Hablar de libros no le¨ªdos
La cultura francesa ha querido definirse por la primac¨ªa del esprit, un concepto de dif¨ªcil traducci¨®n pues mezcla alma, inteligencia e ingenio en un mismo esp¨ªritu. A lo largo de los siglos, el equilibrio de los factores, su preeminencia, se ha ido modificando, como ha ido cambiando su relaci¨®n con el coraz¨®n o sentimiento. La Rochefoucauld cre¨ªa que "el coraz¨®n enga?a siempre al esp¨ªritu", mientras que Balzac defin¨ªa a los franceses como un pueblo en el que "el esp¨ªritu ahoga el alma como el razonamiento la raz¨®n". Nietzsche se aburr¨ªa en Francia "porque todos los franceses se parecen a Voltaire", algo que Talleyrand hab¨ªa intuido antes al constatar que "si hay alguien que tiene m¨¢s esprit que Voltaire es todo el mundo". Para Paul Val¨¦ry, "el esprit es la estupidez en movimiento, mientras que el genio es la estupidez enrabiada". Para ¨¦l, como para Jules Renard, "el esprit es a la inteligencia lo que el vinagre al vino".
La tendencia general, a lo largo del siglo XX y de lo que llevamos del XXI, ha llevado a privilegiar la acepci¨®n ingenio y a reforzar la dimensi¨®n humor¨ªstica del mismo, de manera que el equilibrio entre sus tres componentes se ha decantado a favor de la capacidad de despertar risa. Lo vemos en los programas de televisi¨®n, en los que saber ridiculizar e inteligencia se confunden. Tomarse algo en serio, intentar razonar sin dejarse llevar por la paradoja m¨¢s f¨¢cil, es algo digno de zapping inmediato. En la literatura gala el mayor pecado es el de querer ser trascendente. Todo est¨¢ bajo sospecha: el personaje, la trama, el discurso, la veracidad de las descripciones...
Pierre Bayard es sin duda la encarnaci¨®n perfecta de la ¨¦poca y su mejor cr¨ªtico. Ahora acaba de publicar Comment parler des livres que l'on n'a pas lus? (?C¨®mo hablar de los libros que no se han le¨ªdo?), pero antes ya nos hab¨ªa deslumbrado con Qui a tu¨¦ a Roger Ackroyd (1998), un libro sobre la mejor y m¨¢s famosa novela de Agatha Christie que le serv¨ªa, a partir de una brillante construcci¨®n intelectual, para demostrar que el asesino era Hercules Poirot, el detective, y que ¨¦ste en realidad era -es- un serial killer ya que tambi¨¦n hab¨ªa matado a quienes viajaban en el Orient Expres o aparec¨ªan en otras aventuras de la novelista.
Bayard celebr¨® el a?o 2000 pregunt¨¢ndose Comment am¨¦liorer les œuvres rat¨¦es? (?C¨®mo mejorar las obras fallidas?) y proponiendo su remedio para salvar textos de Ronsard, Corneille, Voltaire, Rousseau, Victor Hugo, Proust o Duras, entre otros. Dos a?os despu¨¦s analizaba, en Enqu¨ºte sur Hamlet, la obra de Shakespeare, como un di¨¢logo de sordos en el que nunca nadie responde a lo que le preguntan. En 2004 invirti¨® una pregunta cl¨¢sica -Peut on appliquer la litt¨¦rature ¨¤ la psychanalyse?- para demostrarnos que s¨ª, que los escritores nos ayudan a comprender a los psicoanalistas, de la misma manera que en el 2005, con Demain est ¨¦crit (El ma?ana est¨¢ escrito), prueba que narradores como Melville, Proust, Kafka, Virginia Woolf, Oscar Wilde o Verhaeren han escrito su futuro.
Hay en la obra de Bayard mucho humor, una gran capacidad para ridiculizarlo todo, pero lo que hace que sus libros no sean, sin dejar de serlo, s¨®lo un mero juego intelectual es el rigor del pensamiento, de unas deducciones implacables y el que la broma, si broma hay, se despliega con absoluta seriedad. Sus comentarios "de libros no le¨ªdos" nos ense?an m¨¢s sobre la literatura y el acto de leer, sobre nosotros mismos, que miles de p¨¢ginas eruditas. En ese sentido, lo mejor del esprit sigue vivo aunque replegado en textos minoritarios como los de Bayard o en Bardadrac (2006), el "diccionario personal" de G¨¦rard Genette. En el caso de estos dos autores, no es justo lo que escribiera Beaumarchais: "?Qu¨¦ est¨²pidas son las personas con esprit!".Pierre Bayard es sin duda la encarnaci¨®n perfecta de la ¨¦poca y su mejor cr¨ªtico
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