Iraola destroza a la Real
Dos goles del centrocampista guipuzcoano del Athletic hunden a los blanquiazules, que fallaron un penalti
Iraola, guipuzcoano, pasó a la galería de sentimientos del Athletic cuando salió fotografiado, hundido, tras una remontada de la Real. Entonces se le glorificó como el espíritu esencial del Athletic. Pero Iraola es algo más. Probablemente, es el futbolista vasco actual que mejor combina el corazón y la cabeza. Es capaz de poner el alma en cada jugada y salir de dos contrarios de espaldas a la portería y de tacón. Ayer fulminó a la Real con dos goles corajudos, eso sí, resueltos con el interior del pie, mirando la portería y asegurando el disparo. No fueron tiros violentos, ni desesperados, sino calculados, exactos, más allá de la u?a del portero, para otorgarle la felicidad de la que jamás había disfrutado.
REAL SOCIEDAD 0 - ATHLETIC 2
Real Sociedad: Bravo; Rekarte, González, Víctor López, Garrido; Juanito (Aranburu, m. 75); Xabi Prieto, Elustondo, Savio, Jesuli (Uranga, m. 60); y Skoubo (Herrera, m. 60). No utilizados: Riesgo, Gerardo, Kovacevic y Garitano.
Athletic: Aranzubia; Expósito, Sarriegi, Amorebieta, Javi González; Garmendia (Gabilondo, m. 60), Iraola, Murillo, Yeste; Aduriz (Da?obeitia, m. 88) y Urzaiz (Llorente, m. 75). No utilizados: Alba, Iturriaga, Zubiaurre y Bergara.
Goles: 0-1. M. 13. Centro de Expósito desde la derecha que despeja flojo Bravo e Iraola empalma desde fuera del área. 0-2. M. 68. Centro de Yeste que despeja Víctor López, Iraola dispara desde lejos, el balón golpea en Mikel González e Iraola vuelve a rematar dentro del área.
?rbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Bravo, Xabi Prieto, Sarriegi y Murillo.
25.000 espectadores en Anoeta. Ningún directivo del Athletic acudió al palco por la ruptura de relaciones entre ambos clubes.
La entrada de Skoubo en el lugar de Kovacevic fue algo así como cambiar un moreno por un rubio
Iraola es un futbolista singular, de esos que se adaptan a cualquier puesto (lateral, medio centro, media punta) porque tira de técnica y confía en sus posibilidades. Ayer tocó y hundió a una Real que tuvo su instante (el penalti que Aranzubia detuvo a Prieto), pero que se hundió sin dar muestras jamás de recuperación. El efecto Savio fue gaseoso, apenas se le vio en algunos centros a balón parado, y la entrada de Skoubo en el lugar de Kovacevic fue algo así como cambiar un moreno por un rubio. Eso sí, Skoubo hizo más faltas.
Mané y Lotina, viejos conocidos, sorprendieron al respetable por distintos motivos. Mané se encontró con la baja de ultimísima hora de Casas para el lateral izquierdo por una ciática (cuando había sido anunciado en las fotocopias de la alineación) y se le planteó el problema: la alternativa natural era Zubiaurre, al que viEne probando en ese costado. Pero Anoeta no era el mejor sitio para el debut del ex realista, cuyo paso al Athletic ha provocado un incendio entre ambos clubes y que no juega desde el 22 de mayo de 2005 -con la camiseta de la Real- en Albacete. La segunda alternativa era Javi González, al que se le tramitó la ficha el sábado por la noche, después de estar aparatado del club toda la temporada. Mané eligió a Javi González para frenar al futbolista presuntamente más técnico (pero más frágil) de la Real: Prieto. No le salió mal la apuesta. Javi González cumplió y Anoeta se quedó con las ganas de volcar su ira contra el traidor Zubiaurre. Lotina fue más arriesgado y prescindió de Aranburu, la esperanza de la Real, para poner en su lugar al joven Elustondo. Nadie lo entendió. El técnico vizcaíno, quizás, quería proteger con dos perros de presa la imaginación de Savio y Jesuli, acortándoles el terreno.
Pero una cosa es la pizarra y otra el terreno de juego. Sobre el campo, el Athletic demostró más hambre, más altura, más kilos y más anticipación para impedir a su rival jugar al fútbol. Más aún si a los 12 minutos se pone por delante con el gol de Iraola. Ahí creció el Athletic y pareció gigantesco cuando Aranzubia adivinó el lanzamiento del penalti con el que Undiano sancionó una mano de Sarriegi a centro de Savio.
La anticipación en el fútbol es un asunto fundamental. Y el Athletic se anticipó casi siempre a una Real a la que le pesaban los pies, las piernas y la cabeza. Incapacitada en el juego aéreo (Skoubo sólo se distinguió por sus faltas inoportunas) y siempre un segundo por detrás del Athletic. El equipo rojiblanco jugaba a rachas, con poquito juego por las bandas, pero con poquitos toques, lo que llevaba por la calle de la amargura a los centrales de la Real.
Fueran los nervios, fuera el marcador, fuera su escaso juego, la Real desaprovechó incluso jugadas evidentes. O quizás topó con Aranzubia, otro héroe. Por tres veces frenó a la Real (el penalti de Xabi Prieto, un remate a bocajarro de Savio y un cabezazo de Juanito casi inapelable) y evitó el empate antes de que Iraola combinara el alma y el cuerpo para conseguir el segundo gol que condenaba a la Real al infierno. Algo quedó claro: el Athletic juega básico, pero sabe a qué juega; la Real, no. El Athletic, físicamente, resiste con comodidad; a la Real le atenazan los nervios. Detalles futbolísticos, más o menos lujosos, más o menos laboriosos, que decidieron un partido que, seguramente, marcará el rumbo de la Real para evitar el descenso. Por más vueltas que da Lotina, la Real no tiene gol. Y al parecer, no hay arietes en el mercado. O no los buscan adecuadamente. Kovacevic ni jugó; Skoubo, estuvo, pero no dejó ni una sola noticia de su paso.
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