El suplemento
Como todo el mundo sabe, los due?os de bares y restaurantes montan su negocio s¨®lo por hacernos un favor. Si no fuese por nosotros, no se sacrificar¨ªan de este modo tan infame. Por eso, es normal que algunos de ellos traten de hacernos entrar en raz¨®n aplic¨¢ndonos peque?os correctivos, que no siempre sabemos valorar. Al contrario. Cu¨¢ntas veces pecamos de desagradecidos...
No agradecemos, por ejemplo, que en algunos templos de la gastronom¨ªa no acepten a personas solas (si no es con reserva) aunque tengan mesas libres. El m¨ªnimo de personas (sin reserva) son dos por mesa. Como es bien sabido, las personas solas no tienen derecho a cenar bien. Y esto es as¨ª porque por mucho que pidan una botella de vino y un cochinillo, no pedir¨¢n dos postres, dos caf¨¦s y dos copas. Siempre hacen menos gasto y, por lo tanto, no se merecen nada. Es s¨®lo un ejemplo cl¨¢sico de coherencia restauradora, pero hay otros. Como el de la lubina a la sal y el arroz. Aplaudo a los due?os de restaurante que s¨®lo sirven estos alimentos "para un m¨ªnimo de dos personas". No es cuesti¨®n de tama?o, hay lubinas y paellas m¨¢s peque?as. No es cuesti¨®n de precio, hay clientes pesados que insisten en pagar el doble por la lubina para uno o la paella para uno. Es que hacer la lubina y la paella cuesta un trabajo que para un solo cliente no vale la pena. Punto. Es como lo del "men¨² degustaci¨®n". Tambi¨¦n veo estupendo que -como en tantos lugares hacen- s¨®lo se sirva este men¨² para la "mesa completa". No importa si la mesa es de dos, de doce o de cinco. Si viene una mesa de dos y esos dos quieren el men¨² degustaci¨®n, lo tendr¨¢n. Pero si viene una mesa de cuatro y s¨®lo dos de ellos quieren el men¨² degustaci¨®n, no lo tendr¨¢n. Que se sienten en una mesa aparte. Pero, desde luego, de todos los castigos que nos aplican los due?os de restaurante, mi preferido es uno que ahora prolifera, seguramente por la crisis. Se trata del suplemento.
Entro en un bar, pongamos que est¨¢ en la calle de Urgell, con el noble prop¨®sito de desayunar. La barra, que es mi lugar preferido, est¨¢ ocupada. Las mesas, tambi¨¦n. S¨®lo queda sitio en la terraza. Hace fr¨ªo, pero he quedado en este bar con unas amistades y la formalidad es mi raz¨®n de ser. Nada, nada. Me abrocho el abrigo, me pongo los guantes y me siento en el exterior. (Nunca he comprendido el concepto "terracita". No me gusta que los transe¨²ntes me vean comer o beber, pero me aguanto). Y entonces es cuando leo la lista de precios y ofertas de la pizarra y advierto que sentarse en las mesas del interior del bar tiene un suplemento de 20 c¨¦ntimos y sentarse en las de la terraza, uno de 30. Sentarse en la barra -el lugar que yo respeto y deseo- es lo ¨²nico que te sale gratis. (Y en la pizarra te lo dejan bien claro: "Barra sin suplemento").
Como les dec¨ªa, aplaudo las razones del due?o. ?l no ignora que sentarse en las mesas del interior de su min¨²sculo bar (medir¨¢ unos 15 metros), y sobre todo de su terraza, es un privilegio como pocos. Los clientes est¨¢n deseando desayunar fuera, con la bufanda y los guantes puestos. (De hecho, en el balneario alpino de La monta?a m¨¢gica los t¨ªsicos hac¨ªan curas de fr¨ªo al aire libre y tambi¨¦n pagaban una pasta por ello). Pensemos que, cada vez que este due?o de bar tiene que llevar algo a una mesa, est¨¢ obligado a andar unos penosos tres metros, con la penosa carga de una bandeja a cuestas. Y adem¨¢s, salir a la terraza, con el fr¨ªo que hace, le expone a un catarro.
Por eso, es loable que tenga el detalle de apuntar en su pizarra no s¨®lo los precios del suplemento de las mesas, sino tambi¨¦n que sentarse en la barra no tiene suplemento. Es como cuando recibes la factura del tel¨¦fono m¨®vil. Te especifican lo que vale cada sms, cada llamada internacional y cada llamada a un n¨²mero frecuente, pero tambi¨¦n lo que vale cada llamada al contestador, que son cero euros. Alguien puede pensar que eso es una tonter¨ªa. Que si las llamadas al contestador son gratis, no hace falta ponerlo. Pero no es as¨ª. S¨®lo de este modo comprendes que llamar gratis a tu contestador (o sentarte gratis en la barra de un bar) es un favor que te hacen. Y, adem¨¢s, es la ¨²nica manera de hacerte comprender que, un d¨ªa no muy lejano, tambi¨¦n te cobrar¨¢n un suplemento por llamar al contestador (y por sentarte en una barra).
moliner.empar@gmail.com
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