M¨²qtada no rompe la baraja
El ind¨®mito cl¨¦rigo chi¨ª frena el acoso estadounidense a su milicia volviendo a participar en el juego pol¨ªtico
Rechaz¨® la presencia de tropas extranjeras en Irak desde el primer d¨ªa. Denunci¨® a los pol¨ªticos que Estados Unidos nombr¨® a dedo. Y cre¨® su propia milicia, el Ej¨¦rcito del Mahdi. Era agosto de 2003 y pocos observadores prestaron atenci¨®n a aquel joven cl¨¦rigo chi¨ª de ojos saltones y dientes tintados por el t¨¦. M¨²qtada al S¨¢der apenas ten¨ªa 30 a?os, escasa formaci¨®n teol¨®gica y nunca hab¨ªa salido de su pa¨ªs. Pronto, su cara regordeta bajo el turbante negro se convirti¨® en bandera de la resistencia chi¨ª a la ocupaci¨®n estadounidense y en uno de los principales problemas para los planes de George W. Bush en el Irak de la posguerra.
Nadie sabe qu¨¦ significa ahora el silencio de M¨²qtada ante la ofensiva estadounidense contra su movimiento. Sus disciplinados seguidores no han salido a la calle para protestar por la detenci¨®n de 600 miembros de su milicia, incluidos 16 de sus comandantes. A pesar de ello, M¨²qtada no rompe la baraja y se mantiene dentro del juego pol¨ªtico. Sus 32 diputados -fueron esenciales para dar el a?o pasado el Gobierno a Nuri al Maliki y a cambio de cuyo apoyo obtuvo seis de las 37 carteras ministeriales- han vuelto al Parlamento despu¨¦s de dos meses de boic¨® para respaldar el nuevo plan de seguridad que va a aplicarse en Bagdad.
El Pent¨¢gono le responsabiliza de la mayor¨ªa de las matanzas contra sun¨ªes desde el ataque contra el santuario chi¨ª de Samarra hace un a?o
Fuentes chi¨ªes sostienen que M¨²qtada responde as¨ª ante la petici¨®n de otros dirigentes de su comunidad, que desean ofrecer un frente unido ante la situaci¨®n cada vez m¨¢s dif¨ªcil que atraviesa Irak. Para algunos observadores se trata en cambio de una indicaci¨®n de que su movimiento, el ¨²nico verdaderamente popular surgido tras el derrocamiento del r¨¦gimen de Sadam Husein en abril de 2003, ha empezado a perder el apoyo del que gozaba, en parte por su desgaste en el ejercicio del poder.
Los m¨¢s esc¨¦pticos aseguran que la aparente moderaci¨®n del cl¨¦rigo s¨®lo pretende reducir la presi¨®n sobre su milicia del Ej¨¦rcito del Mahdi (las noticias apuntan que sus jefes militares han pasado a la clandestinidad para evitar la detenci¨®n). Incluso esta presi¨®n estadounidense podr¨ªa servirle para purgar a los elementos que escapan a su control.
No es la primera vez que aparenta desbandar a los milicianos para seguir en su empe?o: lograr un gobierno dominado por los chi¨ªes, al estilo iran¨ª, pero independiente de Ir¨¢n. Tal anhelo, tanto o m¨¢s que las capacidades del Ej¨¦rcito del Mahdi (que han aumentado ante los sucesivos errores norteamericanos), es lo que le ha convertido en el mayor enemigo de Estados Unidos, cuyos soldados han fracasado en varios intentos de acabar con el grupo. Un reciente informe del Pent¨¢gono calificaba a sus 60.000 efectivos de ser la "amenaza m¨¢s significativa a la seguridad" en Irak. Sus portavoces les responsabilizan de la mayor¨ªa de las matanzas contra sun¨ªes desde el ataque contra el santuario chi¨ª de Samarra en febrero del a?o pasado.
C¨®mo ha logrado alcanzar esa fuerza en apenas tres a?os (cuando los analistas militares le atribu¨ªan entre 500 y 1.000 combatientes) tiene mucho que ver con la personalidad de su l¨ªder. Envuelto en el sudario blanco que simboliza su disposici¨®n al martirio, M¨²qtada habla el lenguaje de la calle. Frente al ¨¢rabe cl¨¢sico que emplean los cl¨¦rigos de la Hawza (la autoridad colegiada chi¨ª), su ¨¢rabe coloquial resulta familiar a los j¨®venes chi¨ªes despose¨ªdos. Y su agresivo antiamericanismo les ofrece una v¨ªa para canalizar la rabia y la frustraci¨®n acumuladas ante la falta de expectativas. Poco a poco este astuto pol¨ªtico ha logrado erigirse en defensor de la comunidad chi¨ª frente a los crecientes ataques de los extremistas sun¨ªes.
A pesar de que sus seguidores se refieren a ¨¦l como hoyatoleslam, M¨²qtada carece de la autoridad religiosa para interpretar el Cor¨¢n (ijtihad) y pronunciar fetuas. El ambicioso cl¨¦rigo basa su legitimidad en el linaje familiar. Es hijo del gran ayatol¨¢ Mohamed S¨¢deq al S¨¢der y yerno del gran ayatol¨¢ Mohamed B¨¢quer al S¨¢der, ambos asesinados por el r¨¦gimen de Sadam. Adem¨¢s, traza sus or¨ªgenes hasta Yafar al S¨¢deq y su hijo Musa al Kadhem, sexto y s¨¦ptimo imanes del chiismo y descendientes directos del profeta Mahoma. De ah¨ª, el turbante negro que corona su cabeza.
