Pasar p¨¢ginas
Nos pasamos la vida pasando p¨¢ginas, aunque nunca hayamos le¨ªdo un libro ni pensemos hacerlo. Y quiz¨¢s es mejor que sea as¨ª, qui¨¦n sabe. Ese ir pasando p¨¢gina tras p¨¢gina de nuestra propia historia a lo mejor es la ¨²nica manera de no estrellarnos con nuestra biograf¨ªa, que puede ser una ancha carretera o un muro de hormig¨®n, un r¨ªo que se mueve o un estanque. Nos pasamos la vida (tambi¨¦n) ideando met¨¢foras sobre la propia vida. La vida como un libro que puede ser ligero como una pluma o pesado como un ladrillo, claro o turbio.
A veces ese libro, es decir, esa vida, esta vida, se vuelve impenetrable, incomprensible, ilegible, intragable como algunas novelas experimentales. Se dir¨ªa que alguien se divierte de manera s¨¢dica haciendo experimentos con nuestra existencia y redactando p¨¢ginas absurdas, p¨¢ginas que tenemos que pasar para no condenarnos a un encadenamiento eterno o convertirnos en azacaneados S¨ªsifos. No podemos estar toda la vida intentando entender por qu¨¦ sucedi¨® aquello, o por qu¨¦ no pas¨® lo que ten¨ªa que pasar, o por qu¨¦ aquel fulano que nos hizo da?o sigue sin perdon¨¢rnoslo.
No podemos quedarnos como un tren en v¨ªa muerta, clavados en una p¨¢gina que no entendemos, haciendo esfuerzos vanos, intentonas in¨²tiles de lectura que nos impiden continuar con la historia, es decir, con la vida. No es sano, ni siquiera sensato empecinarse en leer todas las p¨¢ginas del libro entendi¨¦ndolo todo. Hay un ¨¢ngulo muerto en el retrovisor y muchas cosas que se nos escapan: ideas-liebre y conceptos-tortuga, sombras y bultos.
La mayor¨ªa de los libros, adem¨¢s, los leemos de manera discontinua. Esos libros que nos venden jurando que se leen "de un tir¨®n", que "enganchan desde la primera hasta la ¨²ltima p¨¢gina" o que despliegan "una prosa hipn¨®tica" parecen, a priori, poco recomendables. Nada me gustar¨ªa menos que ser hipnotizado por un libro o quedarme sin aliento en medio de una amena lectura. Tambi¨¦n leemos con l¨¢piz algunas veces, anotando en los m¨¢rgenes lo que se nos ocurre al hilo de la lectura. Y tambi¨¦n hay quien vive de ese modo. Algunos diaristas contempor¨¢neos han hecho de esa pr¨¢ctica una segunda naturaleza enferma. Particularmente, no me agrada la gente que lo apunta todo. Prefiero pasar p¨¢ginas a llenarlas con notas y apuntamientos. Hay se?ores que viven arrastrando o cargando a sus espaldas largas listas de agravios que forman gruesos tomos. Creo sinceramente que es mejor olvidar. Los mejores recuerdos, muchas veces, son los olvidados. Recuerdos olvidados, titul¨® Ra¨²l Rivero un memorable libro de poemas tratando de olvidar las c¨¢rceles castristas. La memoria, ahora que tanto se habla de la memoria hist¨®rica, puede ser el peor de los tiranos. El mundo puede ser m¨¢s respirable si uno aprende a olvidar, que no es borrar (borrar es otra cosa).
Cuando el PNV expresa su deseo de que se pase p¨¢gina tras la pol¨¦mica surgida (b¨¢sicamente dentro de sus filas) a ra¨ªz de la designaci¨®n de Jon Jauregi como candidato a diputado general de Guip¨²zcoa, quiz¨¢s lo que desea es que el cap¨ªtulo, simplemente, se borre. Pasar p¨¢ginas puede ser saludable, ya se ha dicho, pero m¨¢s como acci¨®n individual que como medida colectiva. Tal vez en este caso lo mejor para todos (incluido Jon Jauregi, sobre quien ha planeado y a¨²n planea la sospecha fiscal) hubiese sido no pasar la p¨¢gina, sino leerla entera y en voz alta para disipar dudas.
Tambi¨¦n en Batasuna han anunciado su voluntad de pasar p¨¢gina tras la resoluci¨®n del caso de I?aki de Juana. Le perdonan la vida al Gobierno que ha salvado una vida a la que ellos, en el peor de los casos, hubieran sacado buenos rendimientos. Hubiese sido (la de I?aki de Juana) una vida cumplida. Una vida completamente amortizada por la organizaci¨®n, con veinticinco muertos m¨¢s el propio cad¨¢ver encima de una cama de hospital. Es triste (y es atroz) que la vida se pueda convertir en moneda de cambio. Es triste y es atroz pero no es nuevo, desgraciadamente.
Aqu¨ª no pasa nada: esa fue la consigna durante muchos a?os, cuando pasaba todo y se pasaban p¨¢ginas y p¨¢ginas que acabaron formando un grueso libro de cuentos de terror. Una historia local de la infamia que tendremos que olvidar entre todos, pero que antes tendremos que leer y aprender. Al fin y al cabo, no es igual pasar p¨¢ginas que pasar cad¨¢veres.
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