura y civilizaci¨®n ("como todos los catalanes eran antifranquistas, parec¨ªa que todos fueran de izquierdas") en la que fue educado. Su ideolog¨ªa es un conjunto de asombros con la certeza en el fondo de que la vida puede ser de otra forma. A algunos lo que particularmente les asombra es que, habiendo fracasado tantas veces, siga siendo el rey.
de toda mi corta vida hab¨ªa querido hacer y no me hab¨ªa atrevido. No me gustaba esperar a que empezaran las pel¨ªculas. Durante una larga temporada estuve entrando siempre tarde en los cines. Luego dej¨¦ de entrar en ellos, simplemente.
?Cu¨¢ndo comienza algo? Si voy de viaje, en el momento de salir el avi¨®n, siempre se pone para m¨ª en marcha una trama. Pero, ?en qu¨¦ momento realmente empez¨® esa trama, esa historia? ?Fue al facturar la maleta, o bien cuando par¨¦ un taxi para ir al aeropuerto, o cuando la azafata se neg¨® a darme m¨¢s de un peri¨®dico, o cuando, 10 a?os antes, comenc¨¦ a so?ar en ese viaje, o bien cuando me dorm¨ª durante el vuelo y so?¨¦ que vol¨¢bamos sobre las convulsiones azules de unos acantilados en el Pac¨ªfico?
6 "La vida es un viaje, lo sabemos desde Homero" (Raymond Queneau).
7?Cu¨¢ndo comenz¨® el a?o? ?En qu¨¦ momento se puso en marcha el argumento del nuevo a?o? ?Fue durante el tradicional almuerzo en casa de Joan de Sagarra, o en la calle de Venus cuando sent¨ª fr¨ªo y casualmente encontr¨¦ un taxi para ir a su casa, o m¨¢s bien en la madrugada con el documental sobre Pau Riba? Recuerdo algo que escribiera S¨¢nchez Ferlosio acerca de la reacci¨®n de su hija de tres a?os el d¨ªa en que, yendo con ella por el parque del Retiro de Madrid, oyeron, de pronto, las voces de un teatro de t¨ªteres. Se acercaron y la pieza deb¨ªa de ir, ya m¨¢s o menos, por la mitad. Era un d¨ªa de tiempo celestial y la ni?a nunca hab¨ªa visto marionetas, pero, para enorme sorpresa del padre, ella entr¨® instant¨¢neamente en la funci¨®n, como si se tratase de algo ya sobradamente conocido desde su nacimiento, ri¨¦ndose ya con la primera frase. De pronto, el padre descubri¨® que la ni?a no sab¨ªa lo que era un argumento, que no ten¨ªa ni idea de que una obra de teatro se supon¨ªa que era una serie de hechos enlazados que se suced¨ªan en el tiempo. Para ella no exist¨ªa tal sucesi¨®n. "Para ella", escribe Ferlosio, "cada instante era puro y pleno presente, sustentado en s¨ª mismo, completamente due?o de su propio ahora, ajeno a cualquier antes y despu¨¦s, acabado y entero de por s¨ª". Lo que la ni?a estaba viendo no era nada que pasara u ocurriera en el tiempo, sino un puro manifestarse en el ahora.4 Vivimos con tal aturdimiento que a veces ignoramos lo que tenemos ante nosotros en el momento mismo. ?Qu¨¦ hay en ese instante? ?Cu¨¢ndo empez¨® realmente? ?Acabar¨¢ en alg¨²n otro momento? No nos detenemos lo suficiente ante lo que tenemos ante nosotros y acabamos no conociendo el mundo, por la misma raz¨®n que las hormigas ignoran la historia natural.
5 Tiempo celestial realmente. Si la vida fuera siempre as¨ª. Tiempo para sentarse en un banco de la plaza de Rovira y recordar a Jean-Luc Godard y el d¨ªa en que supe que sol¨ªa entrar en los cines con las pel¨ªculas ya empezadas. Era lo que a lo largo
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