Inicialmente, M¨²qtada sigui¨® la orientaci¨®n religiosa del gran ayatol¨¢ Kadhem al Haeri, un cl¨¦rigo iraqu¨ª exiliado en Ir¨¢n que fue mano derecha de su padre, y no del gran ayatol¨¢ Al¨ª Sistan¨ª, un iran¨ª afincado en Irak al que siguen la mayor¨ªa de los chi¨ªes iraqu¨ªes. Sin embargo, Al Haeri termin¨® tomando distancias. "No nos consulta", justific¨® en un comunicado despu¨¦s de que su enfrentamiento con las tropas estadounidenses en Nayaf da?ara la mezquita de Al¨ª en agosto de 2004. Detr¨¢s existe tanto un debate ideol¨®gico como pol¨ªtico. M¨²qtada, siempre cr¨ªtico con la influencia iran¨ª en el liderazgo religioso de los chi¨ªes iraqu¨ªes, reforz¨® sus credenciales nacionalistas cuando durante el sitio de Faluya, en abril de 2004, ayud¨® a la insurgencia sun¨ª frente a Estados Unidos.
Estos detalles parecen haber pasado inadvertidos para Washington, que ha querido presentarle como un agente de Ir¨¢n. No es tan sencillo. Sin duda, el Gobierno de Teher¨¢n trata de mantener buenas relaciones con las principales facciones iraqu¨ªes y no s¨®lo con Abdelaziz al Hakim, cuya Asamblea Suprema para la Revoluci¨®n Isl¨¢mica en Irak alberg¨® hasta la ca¨ªda de Sadam. Pero aunque M¨²qtada ha viajado varias veces a la Rep¨²blica Isl¨¢mica y algunos de sus dirigentes le han alabado en p¨²blico, dispone de fuentes de financiaci¨®n propias y da la impresi¨®n de actuar con independencia.
Desde el principio de la ocupaci¨®n, el joven cl¨¦rigo supo aprovechar las redes de caridad establecidas por su padre durante los a?os de sanciones internacionales y el respaldo de los novicios para los que hab¨ªa sido fuente de emulaci¨®n. Antes de que concluyera abril de 2003, sus seguidores hab¨ªan abierto la Oficina de Al S¨¢der en una de las barriadas m¨¢s abandonadas de Bagdad, Ciudad Sadam, y ofrec¨ªan desde agua potable hasta asistencia m¨¦dica, al estilo del Hezbol¨¢ liban¨¦s. El r¨¦dito pol¨ªtico fue inmediato. Los habitantes rebautizaron el arrabal, donde se hacinaban dos millones de chi¨ªes, como Ciudad S¨¢der, en honor de su progenitor.
Ese suburbio se ha convertido en su feudo, aunque M¨²qtada sigue viviendo en Nayaf (el tradicional centro de poder de la familia Al S¨¢der) y predicando en la vecina Kufa, a apenas ocho o 10 kil¨®metros de su casa. Pero los ricos comerciantes de esas ciudades santas no simpatizan con su radicalismo y ven a sus milicianos como meros grupos de bandidos. De todas formas, si el nuevo plan de seguridad dise?ado por Estados Unidos no da resultado y se repite un atentado antichi¨ª del calibre del que el pasado noviembre acab¨® con la vida de 215 personas en Ciudad S¨¢der, el Ej¨¦rcito del Mahdi volver¨¢ a actuar. M¨²qtada sabe que la popularidad de su movimiento es fruto de su imagen como protector de los chi¨ªes y no de su gesti¨®n en el Ministerio de Salud.
Al estilo de Hezbol¨¢
Desde el principio de la ocupaci¨®n, el joven cl¨¦rigo M¨²qtada al S¨¢der supo aprovechar las redes de caridad establecidas por su padre durante los a?os de sanciones internacionales y el respaldo de los novicios para los que hab¨ªa sido fuente de emulaci¨®n.
Antes de que concluyera abril de 2003, sus seguidores hab¨ªan abierto la Oficina de Al S¨¢der en una de las barriadas m¨¢s abandonadas de Bagdad, Ciudad Sadam, y ofrec¨ªan desde agua potable hasta asistencia m¨¦dica, al estilo del Hezbol¨¢ liban¨¦s. El r¨¦dito pol¨ªtico fue inmediato. Los habitantes rebautizaron el arrabal, donde se hacinaban dos millones de chi¨ªes, como Ciudad S¨¢der, en honor de su progenitor.
Ese suburbio se ha convertido en su feudo, aunque M¨²qtada sigue viviendo en Nayaf (el tradicional centro de poder de la familia Al S¨¢der) y predicando en la vecina Kufa, a apenas ocho o 10 kil¨®metros de su casa. Pero los ricos comerciantes de esas ciudades santas no simpatizan con su radicalismo y ven a sus milicianos como meros grupos de bandidos.
De todas formas, si el nuevo plan de seguridad dise?ado por Estados Unidos no da resultado y se repite un atentado antichi¨ª del calibre del que el pasado noviembre acab¨® con la vida de 215 personas en Ciudad S¨¢der, el Ej¨¦rcito del Mahdi volver¨¢ a actuar.
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