A la caza del cazador
Doscientos ecologistas acecharon en Carballi?o a los 900 participantes en el campeonato nacional de batida de zorro
Los montes de las comarcas de O Carballi?o y O Ribeiro asistieron ayer al espect¨¢culo de una triple cacer¨ªa. Los cazadores, contra el zorro; los ecologistas, contra el cazador, y las fuerzas de seguridad, contra los imprevistos. Cerca de 3.000 personas congregadas en torno a un animal. En el totum revolutum, la final del campeonato nacional de la IV Copa de la Caza del Zorro fue todo un espect¨¢culo, si bien no tanto cineg¨¦tico como social.
Escopetas y flautas de ¨¦mbolo, perros y panderetas, silbidos y tiros, fueron los pertrechos de un aut¨¦ntico carnaval montuno que acab¨® con el zorro finalmente cazado -m¨¢s de 60 piezas- y con los ecologistas intentando cazar al cazador a trav¨¦s de una demanda judicial por supuesto enca?onamiento de algunos integrantes de las organizaciones ambientalistas. Los mejor parados fueron los hosteleros, que hicieron su particular agosto. Desde luego, Galicia no es Inglaterra.
"Estas batidas ya se celebraron en muchos puntos de Galicia y nadie protest¨®"
A las siete de la ma?ana, los montes del Ribeiro son un humedal del que el zorro, a¨²n encamado, no quiere saber nada. Pero en O Carballi?o se cuece una jornada singular. Unos doscientos ecologistas -en su mayor¨ªa locales, aunque cuenten con refuerzo estatal- celebran ya reuniones estrat¨¦gicas con el ¨¢nimo de desbaratar la ¨²ltima fase del campeonato nacional que convoca la Federaci¨®n Espa?ola con subvenciones de las Conseller¨ªas de Medio Ambiente y Cultura de la Xunta. Los amantes de los animales miran mapas, distribuyen faenas, se visten con monos fluorescentes -por lo que pudiera pasar habiendo balas por medio- y se disponen, armados con silbatos y flautas, en grupos de cuatro o cinco. Hay que impedir la cacer¨ªa.
A las siete de la ma?ana, los cazadores, en n¨²mero que casi alcanza el millar, se congregan en reuniones estrat¨¦gicas con el ¨¢nimo no tanto ya de ganar la copa como de impedir que los ecologistas les desbaraten el campeonato. Los amantes del deporte cineg¨¦tico se visten con ropas de camuflaje y se arman con tremendas botas, escopeta al pecho y la ansiedad manifestada a ladridos de los chuchos pugnando por salir de los remolques. Hay que impedir la cacerolada.
A esa misma hora, los otros verdes -mucha Guardia civil en sus diferentes especialidades, polic¨ªa auton¨®mica y agentes forestales- en n¨²mero superior a trescientos, se distribuyen en unidades y peinan la comarca con profesional discreci¨®n. Ni se les siente.
Cuando comienza la batida -sobre las nueve de la ma?ana- el zorro ya se las huele. Y los cazadores tambi¨¦n. Las cuadrillas de ecologistas se lamentan de la forma en que se agazapan los tiradores. El acecho es desde entonces la consigna y la m¨¢xima que habr¨¢ de presidir la jornada. Es tan dif¨ªcil, o m¨¢s, cazar al cazador que al zorro.
Tino, que viene desde Ordes y es juez en una cuadrilla de cazadores, no da cr¨¦dito al espect¨¢culo. "Esto tiene un claro trasfondo pol¨ªtico, porque el conselleiro de Medio Ambiente fue alcalde aqu¨ª, ?sabes?", comenta en alusi¨®n a Manuel V¨¢zquez. "Pero no parece que sepan mucho estos ecologistas, porque silbando y armando ruido, lo ¨²nico que hacen es ayudar a los cazadores porque de ese modo levantan al zorro".
Tino tiene claro que la conciencia ecologista que se ha despertado este domingo en O Carballi?o no es m¨¢s que un asunto pol¨ªtico porque "se ve que ¨¦stos [se refiere a los grupos ecologistas] no saben mucho y, adem¨¢s, se celebraron batidas todos estos fines de semana anteriores en distintos puntos de Galicia y no apareci¨® ni uno solo para proteger al zorro", razona.
A las 10 de la ma?ana, hay voluntarios ecologistas que no han visto un cazador. Pero, en el monte de Subirol, en el vecino municipio de O Irixo, a¨²n un humedal casi a mediod¨ªa, una cuadrilla de tiradores de Trazo (A Coru?a) se da de bruces con uno de los grupos protectores del zorro. Se miran de reojo en la carretera, mantienen la distancia y no se dirigen la palabra. "Nosotros somos senderistas", sentencia Manuel, "no vamos a decirles nada".
Para entonces, los cazadores ya se han hecho con una presa. "Ni nos enteramos de que hab¨ªa ecologistas. De hecho, ya hab¨ªamos matado el zorro cuando llegaron ¨¦stos tocando el pito", se?ala Carlos Rivas, integrante de la cuadrilla coru?esa. Dicho lo cual, Carlos y sus compa?eros posan triunfales con el cad¨¢ver del peque?o animal como posar¨ªa un cazador de safari para las fotos y emprenden camino a una nueva mancha en busca de m¨¢s piezas, acechados de cerca por la cuadrilla ecol¨®gica. Manuel, el ecologista, musita: "Ese zorro ten¨ªa la sarna".
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