Se acab¨®
As¨ª acaban las zambras gitanas. La Faraona era ¨²nica: "se acab¨®, se acab¨®, se acab¨®". Pero no me voy a referir a la tregua ni nada de esa trascendencia, quiz¨¢s a algo m¨¢s importante, porque probablemente no sepan ustedes, se?oras y se?ores, que Bilbao se acaba. Y me explico:
Una vez aprobado el proyecto de promoci¨®n urban¨ªstica de Zorrozaurre -de la Ribera de Deusto le llam¨¢bamos de j¨®venes cuando ¨ªbamos a estudiar a Sarriko, donde nos enteramos que un informe del Banco Mundial consideraba la creaci¨®n del Canal de Deusto un disparate-, pues una vez aprobado este proyecto, Bilbao se acaba porque no tiene m¨¢s suelo que urbanizar. Una aut¨¦ntica tragedia puesto que nosotros, bilba¨ªnos de pro, cre¨ªamos que Bilbao se expand¨ªa hasta el infinito, pero no. Lleg¨® la democracia y con ellas la desanexiones de los municipios cercanos -menos mal que Bego?a, Abando y Deusto, decidieron no separarse-, y la superestructura pol¨ªtica, es decir, los partidos, y sobre todo alguno de sus prohombres, descubrieron el poder m¨¢gico del tiral¨ªneas que mediante la recalificaci¨®n de suelos y la construcci¨®n se hac¨ªa cada cual no un cortijo sino un suficiente imperio, y as¨ª, de la noche a la ma?ana Bilbao se qued¨® sin espacio. Abandoibarra es la ¨²ltima p¨¢gina que queda del desarrollo, y eso v¨ªa reconversi¨®n urban¨ªstica tras la industrial, de nuestra sitiada villa. Invicta pero acosada.
Tras la reubicaci¨®n de San Mam¨¦s, el Hospital de Basurto y la UPV en los terrenos de la anterior Feria de Muestras que tiene hoy camuflado el nombre de Bilbao sonando a bocina de coche de tebeo, "bec, bec", y que est¨¢ en Barakaldo. Lo de Zorrozaurre se nos presenta como la constataci¨®n de que no somos nada, que salvo el disparate, al que supongo se opondr¨¢ nuestra corporaci¨®n municipal, de construir en las laderas de los montes, lo que se construya ser¨¢ fuera, y Bilbao ser¨¢ m¨¢s una villa de profesionales y poco residencial, sin bilba¨ªnada-protesta que hubiera profetizado que los bilba¨ªnos ir¨ªamos desapareciendo perdidos en los pueblos de los alrededores, muchos de ellos los desanexionados hace veinticinco a?os. Cuando se diga, Bilbao, poblaci¨®n de ciento cincuenta mil habitantes, los nacionalistas descubrir¨¢n que no tienen derecho a la existencia, porque, acaso, ?qu¨¦ es una naci¨®n sino una capital con un territorio de influencia?.
Es verdad que eso han cre¨ªdo resolverlo pensando que una naci¨®n es Sabin Etxea y su territorio de influencia, una idealizaci¨®n superestructuralista donde las haya, si es que alguna de ellas pudieran existir, pero cuando se llega a esas contemplaciones tan fundamentalistas mal ha de ser el futuro que nos espera. Aquella urbe en expansi¨®n, que segu¨ªa la vocaci¨®n de la Rep¨²blica, mal est¨¢ decirlo, durante el franquismo, expandi¨¦ndose por municipios cercanos, sue?o de liberales y del m¨¢s liberal de los socialistas, Prieto, hasta constituir la metr¨®polis del norte, y que se sostuvo durante el franquismo como centro de todo esa basta regi¨®n, se ha acabado. Reconozc¨¢moslo, la dispersi¨®n, aut¨¦ntica estrategia hegem¨®nica actual asumida por tirios y troyanos, creadora de chiringuitos por todos lados, es la que nos ha enterrado. Bilbao se ha acabado, quiz¨¢s por ser el resultado de otra l¨®gica del pasado, la del racionalismo implacable de la revoluci¨®n industrial y sus secuelas desarrollistas poco racionales. El nacionalismo de este pa¨ªs era evidente que no le pod¨ªa otorgar pr¨®rroga alguna.
Y adem¨¢s no vamos ni a echar ni una l¨¢grima, orgullo hasta la muerte o inconsciencia. Ya no existe el esp¨ªritu del voluntario auxiliar, ahora vamos de rebajas, y creemos en sue?os enajenados mientras que lo que funcionaba empieza a dar s¨ªntomas de peque?ez. Y Vitoria, famosa en su d¨ªa por curas y militares, como es plana dir¨ªan algunos bilba¨ªnos, porque hay planificaci¨®n continuada, digo yo, nos est¨¢ comiendo la tostada a pasos agigantados expandi¨¦ndose en todos los sentidos. Existir¨ªa la soluci¨®n de llamarle a toda la cuenca Gran Bilbao, pero es evidente que desde un aciago d¨ªa en el que la Diputaci¨®n, como no pod¨ªa ser menos, hija de la tradicional inquina hacia la villa decidiera abolirlo, Bilbao se qued¨® sin alternativa de futuro. Se acab¨®.
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