Domingo de Carnaval, 1937
Se cumplen 70 a?os del ¨¦xodo de poblaci¨®n civil que huy¨® de M¨¢laga hacia Almer¨ªa
Entro en la catedral de M¨¢laga y superpongo a la realidad de hoy las fotos de los refugiados en los d¨ªas de la toma de M¨¢laga por las tropas italianas y franquistas, en el carnaval de 1937. Era entonces M¨¢laga una ciudad de refugiados que, desde el principio de la Guerra Civil, llegaban de C¨¢diz, Sevilla, C¨®rdoba y Granada. En agosto y septiembre los golpistas tomaron Ronda y Antequera, y los campesinos corr¨ªan hacia M¨¢laga, donde eran albergados en las mansiones del Limonar y el Paseo de Sancha, en la f¨¢brica de Tabacos, en iglesias y conventos en tiempos de persecuci¨®n religiosa.
Un muro proteg¨ªa en la catedral los tesoros del templo, frente a la miseria radical de los fugitivos que buscaban cobijo en la ciudad asediada. El fil¨®sofo Adolfo S¨¢nchez V¨¢zquez, un muchacho entonces, comunista, recuerda c¨®mo las masas de los pueblos vecinos a?ad¨ªan sus necesidades a las necesidades de los malague?os. El americano Edward Norton, hombre de negocios en M¨¢laga, partidario de Franco, vio caer sobre la ciudad una avalancha de harapientos, enfermos y aterrorizados. Luis Bol¨ªn, oficial de prensa del general Queipo de Llano, visit¨® la catedral inmediatamente despu¨¦s de la conquista: "El espacio interior estaba ocupado en casi su totalidad por una horda repugnante hacinada en la mugre y la porquer¨ªa... Un ni?o muerto yac¨ªa al pie de una columna; un hedor insoportable -el cl¨¢sico olor a rojo- se extend¨ªa por las naves".
Las historiadoras Luc¨ªa Prieto y Encarnaci¨®n Barranquero, de la Universidad de M¨¢laga, han reconstruido el estado m¨¦dico y moral de la ciudad en aquel invierno. A la hambruna, las pulmon¨ªas y la epidemia de sarampi¨®n se sumaban los efectos de los bombardeos. El americano Norton, comerciante en frutos secos, patr¨®n de 300 trabajadoras con quienes compart¨ªa el momento de las bombas, anot¨® en sus diarios 49 ataques a¨¦reos desde agosto de 1936. La aparici¨®n de los aviones animaba a quienes, como Norton, deseaban el triunfo del golpe. Las campanas, que hab¨ªan llamado a misa, ahora anunciaban los bombardeos, y Norton constataba que "el general Franco era el ¨²nico due?o del cielo azul de Andaluc¨ªa" y percib¨ªa que "las autoridades rojas" ni siquiera hab¨ªan tomado medidas para reforzar la moral civil y militar de una M¨¢laga indefensa, sin refugios, intensamente bombardeada. La economista Marjorie Grice-Hutchinson recordaba un aspecto m¨¢s a la situaci¨®n del momento: la venganza popular contra las familias de clase media y alta, los asesinatos en la calle, los fusilamientos en el cementerio.
El pavor crec¨ªa en M¨¢laga. Los cruceros Canarias y Cervera apuntaban sus ca?ones hacia el puerto. Los bombardeos eran reforzados por las amenazadoras charlas radiof¨®nicas de Queipo de Llano, jefe de los golpistas en el sur, y la fama de las tropas moras de Franco. La mujer de Gerald Brenan, Gamel Woolsey, le escrib¨ªa a una amiga que acoger¨ªa en su casa de Churriana a cuantos pudiera si llegaban la legi¨®n y los moros, "a quienes los campesinos temen tanto". El joven S¨¢nchez V¨¢zquez cuenta que el 6 de febrero algunas unidades militares se replegaban a M¨¢laga, desorganizadas y "en compa?¨ªa de miles de refugiados que hu¨ªan de sus pueblos, aumentando as¨ª la congesti¨®n y el caos en los caminos". El d¨ªa 7, domingo de Carnaval, "tropas marroqu¨ªes e italianas ya estaban a unos cuantos kil¨®metros de la ciudad". Se o¨ªan los ca?onazos. El Estado Mayor del coronel Villalba y los responsables pol¨ªticos de la ciudad decidieron la retirada, hacia Torre del Mar, hacia Nerja. Abandonaron a la poblaci¨®n a su suerte.
Edward Norton lo cuenta as¨ª: "El general Queipo de Llano y el comandante de sus ej¨¦rcitos, el duque de Sevilla, estaban lanzando todos sus efectivos sobre la M¨¢laga roja (...) Los aviones nos sobrevolaron. Los ca?onazos se o¨ªan cada vez m¨¢s cerca. Entonces vimos la huida de M¨¢laga de la gente aterrorizada (...) Una gran multitud bajaba por el Camino Nuevo (...) La Caleta estaba totalmente llena de gente, un espect¨¢culo doloroso (...) Nunca hab¨ªamos visto una huida tan desesperada y esper¨¢bamos no tener que volver a ver nunca algo as¨ª". El jardinero de Norton perdi¨® a su mujer y a sus cuatro hijos "en esa descabellada confusi¨®n".
