Santa Pau, reino de volcanes
Un villorrio singular en la comarca gerundense de la Garrotxa
Las casas de este pueblo medieval se conservan como hace siglos. Y la vegetaci¨®n de la comarca que lo rodea incluye hayas, especie que no suele crecer en tierras tan bajas.
Santa Pau, un villorrio medieval de la Garrotxa, se ha transformado en un icono tur¨ªstico catal¨¢n. Con millares de visitantes que buscan sus murallas, apenas una cerca (m¨¢s agraria que militar); con una sola torre de defensa, y un par de puertas.
Lo mismo ocurre con el castillo de la baron¨ªa, en torno al cual se form¨® el poblado hacia el siglo XIII; se nota que es el castillo porque sus muros miden el doble que los de las viviendas, y luce un asomo de torre. Y poco m¨¢s tiene Santa Pau: la parroquia g¨®tica, m¨¢s altiva que el castillo, y, plegada ante ambos poderes, una plaza mayor porticada, que llaman todav¨ªa Firal des Bous o feria de ganado, ya que a pesar de su modestia la aldea obtuvo en 1297 el privilegio de celebrar mercados.
El secreto de este "milagro garrotx¨ª", como dicen algunos, es la sencillez. Todo parece seguir como en los tiempos en que los Oms y los Parapertusa, se?ores de la baron¨ªa, hac¨ªan grabar sus escudos en la ¨²nica nave de la iglesia. Hay un algo de ficci¨®n, de bambalina, porque es lo cierto que el lugar disfruta de las mejores infraestructuras y adelantos, pero todo oculto a la vista, soterrado o desterrado a los arrabales, de modo que el artificio no estorbe a la naturaleza. Y es la naturaleza la que gana, en Santa Pau, la partida. Los huertos se le cuelan por todos sus intersticios; prados y frutales la ci?en en terrazas que ruedan hasta el cauce del r¨ªo Ser. Y el paisaje que la envuelve conserva la transparencia de los d¨ªas fundacionales; pero ya sin la menor modestia.
Es un paisaje grandioso. Santa Pau creci¨® en un reino de volcanes. Desde hace 350.000 a?os, m¨¢s de treinta volcanes han ido escupiendo material, en intervalos regulares de unos 10.000 a?os. Como est¨¢n apagados o dormidos, su sue?o est¨¢ protegido con la figura de parque natural de los Volcanes. Lo mejor para enterarse de esto es visitar la modernista Torre Castanys, en el frondoso Parc Nou de la cercana Olot. El Museo de los Volcanes que aloja en sus tripas no es un muermo, ni mucho menos. Est¨¢ pensado para chicos y grandes, por supuesto, pero los chicos se vuelven locos cuando entran en el simulador de terremotos.
El parque envuelve la carretera (apenas nueve kil¨®metros) que lleva de Olot a Santa Pau. Y tambi¨¦n el protocolo de visita es divertido: puede hacerse en pintorescas tartanas tipo Bonanza, en un trenecillo tur¨ªstico, a caballo o, si se prefiere, a patita. Los dos volcanes m¨¢s concurridos son el de Santa Margarida, perfecto, de manual, con una ermita rom¨¢nica en el fondo de su cr¨¢ter, y el Croscat, el ¨²ltimo que entr¨® en erupci¨®n, hace 11.500 a?os.
Hayas en tierras bajas
El Croscat, en su ¨²ltima estampida, vomit¨® lava hasta cubrir unos 20 kil¨®metros cuadrados, detenido en su avance por la sierra del Corb. Esa colada (y el propio cono) se fueron revistiendo de vegetaci¨®n, gracias a un microclima que tiene m¨¢s de atl¨¢ntico que de mediterr¨¢neo. La densa humedad explica fen¨®menos tan ins¨®litos como la abundancia de hayas, ¨¢rboles que crecen normalmente a una altura tres veces superior.
La Fageda d'en Jord¨¢ es otra de las maravillas del parque. La entrada al hayedo fue realizada por el equipo de arquitectos RCR, tres paisanos j¨®venes, amigos desde el COU, que han optado por trabajar en su tierra chica, y han acaparado un mont¨®n de premios. Sobre todo por sus intervenciones respetuosas en la naturaleza; aparte de este acceso, han llamado la atenci¨®n de los expertos un Pabell¨®n del Ba?o a orillas del Fluvi¨¤, una pista de atletismo en medio de un robledo, la intervenci¨®n en el parque volc¨¢nico de Pedra Tosca y, por supuesto, el arriesgado y minimalista hotel Les Cols, con muros de cristal y una desnudez zen que raya en el delirio, todo a dos pasos de aqu¨ª.
De nuevo, pues, la pura simplicidad. El respeto por una naturaleza desnuda de toda ¨¦pica, pese a su estirpe volc¨¢nica, y cuajada de matices. Variaciones clim¨¢ticas y crom¨¢ticas, sensaciones moduladas, olores y sabores sin aditivos. Como los de esos f¨¦sols de Santa Pau que son su producto estrella, o los que articulan la llamada "cocina volc¨¢nica": trufas y setas, alubias, nabos, alforf¨®n o trigo sarraceno, casta?as, ma¨ªz, adem¨¢s de caracoles, cerdo y jabal¨ª. Diecisiete restaurantes de ¨¦lite se asociaron bajo ese r¨®tulo hace ya 12 a?os. Ni que decir tiene que el turismo rural, o verde, alcanza por aqu¨ª cotas excelsas de refinamiento. El sue?o de los volcanes da tregua al imperio de los sentidos, y el milagro se cumple.
GU?A PR?CTICA
Dormir- Hotel Cal Sastre (972 68 00 49;www.calsastre.com). Calle de les Cases Noves, 1. Camuflado en la trasera de la muralla, con magn¨ªficas vistas. La doble, desde 105 euros. La misma familia posee una casa rural (972 68 03 82) llena de encanto.- Otros alojamientos rurales recomendables de Santa Pau son Can Marfany (972 68 05 18; Pla?a Major, 4; apartamento para dos, durante una semana, 600 euros), Can Salgueda (626 30 22 73; Vila Vella, 23; apartamento para dos, un fin de semana, 110 euros) y Can Xel (972 68 02 11, a cinco minutos de Santa Pau; apartamento para dos, 65 la noche).Comer- Cal Sastre (972 68 04 21). Plaza Mayor. Santa Pau. Toda una instituci¨®n de varias generaciones, por all¨ª han pasado personajes de la pol¨ªtica, la literatura o las artes; pueden verse sus fotos en los comedores. Precio medio, unos 40 euros.Informaci¨®n- Patronato de Turismo de Santa Pau (972 68 03 49; www.santapau.garrotxa.com, www.santapau.es).- Casal dels Volcans (972 26 62 02). Santa Coloma, s/n. Olot.- www.cuinavolcanica.com.
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