La matanza de Erba
Un matrimonio italiano confiesa haber matado a cuatro vecinos, entre ellos un ni?o de dos a?os cuyo llanto provoc¨® la tragedia
Tras un mes de misterio, sospechas y conmoci¨®n, una pareja italiana ha confesado ser responsable de los asesinatos de cuatro de sus vecinos, y ha desvelado todos los dram¨¢ticos detalles del crimen conocido como "la masacre de Erba", un pueblo tranquilo en el norte del pa¨ªs. Raffaella Castagna, de 30 a?os, su madre, Paola Galli, su hijo Yousef, de apenas dos a?os, y su vecina Valeria Cherubini, fueron degollados la noche del 11 de diciembre en su casa a manos de los c¨®nyuges Rosa Bazzi y Olindo Romano.
La prensa responsabiliz¨® en un primer momento al marido de Raffaella Castagna, Azouz Marzouk, un tunecino con antecedentes penales por tr¨¢fico de drogas, pero tuvo que reconocer su error al conocerse que el marido se encontraba en T¨²nez en el momento del delito.
"Lo hab¨ªamos pensado durante mucho tiempo", admiti¨® Rosa a los fiscales
La prensa se disculp¨® por haber acusado a Marzouk, marido y padre de las v¨ªctimas
El c¨ªrculo se fue cerrando cada vez m¨¢s alrededor de una pareja de vecinos del edificio, que tras un mes de mentiras, falsas declaraciones a las cadenas televisivas, fingida conmoci¨®n y firmes en una coartada fabricada con frialdad, cedieron a las presiones de los fiscales en sendas dram¨¢ticas confesiones nocturnas. Cada uno asumi¨® la responsabilidad total de lo ocurrido, en una mentira extrema para defender a su pareja.
El m¨®vil de este delito feroz ser¨ªa, seg¨²n los fiscales, una disputa de a?os por causa del ruido. "Rosa Bazzi padece una grave forma de cefalea, una enfermedad que le causa terribles dolores de cabeza", explic¨® su abogado, Pietro Troiano, en declaraciones al Corriere della Sera. Rosa no pod¨ªa soportar los llantos del peque?o Yousef, le causaban dolor de cabeza, no la dejaban dormir.
La soluci¨®n final fue premeditada y planeada con el marido. "Es verdad, lo hab¨ªamos pensado durante mucho tiempo", admiti¨® Rosa entre l¨¢grimas frente a los fiscales. "Hace a?os que no les aguant¨¢bamos m¨¢s [a la familia Castagna], los hemos matado nosotros".
Tras la primera tr¨¢gica confesi¨®n, Rosa -el cerebro diab¨®lico del delito, seg¨²n los fiscales- no ha parado de hablar, y ha dado todos los detalles escalofriantes del suceso. Como el asesinato del ni?o, que ella misma habr¨ªa levantado del sof¨¢ sujet¨¢ndolo por el pelo, y habr¨ªa degollado sin escr¨²pulos, para callarlo para siempre.
M¨¢s tarde, el incendio en la casa, provocado para eliminar todas las pruebas, y la ropa sucia, tirada en un cubo de la basura, pero no uno cualquiera, sino aquel que se retira la ma?ana a primera hora: Romano, que es basurero de profesi¨®n, lo sab¨ªa muy bien. Finalmente, el traslado en coche hasta la vecina ciudad de Como, para cenar en un McDonald's, cuyo recibo, guardado por casualidad en un bolsillo, ha sido durante un mes la prueba de su inocencia.
A la vuelta a casa, los c¨®nyuges se hab¨ªan sumado al coro de conmoci¨®n del pueblo, y unos d¨ªas despu¨¦s hab¨ªan vuelto a la normalidad. "Ahora s¨ª que se puede dormir. ?C¨®mo se est¨¢ bien ahora!". Estas palabras de los asesinos, captadas pocos d¨ªas despu¨¦s del delito por los micr¨®fonos de los investigadores, parec¨ªan indicar una pista.
M¨¢s tarde, se encontr¨® una prueba: una mancha de sangre min¨²scula, hallada en el coche de Olindo Romano y perteneciente a una de las v¨ªctimas. La mancha escapaba a la plantificaci¨®n perfecta de la pareja. Y finalmente, el reconocimiento del ¨²nico superviviente, Mario Frigerio, marido de la vecina asesinada, Valeria Cherubini, que desde la cama del hospital de Como, el 26 de diciembre, empieza a recordar: "Ha sido ¨¦l (Romano), estoy seguro", dijo.
Rosa Bazzi y Olindo Romano est¨¢n ahora acusados de homicidio m¨²ltiple y premeditado. Su defensa jugar¨¢ la carta de la "enfermedad mental" e intentar¨¢ demostrar que el hecho fue cometido en un impulso de locura. Una tesis dif¨ªcil de sostener, debido a la admisi¨®n de Romano: "lo hab¨ªamos intentado ya dos veces". Sin embargo, anteayer el abogado Pietro Troiano dispuso una evaluaci¨®n ps¨ªquica para los dos.
Ayer, con ocasi¨®n del funeral de Paola Galli, las autoridades locales pidieron p¨²blicamente disculpas, en nombre de todos, al marido de Raffaella y padre del ni?o asesinado, Azouz Marzouk, inicialmente condenado por la opini¨®n p¨²blica. Marzouk fue liberado de prisi¨®n, donde cumpl¨ªa una condena por tr¨¢fico de drogas, hace algunos meses, gracias al indulto concedido por el Gobierno de Romano Prodi.
La prensa tambi¨¦n tuvo que disculparse con el hombre, v¨ªctima de un linchamiento medi¨¢tico feroz. "Esta investigaci¨®n es un espejo: refleja nuestros miedos y nuestros prejuicios", escribi¨® el martes el diario La Repubblica.
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