Cinismo
Experto en s¨ªmbolos, como todo fan¨¢tico, De Juana Chaos acaba de ganar una batalla nimia en el callej¨®n del gato de la pol¨ªtica nacional. A falta de v¨ªctimas, hay que fabricarlas a medida. La t¨¢ctica: llevar un caso puramente policial al terreno de la ¨¦tica, donde el m¨¢s c¨ªnico sale ganando. Bazas a favor: una, sentencia discutible resultante de un juicio en el que el acusado consigue monopolizar los primeros planos del telediario con una cara que dice nac¨ª bueno, el odio me lo inculc¨® la Historia; dos, apellido f¨¢cil de recordar y agradable de decir; tres, remota analog¨ªa con algunos dramas pol¨¦micos en torno a la muerte provocada por voluntad del paciente. Un as en la manga: el precario equilibrio de un Gobierno cuya raz¨®n de ser, la raz¨®n de Estado, le niega una oposici¨®n empe?ada en sembrar de minas el campo que espera ocupar en breve. Bazas en contra: la posibilidad de morir por la causa; dejar de comer, cosa terrible para un vasco; una foto equivocada para alguien que domina los medios de difusi¨®n: nadie queda bien intubado y en calzoncillos.
Es una verdad antigua que en pol¨ªtica la ¨²nica ¨¦tica es la eficacia. Si a menudo hay que renunciar al dividendo f¨¢cil es porque a medio plazo el beneficio ser¨¢ mayor. A diferencia de lo que ocurre en la vida privada, la moral y los sentimientos socavan los cimientos y corroen las junturas. En el caso que nos ocupa, la disyuntiva ha puesto al Gobierno contra las cuerdas de la ¨¦tica. Al final, entre crear un m¨¢rtir o sentar un precedente, ha optado por lo ¨²ltimo. Seguramente es la mejor decisi¨®n, pero no lo es justificarla por razones humanitarias que diluyen el efecto de la medida y enturbian el debate.
Una propuesta radical: dejar libre a De Juana Chaos y concederle la medalla al M¨¦rito del Trabajo y la Cruz de Isabel la Cat¨®lica. Luego, elevado a la categor¨ªa de ciudadano ejemplar, enviarlo a Darfur a explicar a los negritos lo mal que se vive en San Sebasti¨¢n y lo bien que se vivir¨¢ cuando triunfen las ideas que ¨¦l propugna y los m¨¦todos que practica cuando puede. No es una soluci¨®n viable, ya lo s¨¦. Pero no porque vaya contra las reglas del juego, que son ¨¦stas y no otras, sino porque ya es tarde para incluir el cinismo en el pre¨¢mbulo a la Constituci¨®n.
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