Inmigraci¨®n: ?d¨®nde est¨¢ el peligro?
Los acontecimientos de los ¨²ltimos tiempos en Espa?a han reavivado en toda Europa el debate sobre la inmigraci¨®n. En este tema tan amplio, no podemos aferrarnos ni al miedo ni a los buenos sentimientos. ?Es posible extraer una idea clara de todos los debates actuales? Creo que s¨ª, y voy a expresarla de la manera m¨¢s sencilla posible: no existe problema de integraci¨®n de los inmigrantes (o equivalente), pero s¨ª resistencias y rechazos por parte de la poblaci¨®n circundante. Por consiguiente, el esfuerzo debe hacerse en este segundo aspecto, y no en el primero.
En la situaci¨®n actual hay una primera observaci¨®n casi obligatoria. Decenas de millones de hispanos -mexicanos, centroamericanos, colombianos, dominicanos y otros- entran en Estados Unidos, muchos de forma clandestina, y el resultado es extraordinario: esos millones de inmigrantes crean o encuentran trabajo y alcanzan unos ingresos que ya son equiparables a los de los afroamericanos. Es cierto que algunos pol¨ªticos e intelectuales temen que EE UU acabe "colonizado" por los hispanos y que el espa?ol termine siendo lengua oficial, al mismo nivel que el ingl¨¦s. Samuel Huntington ha tocado a rebato para despertar a unos estadounidenses, que, en realidad, no se sienten amenazados. Los reci¨¦n llegados no son invasores, pero son tan numerosos que suscitan una pregunta: ?ser¨¢n simplemente estadounidenses de origen mexicano, si situar¨¢n en una categor¨ªa intermedia o desarrollar¨¢n esa "cultura de la frontera" de la que tanto hablan los soci¨®logos de Tijuana? Pasemos por alto lo m¨¢s b¨¢sico: esos inmigrantes son ante todo emigrantes que se marchan de su pa¨ªs con el fin de encontrar en otra parte trabajo para ellos y sus familias.
?Tenemos en Europa una opini¨®n p¨²blica movilizada a prop¨®sito de la inmigraci¨®n masiva hacia Italia y Espa?a? ?Tenemos todos miedo de que nos invadan los habitantes de la antigua Europa del Este, incluidos los gitanos? Porque tampoco en este caso han desencadenado las inmigraciones masivas ninguna crisis grave.
Francia es un caso particular. Se trata de un viejo pa¨ªs de inmigraci¨®n, sobre todo en la primera mitad del siglo XX. Pero ya hace unos a?os que Francia empez¨® a cerrar sus fronteras. Actualmente, Francia es el pa¨ªs en el que la llegada de inmigrantes es m¨¢s reducida, pese a las cifras extravagantes y sin base alguna que hablan de una masa inmensa de inmigrantes sin documentaci¨®n. Lo que s¨ª es cierto es que, seg¨²n los sondeos, los franceses tienen miedo al futuro, y eso ayuda a explicar su voto negativo sobre el proyecto de Constituci¨®n Europea. Todo lo que llega del exterior es una amenaza, y ese sentimiento ha hinchado el electorado del Frente Nacional, un movimiento importante, duradero y que en 2002 lleg¨® a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Sin embargo, los hombres y mujeres a los que as¨ª se rechaza est¨¢n, en su mayor parte, integrados.
Ese miedo no est¨¢ dirigido contra los inmigrantes. Muchas veces se oye hablar del ¨ªndice de natalidad de los inmigrantes, tan superior al de los europeos que, en algunas ciudades y algunos barrios, su proporci¨®n respecto a la poblaci¨®n general est¨¢ aumentando a toda velocidad. Pero tambi¨¦n en este sentido los dem¨®grafos -especialmente, en Francia, a trav¨¦s del excelente estudio publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estudios Demogr¨¢ficos (INED)- han demostrado que esa idea es falsa. En general, no es la inmigraci¨®n lo que explica el alto ¨ªndice de natalidad en Francia, muy superior al de los pa¨ªses vecinos.
Estas referencias son demasiado r¨¢pidas, pero ofrecen unos resultados tan contundentes que es preciso aceptarlas. Sobre todo porque los europeos cada vez se muestran m¨¢s pesimistas sobre su futuro, y de ah¨ª, por ejemplo, su terror a la deslocalizaci¨®n masiva de las actividades industriales, que, en realidad, no ha alcanzado todav¨ªa un nivel digno de alarma. El empuje de los movimientos nacionales populistas de extrema derecha, que est¨¢n penetrando tambi¨¦n en la extrema izquierda, procede de esa inquietud, que no deja de ser razonable.
Europa se ampl¨ªa, incorpora a pa¨ªses con un nivel de vida muy inferior al de Europa occidental y, al mismo tiempo, no sabe dotarse de mejores instituciones ni manifiesta una voluntad de tener grandes ambiciones, es decir, de intervenir en los asuntos mundiales, de forma que el gigante econ¨®mico europeo sigue siendo un enano pol¨ªtico.
Pero, cuidado, un error de juicio puede tener consecuencias desastrosas. Lo hemos visto en Francia, donde la densidad de poblaci¨®n extranjera es hoy menor que en muchos otros pa¨ªses. Aun si se tiene en cuenta la concentraci¨®n de extranjeros en ciertas ¨¢reas, lo que la sociedad francesa achaca a los inmigrantes es su propia debilidad, y esa falsa interpretaci¨®n hace que sea todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil abordar los verdaderos problemas.
Espa?a debe apresurarse a comprender lo peligroso que es sentirse m¨¢s amenazado de lo que se est¨¢ en realidad. Un peligro que hasta ahora ha estado contenido y quiz¨¢ sea posible todav¨ªa parar, pero con la condici¨®n de no perderse en el debate sobre la diferencia, sino, por el contrario, devolver a los espa?oles y a todos los europeos la confianza sobre la posibilidad de asumir mayores responsabilidades en el mundo. Es la mejor manera de impedir que los poor whites
que son los que m¨¢s temen a los inmigrantes, logren reunir a un n¨²mero cada vez mayor de gente que vive con dificultad las transformaciones actuales.
Alain Touraine es soci¨®logo y director del Instituto de Estudios Superiores de Par¨ªs.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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