El sol frente al viento
Una de las f¨¢bulas m¨¢s conocidas de Esopo es la que relata el combate librado entre el sol y el viento, tras haberse desafiado mutuamente para comprobar qui¨¦n era m¨¢s fuerte de los dos. A tal prop¨®sito, decidieron afrontar el reto de quitar los vestidos a un caminante que pasaba junto a ellos. El viento sopl¨® con todas sus fuerzas, pero cuanto m¨¢s se empe?aba en su tarea, el caminante se apretaba m¨¢s la ropa, optando incluso por ponerse un abrigo para protegerse. Cuando lleg¨® el turno del sol, ¨¦ste no se esforz¨® demasiado: se limit¨® a lucir su brillo y a dar calor, logrando que en pocos minutos el caminante, sudando, se quitara la ropa y corriera en busca de un r¨ªo en el que ba?arse, demostr¨¢ndose as¨ª la superioridad de la persuasi¨®n sobre la furia y la violencia.
La f¨¢bula y su moraleja bien podr¨ªan aplicarse a las recientes declaraciones de Josu Jon Imaz, en las que abogaba por "cautivar a Espa?a" como aspecto clave de su pol¨ªtica, declaraciones que no han gustado nada en aquellos sectores del nacionalismo vasco que prefieren seguir instalados en la confrontaci¨®n permanente. Pareciera que Imaz, consciente de los escasos r¨¦ditos obtenidos en lo referente al autogobierno mediante el unilateralismo y la confrontaci¨®n, hubiera decidido seguir a Einstein - "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo", escribi¨® en una ocasi¨®n- y dar un golpe de tim¨®n en la estrategia de su partido.
Durante los ¨²ltimos a?os -los que transcurrieron desde el asesinato de Miguel ?ngel Blanco hasta el rechazo del Plan Ibarretxe por parte del Congreso de los Diputados- la direcci¨®n del PNV parec¨ªa haberse enfrascado en una din¨¢mica caracterizada por el esencialismo y la bronca, cuyo sentido ¨²ltimo ha dado lugar a no pocas interpretaciones. Lo cierto es que Egibar y Arzalluz pueden presentar un ¨²nico y claro resultado, como producto de su unilateralismo soberanista y de la b¨²squeda de la confrontaci¨®n institucional: el haber logrado mantener al PNV en el poder, con todo lo que ello representa, explotando adecuadamente el victimismo generado por la ofuscada pol¨ªtica de Aznar y de sus seguidores de dentro y fuera del PP. Ahora bien, nadie deber¨ªa olvidar -tampoco los que a?oran al Arzalluz de los ¨²ltimos a?os- que, con el mismo prop¨®sito de conservar el poder en unas dif¨ªciles circunstancias, hace a?os EA fue expulsada de las instituciones por defender la autodeterminaci¨®n. O sea que, cuando se trata de preservar las alubias, lo mismo puede servir una cosa que su contraria.
La simpat¨ªa que genera el estilo de Imaz, frente a las maneras abruptas y antip¨¢ticas de Arzalluz, refleja que el l¨ªder jeltzale es perfectamente consciente de la importancia y de la necesidad de un correcto uso de la inteligencia emocional en los tiempos que corren. Es posible que, con su nuevo discurso, el PNV pueda lograr mayores cotas de autogobierno para el Pa¨ªs Vasco, incluido tal vez un nuevo Estatuto cuyos t¨¦rminos pudieran incluso llegar a contentar al mundo de Batasuna. El tiempo lo dir¨¢. Ahora bien, lo que parece claro es que, con su decisi¨®n de cautivar a Espa?a, Josu Jon Imaz se muestra decidido a intentar cautivar tambi¨¦n a una parte de la poblaci¨®n vasca que, con el discurso de Egibar y Arzalluz, nunca votar¨ªa al nacionalismo. Y ello, impl¨ªcitamente, supone reconocer dos cosas: una, que la pretensi¨®n de mantenerse en el poder pescando en los caladeros de Batasuna es una apuesta demasiado arriesgada para el PNV; y dos, que, fuera de ese mundo, la gente reclama mayoritariamente la negociaci¨®n y el pacto, y rechaza la confrontaci¨®n y el unilateralismo.
Con su apuesta por el sol frente al viento, Imaz parece advertir sobre el cambio de ciclo pol¨ªtico, sugiriendo al tiempo que el anterior discurso del PNV estaba a punto de agotarse, con el riesgo a?adido de una posible p¨¦rdida del poder en un futuro m¨¢s o menos cercano. Sin embargo, puede que tenga que emplearse a fondo, utilizando tambi¨¦n ah¨ª toda su inteligencia emocional, para explicar la cosa en algunos sectores de su propio partido, los cuales, durante los ¨²ltimos a?os, han asumido con asombrosa naturalidad el limitado y pobre discurso del esencialismo y la confrontaci¨®n identitaria.
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