La ¨²ltima estaci¨®n
Un notario que se encuentra en el tramo final de su vida decide, al salir de su despacho, entrar en un bingo en lugar de volver a la casa que comparte con una mujer de la que nunca ha estado enamorado. As¨ª arranca la nueva novela de Esther Tusquets.
?BINGO!
Esther Tusquets
Anagrama. Barcelona, 2007
158 p¨¢ginas. 15 euros
En ?Bingo!, la nueva novela de Esther Tusquets, todos los personajes tienen nombre. Todos menos el protagonista. A ¨¦ste apenas se le reconoce como el hombre. Esa innominaci¨®n, tal vez, se preste mejor a depositar en ella varias met¨¢foras. O a lo mejor, resulta que el protagonismo del hombre no sea tanto como se le supone. Podr¨ªa ser que este concepto estuviera m¨¢s repartido. Este procedimiento ya lo hab¨ªa utilizado la autora catalana en su primera novela, El mismo mar de todos los veranos (1978). Ahora bien, no ser alguien identificable, no le merma identidad psicol¨®gica. Aqu¨ª tenemos a un hombre de sesenta a?os que arrastra una suerte de desgana existencial y que decide, a la salida de su despacho de exitoso notario, no regresar ese d¨ªa (en principio ese d¨ªa) a su mullida casa de burgu¨¦s acomodado. El innominado protagonista, temeroso de enfilar la ¨²ltima etapa de su vida (con todos los descalabros f¨ªsicos y morales que ello supone), queda varado (para usar un verbo que en esta novela se repite algunas veces y que remite al t¨ªtulo de una novela suya, adem¨¢s de a una manera de descubrirse en el mundo) en un bingo. Al margen de que esta novela pueda situarse en el g¨¦nero de historias de jugadores, lo cierto es que a Tusquets le sirve para proveerse de algunos prototipos humanos muy acordes con el caladero sociol¨®gico que esta historia necesita. No recuerdo en ninguna novela anterior de Esther Tusquets un dise?o de la peripecia tan n¨ªtidamente separada de su escritura. Como si en esta ocasi¨®n la escritura se hubiera desprendido de su antigua responsabilidad no s¨®lo ya l¨ªrica o envolvente sino sustancialmente comprometida con la materia de los amores truncados, de los deseos suspendidos, de los bordes no transgredidos. Hab¨ªa en aquella escritura, a diferencia de la de esta novela, una materialidad sensual, su sintaxis era la expresi¨®n misma de la complejidad humana que representaba. Quien haya seguido puntualmente la trayectoria novel¨ªstica de la escritora catalana entender¨¢, una vez le¨ªdo ?Bingo!, que su mundo de matrimonios fracasados de la alta burgues¨ªa catalana, de relaciones homosexuales, de b¨²squeda de uno mismo en encendidos erotismos que no eluden a la postre un poso de amargura o tristeza irreparable prosigue casi intacto.
Junto a la ya mencionada El
mismo mar de todos los veranos, comparten ruta tem¨¢tica El amor es un juego solitario (1979) y Varada tras el ¨²ltimo naufragio (1980). Algunos colegas suman a esta trilog¨ªa dos novelas posteriores: Para no volver (1986) y Con la miel en los labios (1997). E incluso se habla de pentalog¨ªa. Habr¨ªa que sumar tambi¨¦n el libro de relatos Siete miradas en un mismo paisaje (1985), piezas que nos dan la pista de la infancia y adolescencia de esa especie de ¨²nica hero¨ªna en que pareciera, tras m¨²ltiples m¨¢scaras y nombres, convertirse las distintas protagonistas de Esther Tusquets. Sea como fuere, lo cierto es que toda su novel¨ªstica, hable de las clases dominantes durante la posguerra, durante la transici¨®n, los a?os estudiantiles de los hijos de esas clases, siempre ofrecen un unitario proyecto est¨¦tico. Apenas podemos entrever sus insinuaciones sociol¨®gicas, porque lo que importa es un discurso, mucho m¨¢s que una narraci¨®n, de los deseos sofisticados, de las relaciones de poder, la verbalizaci¨®n estil¨ªstica de la situaci¨®n, social y sexual, de un prototipo muy concreto de mujer en la Espa?a franquista y en la Espa?a de la transici¨®n.
?Bingo!, narrada en tercera persona, es una novela sobre determinadas fascinaciones. Una de ellas es la fascinaci¨®n por las mujeres. No creo que tengamos que hablar exactamente de donjuanismo. Es una pulsi¨®n rom¨¢ntica que arrastra el h¨¦roe de esta novela en aras de un amor ideal que s¨®lo una vez lleg¨® ef¨ªmeramente a abrazar. Ahora est¨¢ casado con Adela, a la que no quiere, y se limita, una vez descubierto que ya nada le interesa de la vida, a recordar un viejo amor de juventud traicionado. En el bingo descubre otra vida. Y ¨¦sta es la segunda fascinaci¨®n de la novela. La que despierta en el h¨¦roe sin nombre no tanto el juego como el variopinto elenco de gente tan alejada de su mundo social. No hay en ?Bingo! la tensi¨®n psicol¨®gica de las anteriores, pero pertenece a su universo (la guapa binguera que le cuenta al protagonista un m¨¦nage ¨¤ trois, como remiti¨¦ndonos al final de El amor es un juego solitario, o una breve meditaci¨®n sobre la vejez, que nos recuerda Para no volver). Creo que Esther Tusquets ha decidido cerrar el ciclo inaugurado con El mismo mar de todos los veranos, novela que, hay que recordar, se inicia con una cita de J. M. Barrie: "Y Wendy creci¨®". El hombre de esta muy buena novela arrastra algo de Peter Pan. Una insatisfacci¨®n de clase. En ese inmaduro coqueteo con cierto cutrerismo, resulta que nuestro h¨¦roe encuentra la clave de su resurrecci¨®n existencial. Por una vez ha decidido crecer. Pero esa operaci¨®n del alma, que Tusquets ha querido dibujar casi como un final cinematogr¨¢fico, lleva adherida la marca irreversible de una ¨²ltima estaci¨®n.
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