La desesperaci¨®n de Kahn
El meta del Bayern, rival del Madrid en plena crisis, apuesta por "restablecer la disciplina"
El caf¨¦ Roma, situado en la parte m¨¢s aristocr¨¢tica de la avenida de Maximiliano, en M¨²nich, cuenta con una clientela de un refinado exotismo. El m¨¢s ex¨®tico de sus clientes es Oliver Kahn. O mejor dicho, era Oliver Kahn. Porque, aunque Kahn sigue acudiendo a sentarse en sus sillones de cuero negro, ya ha dejado de ser un tipo ex¨®tico. Ahora el portero del Bayern es un hombre m¨¢s reposado, m¨¢s vulgar. Ha perdido esa fiereza que le caracterizaba. Ya no aparca su Ferrari en plena terraza, obstruyendo el carril bici, para ocupar la mesa m¨¢s pr¨®xima y tomar el sol como un lagarto a la vista de las se?oras que pasean el perro. Ahora se comporta como un viandante m¨¢s. Deja el coche en el aparcamiento y procura sentarse en mesas interiores para evitar el exhibicionismo. No se conduce como un inconsciente. Lo asaltan las dudas. Se hace preguntas. Como por ejemplo: "?Para qu¨¦ me sigo entrenando todos los d¨ªas si con esta defensa no puedo hacer nada? ?Para qu¨¦, si de todos modos, recibir¨¦ muchos goles?".
Tras las vacaciones de invierno, el conjunto de M¨²nich recibi¨® seis goles en tres partidos
El equipo que gan¨® la Copa de Europa ten¨ªa cinco extranjeros. Ahora alinea entre siete y ocho
El Bayern que visitar¨¢ el Bernab¨¦u el pr¨®ximo martes, en Liga de Campeones, ha sufrido cambios profundos. Despu¨¦s de las vacaciones de invierno, recibi¨® seis goles en tres partidos contra el Borussia Dortmund (3-2), el Bochum (0-0) y el N¨²remberg (3-0). "Nunca me hab¨ªa ocurrido algo as¨ª", protest¨® Kahn, al salir del estadio del N¨²remberg, hace dos semanas. Nunca hab¨ªa encajado goles con esa frecuencia. Tampoco hab¨ªa reaccionado ante los errores con la misma parsimonia. El viejo Kahn, ese hombre que firmaba sus aut¨®grafos con un prepotente Nummer eins [n¨²mero uno], ya no se enfurec¨ªa con su defensa despu¨¦s de cada gol. Ya sin ira, se paseaba por los campos de la Bundesliga resignado, como un yogui. Cada vez que le met¨ªan un gol se limitaba a recoger la pelota de la red.
Al verle tan abatido, tan harto de estar harto, el p¨²blico alem¨¢n se preocup¨®. La prensa tambi¨¦n. Un periodista del Bild le dijo: "Pareces desesperado". Kahn respondi¨®: "?Es que es para empezar a desesperarse!". El portero confes¨® su pesadumbre y puso al actual preparador de guardametas del Bayern, el gran Sepp Maier, como testigo: "A veces voy al entrenamiento y le digo a Sepp: '?Para qu¨¦ me entreno como un demonio?".
Kahn es la imagen de la depresi¨®n postraum¨¢tica. Pas¨® sus mejores a?os alardeando de megaloman¨ªa, pero bien cubierto por un pu?ado de alemanes fuertes y disciplinados. Babbel, Kreuzer, Jeremies, Effenberg, Matth?us, Helmer, Linke, o Thon, lo pudieron sacar de quicio, pero nunca lo asombraron. Antes Kahn gritaba, hablaba todo el partido con sus defensas. Tambi¨¦n los amenazaba y los insultaba. Ahora ha callado. Es tal la perplejidad que le provoca Lucio que se ha quedado mudo. El central brasile?o es capaz de incorporarse a cualquier jugada de su equipo, en cualquier momento, para aparecer a rematar en el segundo palo. Esto es lo que hizo contra el Arminia, el domingo pasado. Con Lucio nunca se sabe. Esta falta de orden tiene a Kahn al borde del hundimiento. A sus 38 a?os, el hombre no est¨¢ para revoluciones.
"Es uno de esos personajes del antiguo Bayern, un car¨¢cter, un l¨ªder, un talento" dice Hargreaves para explicar la longevidad de su portero. "A veces lo veo entrenarse y est¨¢ m¨¢s concentrado que cuando juega. Los jugadores que permanecen en un nivel tan alto durante tanto tiempo son como Zidane o Kahn. Pertenecen a la clase que no se esconde con trucos para evitar el esfuerzo cotidiano".
El Bayern que gan¨® la Copa de Europa en 2001 ten¨ªa cinco extranjeros. Todos ocupan puestos alejados de su porter¨ªa. El Bayern actual suele alinear entre siete y ocho. Los dos centrales son suramericanos. Lucio es brasile?o y De Michelis argentino. Con De Michelis, Kahn se comunica poco. Con Lucio, nada. Lucio lee la Biblia continuamente. Parece mudo. Con la llegada de Hitzfeld al banquillo, su titularidad en el equipo corre peligro.
Otmar Hitzfeld y Kahn mantienen una relaci¨®n estrecha. Ambos coinciden en diagnosticar la crisis del equipo como un problema de disciplina. Hitzfeld ya ha encontrado al culpable: "A Lucio le falta prudencia. Debe ser un l¨ªder. Pero para serlo, deber¨ªa ser un factor estabilizador en la defensa, y no lo es".
"Debemos restablecer la disciplina", ordena Kahn. Hasta que eso ocurra, los clientes del caf¨¦ Roma podr¨¢n disfrutar de su terraza sin que nadie les intimide.
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