Negar el negacionismo
Alemania, pa¨ªs que ejerce este semestre la presidencia de turno de la Uni¨®n Europea, ha lanzado una iniciativa para reforzar en toda la UE la persecuci¨®n y la condena del racismo y la xenofobia. Dentro de esta propuesta de alcance general, Berl¨ªn propone prestar una atenci¨®n diferenciada a las tesis que niegan el Holocausto, sugiriendo que los pa¨ªses miembros las proh¨ªban mediante ley. Se tratar¨ªa de extender a la totalidad de la Uni¨®n unas normas que ya existen en nueve Estados, en algunos de los cuales se prev¨¦n severas penas de c¨¢rcel para los negacionistas. Hasta ahora, similares iniciativas procedentes de Luxemburgo y de la Comisi¨®n Europea hab¨ªan sido rechazadas ante las reticencias de Suecia, Reino Unido, Holanda y Dinamarca, pa¨ªses en los que se considera que una regulaci¨®n legal de esta naturaleza puede entrar en conflicto con la libertad de expresi¨®n. Italia, que inicialmente se opon¨ªa, acaba de reconsiderar su posici¨®n, y es lo que, entre otros factores, ha animado a la presidencia alemana para retomar esta iniciativa.
La matanza de seis millones de jud¨ªos perpetrada por el r¨¦gimen nazi y la cooperaci¨®n de otros Gobiernos europeos de la ¨¦poca es un hecho incontestable que ha marcado la conciencia de Europa y del mundo, y negar la existencia de este crimen es, antes que cualquier otra cosa, una falsedad. Incluso, una falsedad nada inocente, puesto que en la mayor parte de los casos va vinculada al prop¨®sito de rehabilitar en todo o en parte la ideolog¨ªa del nazismo o a cuestionar la existencia del Estado de Israel.
Aun reconociendo estas evidencias, cabe dudar de que el medio m¨¢s adecuado para hacerles frente sea recurrir a su prohibici¨®n mediante una ley. Si por una parte plantear¨ªa los mismos y complejos problemas que cualquier intento de regular los delitos de opini¨®n, por otra supondr¨ªa rehabilitar, mediante un rodeo, la idea de que los poderes p¨²blicos fijan el relato de la historia: poco importa que se legisle sobre lo que se debe decir como sobre lo que no. Adem¨¢s, la adopci¨®n de una norma espec¨ªfica prohibiendo la negaci¨®n del Holocausto obligar¨ªa a que el Legislativo tuviese que hacer suyos los argumentos en favor de la excepcionalidad de este crimen. En caso contrario, carecer¨ªa de razones para no prohibir otras falsedades con las que tambi¨¦n se tratan de dirimir asuntos pol¨ªticos actuales, como las que circulan sobre el islam o sobre la colonizaci¨®n de Am¨¦rica o de ?frica.
La falsedad es siempre reprobable, m¨¢s a¨²n cuando obedece a intereses o a prop¨®sitos inconfesables. Pero convertirla en delito no conlleva necesariamente el triunfo de la verdad. En ocasiones, la libertad queda en peligro, y puede acabar afectando a la verdad.
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