"Algunos ya empezamos a estar bastante hartos"
Las relaciones entre adolescentes espa?oles y latinoamericanos de Pueblo Nuevo son dif¨ªciles. Las canchas son foco de disputas
"Aqu¨ª no puede pasar lo de Alcorc¨®n". Nada m¨¢s pronunciar esta frase desde la barra de bar en la que est¨¢ apoyado, Benito a?ade otra, un poquito m¨¢s bajo, que da a su discurso un tono inquietante: "No podr¨ªa pasar, pero muchos ya empezamos a estar hartos".
En Pueblo Nuevo, un barrio con una poblaci¨®n inmigrante superior al 21%, se palpa un ambiente si no de violencia, s¨ª de desconfianza y de abierta enemistad entre ellos y nosotros, entre extranjeros y espa?oles de toda la vida. Este barrio es superado por el San Crist¨®bal de los ?ngeles, en el distrito de Villaverde, que tiene un 41% de extranjeros.
Las canchas de f¨²tbol y baloncesto que est¨¢n frente al polideportivo municipal han presenciado en los ¨²ltimos a?os el enfrentamiento entre adolescentes su-damericanos y nacionales. El conflicto surgi¨® porque grupos de ecuatorianos obligaban a pagar un par de euros a los otros que quer¨ªan jugar.
Jos¨¦ -piercing en el labio y pelo a lo jarrai- abandona su partida de ping-pong en el polideportivo para explicar por qu¨¦ dej¨® de ir a las canchas al aire libre. "Nos robaban los patinetes y a la segunda vez que nos pidieron dinero, ya no aparecimos m¨¢s por all¨ª", dice este estudiante de 4? de la ESO, de 15 a?os. Eso fue hace tres o cuatro a?os y ni Jos¨¦ ni su amigo Jorge saben si otros chicos sufren ahora la misma extorsi¨®n. "Yo creo que les pasa a los que son m¨¢s peque?os que nosotros", apuntan.
A la partida de ping-pong se unen tres amigos. ?lvaro, que estudia para ser soldador, pone como ejemplo del ambiente entre las dos comunidades la pelea de la semana pasada. "Un espa?ol tuvo un problema con un ecuatoriano y fuimos todo el colegio a apoyar a nuestro amigo, que es de aqu¨ª. Por parte del otro, iban 30 de los de fuera", recuerda.
?lvaro, que se declara comunista, tambi¨¦n habla del d¨ªa en el que decidi¨® que se hac¨ªa "un poquito" racista: "Tres inmigrantes me encerraron en los ba?os de un centro comercial para pegarme. ?Y eso que pod¨ªan darse cuenta de que yo estoy a favor de la igualdad para todos porque llevaba una sudadera del Che!". Cuando se le pregunta a sus amigos si ellos tambi¨¦n son racistas, responden "?Hombre, claro!". "Y adem¨¢s, ellos lo son m¨¢s que nosotros", a?ade Jos¨¦.
Dentro del polideportivo hay otro grupito con historias en contra de los inmigrantes. "Est¨¢bamos jugando al f¨²tbol y unos t¨ªos nos robaron la pelota", dice David, de 14 a?os, que tampoco juega en las canchas al aire libre. No es su territorio.
Jos¨¦ Manuel atiende el bar desde el que se divisan las canchas. Hace 11 a?os que lleg¨® de Bolivia y est¨¢ perfectamente integrado. "Con gente como ¨¦l no hay problema, pero con los otros...", dice Sebasti¨¢n. Los dos se quejan de lo que pasa en el barrio los fines de semana. "Hacen botell¨®n y a la ma?ana siguiente la calle est¨¢ hecha una guarrada; y mean por todas partes", dice el camarero. "Y ponen la m¨²sica alt¨ªsima sin importarles la hora que sea", a?ade Sebasti¨¢n, de 72 a?os.
Todos est¨¢n de acuerdo en que en los ¨²ltimos tiempos la presencia de la polic¨ªa municipal ha ayudado a que la situaci¨®n sea m¨¢s relajada. "Es que antes era un esc¨¢ndalo", justifica Sebasti¨¢n. Pone el ejemplo de un asiduo del bar al que unos inmigrantes le dieron una paliza porque se resisti¨® cuando le quer¨ªan robar. Dice que estuvo un mes sin poder salir de casa, y que cuando lo hizo todav¨ªa ten¨ªa magulladuras en la cara.
Jeffrey, de 24 a?os, est¨¢ a medio camino entre unos y otros: es de origen filipino, pero todos sus amigos son espa?oles y los latinos no terminan de convencerle. "No me caen bien. Muchos te miran como si esto les perteneciera. Y no se trata de racismo, sino de saber comportarse correctamente", asegura.
Fuera, en la calle, el fr¨ªo y unas pocas gotas que caen han dejado desiertas las canchas. S¨®lo un grupo de valientes paraguayos se atreve a jugar al f¨²tbol a esas horas. Ellos dicen que nunca han tenido ning¨²n problema y que las relaciones con los espa?oles son buenas. Pero son todos paraguayos. Como el resto de los grupos que ayer hab¨ªa por el barrio: o espa?oles o latinoamericanos. Sin mezclarse.
Un navajazo por un turno
Ocurri¨® hace tres meses. Los ecuatorianos y los dominicanos se hab¨ªan repartido el tiempo para usar la cancha de baloncesto de Ciudad Lineal. Los primeros, que se hacen llamar los Yanquees, hasta las 22.00. Despu¨¦s, los dominicanos. Bast¨® que uno de los yanquees decidiera alargar un poco su turno para encender la mecha. Una pelea multitudinaria -30 contra nueve- acab¨® con un chico dominicano de 17 a?os grave por un navajazo.Los dominicanos aseguraron entonces que los ecuatorianos cobraban tres euros a todos los ni?os que quisieran utilizar la cancha.
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