Espect¨¢culo espa?ol
Las divisiones pol¨ªticas internas en Espa?a est¨¢n da?ando la imagen no ya del Gobierno, sino del pa¨ªs fuera de nuestras fronteras, seg¨²n hemos podido cotejar en varias reuniones internacionales. Pese a su dinamismo econ¨®mico, social, cultural y deportivo, Espa?a est¨¢ dando un mal espect¨¢culo. Por varios motivos. El primero es que fuera (y, para muchos, dentro) no se entiende c¨®mo la bomba de ETA en Barajas ha dividido al pa¨ªs en dos, en vez de unirlo. Sin entrar en el detalle de las discutibles modalidades, en la UE y en EE UU se comprende que el Gobierno haya intentado buscar un final negociado de lo que es el ¨²ltimo problema de car¨¢cter terrorista nacionalista que queda en Europa. Pero no que en vez de unirse el pa¨ªs, se haya dividido.
No se entiende la actitud tan hostil a la negociaci¨®n que tuvo desde un principio el Partido Popular, un partido que convirti¨® su derrota electoral en 2004 en un problema nacional, en vez de, comprensiblemente, un problema para el propio partido. Es algo que no pasa en las democracias que nos rodean, ni siquiera con la derrota de Berlusconi en Italia. Esta divisi¨®n parece repetirse con el juicio del 11-M. Pero fuera de Espa?a, el PP ha perdido la batalla por la idea de que perdi¨® en las elecciones de 2004 por el ataque terrorista del 11-M, en vez de por la gesti¨®n de dicho atentado.
Todo esto da?a nuestra imagen y tendr¨¢ repercusiones, m¨¢s all¨¢ de que la pol¨ªtica exterior ande un poco coja en algunas cosas, pero no en otras como el salto en la pol¨ªtica de cooperaci¨®n. Ahora bien, como comentaba un diplom¨¢tico espa?ol, ?qu¨¦ pa¨ªs o Gobierno tiene en estos momentos una buena pol¨ªtica exterior en un mundo tan complejo? La guerra de Irak ha destruido la base de muchas de estas pol¨ªticas, incluida la de Estados Unidos; el socav¨®n franco-holand¨¦s en la Constituci¨®n europea ha hecho el resto. En nuestro entorno (m¨¢s all¨¢ est¨¢n China e India) s¨®lo se mantiene a flote -ayudada por su doble presidencia del G 8 y del Consejo Europeo- la de Angela Merkel.
Para que luego digan que el asunto no ha sido pol¨ªtico, Merkel llam¨® a Zapatero para apoyar desde el principio la OPA de E.ON sobre Endesa. Y ah¨ª est¨¢ otro elemento que socava nuestra imagen exterior: la de un pa¨ªs que no es capaz de defender a sus grandes empresas (que no abundan) ni de buscar contrapartidas y alianzas con peso en nuevos campeones europeos, con adem¨¢s, en este caso, intereses directos en Am¨¦rica Latina. La saga de E.ON y Endesa puede favorecer a los accionistas de una y otra. No a nuestra imagen como pa¨ªs serio. Y menos se comprende el pensamiento, o emoci¨®n, en relaci¨®n con Endesa de "mejor alemanes que catalanes".
En tercer lugar, hay una ambigua apreciaci¨®n de algunos problemas. Por ejemplo, los europeos debemos saber que en Afganist¨¢n est¨¢ en juego -y ese juego se llama a¨²n guerra- el futuro de aquel pa¨ªs, y el propio futuro de la OTAN. En este marco, ha resultado chocante la manera como el ministro de Defensa se declar¨® dispuesto a enviar m¨¢s tropas espa?olas a Afganist¨¢n y el presidente del Gobierno le cort¨® en seco. F¨ªjense, pues casi ha pasado desapercibido fuera de Italia, con qu¨¦ buenas maneras los italianos se han retirado de Irak, cumpliendo la promesa con la que Prodi gan¨® las elecciones. Se han marchado sin armar ruido. A¨²n nos queda mucho por aprender. Pero Espa?a podr¨ªa ser -lo fue durante bastantes a?os, al menos desde 1986- el socio fiable en la Europa del Sur.
Algunos extranjeros observan c¨®mo la cuerda se tensa en Espa?a, y c¨®mo el PSOE se ha ido a la izquierda en t¨¦rminos pol¨ªticos (la econom¨ªa va bien) y el PP a la derecha. Y apuntan, probablemente con raz¨®n, pues se fijan en lo que dicen las encuestas m¨¢s all¨¢ de la intenci¨®n de voto, que quien antes vuelva al centro dominar¨¢. Lo que pasa dentro influye en nuestra posici¨®n fuera, y lo que ocurre fuera, cada vez m¨¢s, en lo que pasa dentro. aortega@elpais.es
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