Ni Norton, ni Queipo de Llano en sus charlas radiadas, hablaron nunca de los italianos, 10.000 soldados, tres columnas fundamentales en la ofensiva sobre M¨¢laga con apoyo de tanquetas y aviaci¨®n, desde Antequera y Loja, sobre la capital, y desde Alhama sobre V¨¦lez. El coronel Borb¨®n, duque de Sevilla, avanzaba desde Marbella por la costa. El domingo 7 de febrero los italianos estaban a 5 kil¨®metros del centro de M¨¢laga. Italianos y espa?oles entraron en la ciudad el lunes de Carnaval. El periodista Arthur Koestler, que estaba a punto de ser detenido por su colega Luis Bol¨ªn en casa de un s¨²bdito ingl¨¦s, recuerda que en la ma?ana del 9 de febrero vio bajar a M¨¢laga camiones de italianos en interminable columna. Le llamaron la atenci¨®n los uniformes impecables y la alegr¨ªa del vencedor en la cara de los soldados.
El historiador Antony Beevor ha contado el bombardeo de M¨¢laga por la aviaci¨®n italiana y la flota franquista apoyada por el buque alem¨¢n Admiral Graf Spee, y ha recogido una anotaci¨®n del diario de Wolfram von Richthofen, jefe de la Legi¨®n Condor, del 6 de febrero: "Por fin ha podido despegar la escuadrilla de cazas, los italianos avanzan con dificultad (...) a¨²n est¨¢n a cuatro kil¨®metros de M¨¢laga".El 8 de febrero el alem¨¢n estall¨® de j¨²bilo: "?Hemos tomado M¨¢laga!" Los malague?os en masa hu¨ªan hacia Almer¨ªa. El historiador Beevor lo cuenta as¨ª: "Las descripciones de la huida de civiles y milicianos exhaustos que escapaban de la ciudad por la carretera de la costa son espeluznantes: mujeres enloquecidas (...) amamantando a sus hijos muertos (...) los m¨¢s viejos y d¨¦biles (...) muriendo a lo largo de la carretera bajo el fuego de los morteros que llegaban desde el mar y desde los aviones que en vuelo rasante ametrallaban sin piedad a los fugitivos". Luis Bol¨ªn, el periodista que contrat¨® para Franco el vuelo del Dragon Rapide Las Palmas-Tetu¨¢n, neg¨® lo principal en sus memorias: "Los rojos denunciaron al mundo que nuestros buques de guerra ca?oneaban a cuantos escapaban por la costa, pero yo no descubr¨ª el m¨¢s m¨ªnimo vestigio de semejante ca?oneo".
Sin citar a las decenas de supervivientes que a¨²n recuerdan los ca?onazos, Queipo de Llano rectific¨® en cierta medida por anticipado la memoria de su subordinado Bol¨ªn, en su charla radiada del d¨ªa 9: "Un parte de nuestra aviaci¨®n me comunicaba que grandes masas hu¨ªan a todo correr hacia Motril. Para acompa?arles en su huida y hacerles correr m¨¢s aprisa, enviamos a nuestra aviaci¨®n que bombarde¨® incendiando algunos camiones". El cuaderno de bit¨¢cora del crucero Canarias, citado por Jes¨²s Majada y Fernando Bueno, desmiente a Bol¨ªn: "Se dispararon los ca?ones de 12 cent¨ªmetros de estribor sobre grupos que hu¨ªan de M¨¢laga por la carretera".
Nos hemos acostumbrado a hablar de la Guerra Civil de 1936 repitiendo los esquemas de los aparatos de propaganda de los golpistas y del Gobierno de la Rep¨²blica. El brit¨¢nico Beevor dice que todos estamos dispuestos a conocer los hechos tal como ocurrieron siempre que coincidan con nuestras ideas preconcebidas. Pero el episodio de la huida de M¨¢laga, contado por quienes lo vivieron, demuestra hasta qu¨¦ punto son compatibles en un mismo momento hist¨®rico y en distintos bandos la crueldad, la insensatez, la traici¨®n, la indefensi¨®n y la inocencia.
SEIS LIBROS Y UNA EXPOSICI?N
Luc¨ªa Prieto Borrego y Encarnaci¨®n Barranquero Texeira, La agon¨ªa de M¨¢laga: poblaci¨®n civil y retaguardia. Cedma. M¨¢laga, 2007
Jes¨²s Majada Neila y Fernando Bueno P¨¦rez, Carretera M¨¢laga-Almer¨ªa (Febrero de 1937). Caligrama. M¨¢laga, 2006
Antonio Nadal. Guerra civil en M¨¢laga. Arguval. M¨¢laga, 1984
Edward Norton. Muerte en M¨¢laga. Universidad de M¨¢laga, Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Fundaci¨®n Unicaja. M¨¢laga, 2004
J. A. Ramos Hitos. Guerra Civil en M¨¢laga, 1936-1937. Revisi¨®n Hist¨®rica. Algazara. M¨¢laga, 2003
Antony Beevor. La Guerra Civil espa?ola. Cr¨ªtica. Barcelona, 2005
M¨¢laga 1937. Proyecto de Rogelio L¨®pez Cuenca. Sala de Exposiciones Alameda, M¨¢laga. A partir del 9 de febrero
La revista Ateneo del Nuevo Siglo, del Ateneo de M¨¢laga, dedica su n¨²mero de diciembre de 2006 a Historia y memoria. Guerra Civil y franquismo en M¨¢laga, coordinado por Fernando Arcas
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