El hugonote no est¨¢ en casa

Dennis Severs crea un "bodeg¨®n esc¨¦nico" que reproduce el hogar de un protestante franc¨¦s en la Inglaterra de hace 300 a?os. Un aut¨¦ntico viaje en el tiempo junto a la torre de Norman Foster.

Londres, enero de 1728. Entramos en la casa de un tal Jervis, en el n¨²mero 18 de la calle de Folgate, barrio de Spitalfields. Este Jervis, nos informan, se dedica a la tejedur¨ªa de sedas, como casi todos los protestantes que huyeron de Francia al prohibirse la libertad religiosa. A juzgar por su casa, este Jervis prospera. A juzgar por el barrio, los dem¨¢s hugonotes -protestantes de origen franc¨¦s-, tambi¨¦n. Nos gustar¨ªa darle las gracias por recibirnos en su hogar, pero el buen hombre no aparece por ning¨²n lado". ?sta es la fantas¨ªa de partida que el artista ingl¨¦s Dennis Severs propuso a los visitantes de su casa londinense. A partir de ah¨ª, que cada cual interpretase a su manera los crujidos del suelo, el chirriar de una puerta, las sombras fugaces...

Todo comenz¨® cuando Severs se uni¨® a un grupo para la conservaci¨®n del barrio de Spitalfields, en el East End. Poco a poco se fue convirtiendo en un devoto incondicional del pasado; compr¨® la casa de Folgate Street y finalmente decidi¨® vivir como sus ocupantes del siglo XVIII, que en buena parte hab¨ªan sido hugonotes y tejedores de seda. Pasado un tiempo, tuvo la idea de convertir esta experiencia en una acci¨®n, performance o, como ¨¦l mismo dijo, un "bodeg¨®n esc¨¦nico".

Hoy podemos visitar este bodeg¨®n todos los primeros y terceros domingos de mes entre las 14.00 y las 17.00 (el precio es de unos 11,90 euros), y los lunes siguientes a estos domingos, entre las 12.00 y las 14.00 (por unos 7,40). Adem¨¢s, todos los lunes por la noche puede verse la casa iluminada con velas y en silencio -la llaman Silent Night-, a distintas horas, dependiendo de la estaci¨®n del a?o y previa reserva (17,80 euros; sin duda, la opci¨®n que m¨¢s encandila). Durante el d¨ªa, en la casa reina un ambiente denso y antiguo, y por la noche, a la luz de las velas, se convierte en un misterio con su toque de m¨®rbida voluptuosidad.

Lo primero que llama la atenci¨®n de esta casa de postigos rojos y carpinter¨ªa negra es el farol de gas que arde por encima de la puerta. Nada m¨¢s cruzar el umbral, como por ensalmo, nos convertimos en unos peculiares fantasmas venidos del futuro. A la derecha seg¨²n se entra est¨¢ el comedor y aparece el primer misterio: el hogar encendido, un plato con pastel de carne sin terminar, una copa todav¨ªa con vino y los cubiertos usados. ?Ser¨¢ ¨¦sa la peluca de Jervis? Parece que el sedero ha dejado su almuerzo a medias.

Abajo, en el semis¨®tano, se encuentran la carbonera y la cocina de la casa, que huele dulce y ¨¢cida. Aqu¨ª se conservan los fogones victorianos y la pila. Severs a?adi¨® de su cosecha un aparador colmado de piezas azules de distintas vajillas en un montaje que se completa con una cesta de la compra: boniatos, zanahorias, naranjas, una berza, manzanas, grosellas y ruibarbos. En un bol de porcelana descubrimos el secreto del aroma: mandarinas en alm¨ªbar de bayas.

En la primera planta est¨¢ el sal¨®n, organizado alrededor de una gran chimenea y engalanado con retratos, dos parejas de butacas orejeras, galer¨ªas enteladas con sus bandeaux y cortinajes, sillas y veladores, cornucopias, consolas y toda la parafernalia de la decoraci¨®n burguesa. Segundo misterio: en el suelo, una taza rota. ?Habremos interrumpido el t¨¦ de la se?ora? Junto a esta estancia, una salita que imita la escena de un cuadro de Hogarth, Midnight modern conversation, que en espa?ol podr¨ªa llamarse La tertulia de los borrachos. Sobre la chimenea cuelga una copia del cuadro, para que comparemos las dos versiones.

El misterio del orinal

En el segundo piso se encuentran los dos dormitorios principales. En el m¨¢s importante preside una gran cama con dosel y cortinas con alzapa?os, cubierta de damascos y brocados, cordones de seda y borlas a tutipl¨¦n y, para que no falte detalle, un orinal. Tercer misterio: ?¨¦sas son aut¨¦nticas aguas menores? Para subir al tercer piso hay que sortear la colada tendida en el hueco de la escalera y las piezas de tela almacenadas en el rellano. Aqu¨ª est¨¢n los dormitorios para el servicio, desconchados y sin lustre. En una esquina podemos ver el escritorio donde hace sus cuentas el mercader.

De nuevo en Folgate Street, el barrio de Spitalfields se sonr¨ªe amablemente con todo esto. Tal vez porque no le queda m¨¢s remedio. En la bulliciosa calle de Bishopsgate, que viene de la City y pasa junto a la estaci¨®n de metro y tren de Liverpool Street, se han construido recientemente algunos inmensos edificios de oficinas. Desde aqu¨ª, entre otros, se ve el elegante y sofisticado rascacielos de Norman Foster en el n¨²mero 30 de Saint Mary Axe, tan parecido a la nave espacial de Tint¨ªn en la Luna.

Mientras afuera todo corre y los edificios calientan motores para el lanzamiento, la casa de Dennis Severs se aferra al pasado. Fascinar¨¢ a quienes, aunque no est¨¦n del todo descontentos con el siglo que les ha tocado vivir, quieran agradecer a este sedero hugonote el sacrificio de seguir viviendo como hace 300 a?os.

Fernando Castanedo es autor de Triunfo y muerte del general Castillo (Pretextos).