Placeres de reconfortante sencillez

No suele ser normal que en un restaurante medianamente recomendable no existan dos o tres especialidades que destaquen sobre las dem¨¢s. Ni tampoco que sus platos sean tan variados que el conjunto de su cocina resulte dif¨ªcil de definir. Para sorpresa de sus propios clientes, la gallega Desinda Garc¨ªa, responsable de este nuevo restaurante, practica una cocina igualitaria en la que casi todo despierta el mismo inter¨¦s. En su carta, nada de creatividades ni productos ex¨®ticos. S¨®lo recetas de perfil ib¨¦rico-mediterr¨¢neo que saltan de Galicia al Pa¨ªs Vasco y de Italia a Madrid. Platos castizos propios de las viejas tascas ilustradas (callos, cocido madrile?o), junto a otros rutinarios barnizados de actualidad. En el fondo, un restaurante urbano, de hechuras contempor¨¢neas y precios razonables, que, en consonancia con muchos locales a la ¨²ltima, presta notoriedad a los entrantes, incluidos guisos y arroces, para relegar a un segundo nivel las carnes y los pescados.

Para empezar, propuestas tan socorridas como el carpaccio de vacuno al parmesano, la cl¨¢sica parrillada de verduras, as¨ª como unas verduras en tempura con calamares a la salsa romesco, y un pulpo a feira acertado. Adem¨¢s, huevos estrellados con patatas en dos versiones, con gambas al ajillo (algo grasientos) o con virutas de jam¨®n ib¨¦rico, medianamente logrados. No faltan los callos a la madrile?a, bien condimentados, sin tufillos ni grasas espurias, orgullo de la casa, ni tampoco los cogollos de lechuga con bonito y pimientos asados. Peor suerte corre la pasta fresca con verduras, reblandecida por exceso de cocci¨®n, que se ba?a en una salsa mediocre.

Menos encandilantes son los platos que siguen despu¨¦s. El bacalao, pescado favorito de Garc¨ªa, se sirve de dos maneras: al pilpil sobre pisto (versi¨®n personal del cl¨¢sico Club Ranero bilba¨ªno) o confitado sobre base de cebolla (correcto, sin m¨¢s). Entre las carnes, mal rese?adas en los enunciados (donde dice buey hay que entender vacuno mayor), un solomillo con foie-gras a la salsa de oporto; rabo guisado, y un entrec¨® a la plancha aceptable, aunque algo desdibujado. Todo muy convencional, pero de una reconfortante sencillez.