So?ar en la Gran V¨ªa
En los albores del siglo XX, cambalache problem¨¢tico y febril, siglo de luces el¨¦ctricas y sombras terribles, los madrile?os se preparaban para albergar en su callejero una flamante y modern¨ªsima avenida que habr¨ªa de ser, casi siempre, su orgullo y, a veces, su pesadilla. En 1910, las brigadas de demolici¨®n comenzaron a aplanar su kilom¨¦trico trazado y pasaron a mejor vida de la que llevaban sombr¨ªos callejones de mala nota y reputaci¨®n patibularia, como la calle de Ceres, calle del amor, mercenario y con min¨²sculas, perdida para siempre, salvo para la novela, en la memoria escrita de P¨ªo Baroja, vecino del barrio y frecuentador, literario, en su juventud de c¨¦ntricos antros y garitos suburbiales.
La Gran V¨ªa se estren¨® como zarzuela antes de ser estrenada como calle. La obra hom¨®nima, con m¨²sica de Federico Chueca y Joaqu¨ªn Valverde y libreto de Felipe P¨¦rez y Gonz¨¢lez es una zarzuela fant¨¢stica y una fant¨¢stica zarzuela protagonizada por las calles de Madrid y sus gentes de a pie, de coche y de tranv¨ªa, una obra grande del g¨¦nero chico cuyos chispeantes cantables coreaban los madrile?os de todas las edades y clases, incluido el joven P¨ªo Baroja que recuerda haber profanado muchas veces la severidad de los claustros escolares con el estribillo de la jota de los ratas y con las justificadas quejas de la pobre chica que tiene que servir y aprende a sisar, dos buenas piezas que alegraron los germ¨¢nicos bigotes de Federico Nietzsche, tal vez hastiado de grandilocuencias wagnerianas, que en su correspondencia personal elogia vivamente la vivacidad de la m¨²sica y la amoralidad de los textos, algunos de una actualidad siempre rabiosa, sirva el ejemplo: "Para que pueda un gobierno / vivir tranquilo y en paz / s¨®lo hay un medio eficaz / probado, inmutable, eterno: / tapar con resoluci¨®n / toda boca que amenaza...! La del d¨¦bil con mordaza! / ?La del rico con turr¨®n!".
La Gran V¨ªa siempre ha sido moderna, incluso posmoderna, La Gran V¨ªa es Nueva York titula el escritor Ra¨²l Guerra Garrido una novela reciente y espl¨¦ndida. La Gran V¨ªa ha sido escaparate de la ciudad, un escaparate en el que quisieron reflejarse y dejar huella regidores y mun¨ªcipes empe?ados en reformas y contrarreformas, necesarias o accesorias. La Gran V¨ªa naci¨® con visi¨®n de futuro sobre todo para facilitar el tr¨¢fico rodado que se preve¨ªa ingente en el reci¨¦n estrenado siglo XX. Certera previsi¨®n que cien a?os despu¨¦s alcanza su punto ¨¢lgido, la arteria nacida para canalizar el flujo circulatorio est¨¢ saturada y se colapsa con frecuencia y hay quienes, como el candidato socialista a la alcald¨ªa de Madrid se plantean, o replantean, una soluci¨®n radical: su peatonalizaci¨®n, que ser¨ªa la venganza del peat¨®n at¨®nito, paseante del caos. Una Gran V¨ªa para ni?os, perros y bicicletas, atletas urbanos, viandantes, turistas y saltimbanquis, un remanso que se sue?a imposible a estas alturas. Una Gran V¨ªa con tranv¨ªas ecol¨®gicos y ligeros, herederos de aquellos "troles" en los que los ratas zarzueleros daban "lecciones gratuitas de prestidigitaci¨®n", una Gran V¨ªa en la que -no hay para¨ªso sin serpiente- sus descendientes seguir¨¢n aplicando su parda filosof¨ªa: "Siempre que nos persigue / la autoridad / es cuando m¨¢s tranquilos, robamos m¨¢s".
El sue?o de la Gran V¨ªa peatonal tiene tambi¨¦n sus tintes de pesadilla, porque la Gran V¨ªa de hoy, con tr¨¢fico, y la de un posible ma?ana, sin ¨¦l, est¨¢ dejando de ser escaparate de la vida ciudadana para transformarse s¨®lo en escaparate, sin met¨¢foras, comercio, puro comercio, no tr¨¢fico de sue?os cinematogr¨¢ficos y ocios compartidos, sino de mercanc¨ªas, ropas franquiciadas y complementos globalizados. Uno a uno van cayendo los magn¨ªficos palacios del cine, testigos de aquella ¨¦poca en la que Madrid emulaba a Nueva York con sus enormes carteleras y sus r¨®tulos resplandecientes: Coliseum, Olimpia, Rialto, Capitol, Imperial, Rex... y sus cafeter¨ªas americanizadas: Nebraska, California... La Gran V¨ªa de Gallard¨®n, aten¨²a sus luces por aquello del ahorro y la contaminaci¨®n lum¨ªnica pero tambi¨¦n para ocultar el expolio. El cambio de uso, de sala cinematogr¨¢fica a edificio comercial, del cine Avenida es el ¨²ltimo eslab¨®n de una cadena que har¨¢ de la Gran V¨ªa, sin coches, o con ellos, un inmenso centro comercial. S¨®lo falta que le pongan techo, pero creo que hay gente que ya est¨¢ en ello.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.