"La RDA produjo seres amorales"
El gris nunca ha tenido muchos partidarios, aunque algunos de ellos fueran eminencias. "Fue el color favorito de Bertolt Brecht", dice Florian Henckel von Donnersmarck, director de cine primerizo, autor de la impresionante La vida de los otros, que se estrena el 16 de febrero en Espa?a.
El tono que domina todos los inviernos es tan as¨¦ptico que refleja mundos y sensaciones nada codiciadas. Sin embargo, representa todo un s¨ªmbolo moral, el reflejo de una de las formas m¨¢s recomendables de enfrentarse al mundo: bajo la m¨¢xima del relativismo, con el prisma acertado, el que nos hace contar con la certeza de que no hay blancos ni negros, buenos ni malos, verdades absolutas ni dogmas de fe que no puedan derrumbarse.
"El gris tiene su belleza. Quer¨ªa que en 'La vida de los otros' hubiese muchos grises y verdes pero ning¨²n rojo ni azul"
"Con el nazismo estaba muy claro qui¨¦nes eran los malos. En la RDA, todo eso es m¨¢s confuso. No es tan f¨¢cil se?alar a los culpables"
Gris es el color que domina la paleta de la pel¨ªcula de este cineasta de 33 a?os y dos metros de altura f¨ªsica y moral, un documento sobre la vida en la antigua Alemania del Este que ense?a las tripas de un pa¨ªs moralmente podrido, sin salidas ni futuros posibles. "El gris tiene su belleza. Quer¨ªa que en La vida de los otros hubiese muchos grises y verdes pero ning¨²n rojo ni azul", comenta.
Ayer present¨® Von Donnersmarck su pel¨ªcula, candidata a mejor cinta extranjera para los Oscar, en Madrid, dos semanas antes de su estreno. Espera que marche en el sur de Europa como lo ha hecho en los pa¨ªses escandinavos, donde ha sido incluso mejor recibida que en Alemania esta historia dura, enmarcada en los m¨¦todos y los disparates que llev¨® a cabo la tristemente famosa Stasi, plagada de polic¨ªas anulados por el fanatismo, que espiaban a artistas encerrados en sus paradojas, dominada por pol¨ªticos que interiorizaron como natural el abuso perpetuo y que ten¨ªa como v¨ªctimas a esos ciudadanos en estado de vigilancia permanente a los que trataban como ganado.
El joven director, que es originario del Berl¨ªn occidental, conoci¨® el Este en su versi¨®n m¨¢s cruda, aunque sin muchos tapujos ni oscurantismos baratos: "Mis padres hab¨ªan nacido en el Este y se pasaron al Oeste. De hecho, mi madre se hizo comunista cuando estaba en Berl¨ªn occidental, aunque para las autoridades de la RDA fue siempre sospechosa".
El personaje central de la pel¨ªcula, interpretado de manera magistral por Ulrich M¨¹he, es un agente de la Stasi con principios inquebrantables que decide abordar un camino de iniciaci¨®n: "No s¨¦ en qu¨¦ momento decide poner todo en duda. En la vida real ocurre lo mismo. La crisis de los cuarenta no llega porque un d¨ªa ves a una mujer deslumbrante por la calle, aparece cuando tenemos el contenedor del alma tan lleno que no nos cabe ni un grumo", afirma.
Junto al fascinante M¨¹he, ha recorrido muchos rincones de la zona oriental. "Las proyecciones se convert¨ªan en aut¨¦nticas terapias. Los asistentes comenzaban a contar sus problemas y no terminaban. Para ellos era un verdadero desahogo, y nosotros nos convertimos en una especie de psiquiatras nacionales".
All¨ª, al otro lado de un muro que todav¨ªa existe en el interior de muchos, la pel¨ªcula ha sido aceptada como un acto de justicia con sus desgracias: "No les gustaba que su mundo se reflejara en comedias", cuenta el director.
La vida de los otros muestra minuciosamente los m¨¦todos de la Stasi, sus escuchas, sus interrogatorios, sus archivos, que acabaron abri¨¦ndose a todos los afectados no sin reparos. "Hubo un gran debate en el que mucha gente se mostr¨® en contra ya que cre¨ªan que dar¨ªa lugar a venganzas personales, pero se equivocaron. No hubo ning¨²n problema. Todas esas personas s¨®lo quer¨ªan saber la verdad", afirma Von Donnersmarck.
Cree que eso es todo un s¨ªntoma de la transformaci¨®n que ha experimentado Alemania a lo largo de la segunda mitad del siglo XX: "Ese detalle dice mucho de nuestro pa¨ªs. Ya no somos aquella naci¨®n violenta que amedrentaba a Europa, somos un pa¨ªs pac¨ªfico, incluso hasta un punto preocupante. No estoy seguro de c¨®mo reaccionar¨ªamos ante cualquier ataque".
Aunque quedan sombras, traumas y huellas muy dif¨ªciles de borrar. En la Alemania del Este, aparte de la vivencia del nazismo, el comunismo ahond¨® en la negrura hasta l¨ªmites insoportables. El suicidio se hizo infranqueable en muchos lugares: era la ¨²nica v¨¢lvula de escape. "Con el nazismo estaba muy claro qui¨¦nes eran los malos. En la RDA, todo eso es m¨¢s confuso. Hay muchas cosas imposibles de saber y por tanto no es tan f¨¢cil se?alar a los culpables".
Todo estaba rodeado de sospecha, se viv¨ªa en mitad de una jaula en la que se hab¨ªa instalado la gran mentira: "Eso es muy dif¨ªcil de superar. El sistema produjo seres amorales, hay gente a quienes todo les daba igual. El actual l¨ªder comunista Gysi es un ejemplo clar¨ªsimo. Yo creo que en Occidente no se da tanto esa falta de escr¨²pulos, la mezcla de catolicismo e intelectualismo ha producido una moral fuerte".
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