'Sin papeles' en su propia tierra
Israel mantiene encerrados en la franja de Gaza a m¨¢s de 40.000 palestinos sin ning¨²n tipo de documentaci¨®n
Entonces, los chi¨ªes que hoy nutren Hezbol¨¢ lanzaban arroz a los militares hebreos con tal de que les libraran de los palestinos. Sobhia emigr¨® a Damasco (Siria). Hasta que en 1996, de nuevo hizo maletas y recal¨® en Gaza con su marido, natural de la franja. Ella entr¨® en el territorio ocupado con un documento de viaje egipcio. ?l, no.
"Lo militares israel¨ªes lo expulsaron. No salgo de Gaza desde hace diez a?os, ni veo a mi esposo desde entonces. Ya se ha casado con otra", cuenta Sobhia. Vive en Bait Lahia con tres de sus cuatro hijos, a los que mantiene con un miserable sueldo de 220 euros. Su documento egipcio caduc¨®. No hay manera de renovarlo para escapar del gueto.
Las ONG israel¨ªes denuncian que el objetivo es quebrar los v¨ªnculos familiares
"No tengo pasaporte ni carn¨¦, y por eso no me contratan en algunas empresas", dice Sobhia
Los descendientes de los indocumentados heredan esta condici¨®n y son tambi¨¦n cautivos
Suman entre 40.000 y 50.000 los palestinos convertidos en sin papeles en su tierra. Decenas de miles emigraron a cualquiera de los pa¨ªses ¨¢rabes en los a?os sesenta, buena parte de ellos tras la ocupaci¨®n israel¨ª de la franja y Cisjordania en 1967. Es la norma que cualquier persona tenga parientes cercanos en la di¨¢spora. Creyeron muchos de ellos que, firmados los Acuerdos de Oslo en 1993 y establecida la Autoridad Nacional Palestina, vendr¨ªan mejores tiempos. La menuda y en¨¦rgica Sobhia ha escrito cartas a toda instancia posible, siempre sin respuesta. La expedici¨®n de documentos en Cisjordania y Gaza es competencia de Israel. Conociendo a Sobhia, no puede sospecharse que est¨¦ implicada en nada que pueda afectar a la seguridad del Estado sionista. No se trata de eso. Varias ONG israel¨ªes denuncian que el objetivo es quebrar v¨ªnculos familiares, impedir que los palestinos regresen a sus casas. Ya lo dijo David Ben Guri¨®n, respecto a los emigrados en 1948: "Hay que hacer lo posible para que no vuelvan. Los viejos morir¨¢n, los j¨®venes olvidar¨¢n".
No es s¨®lo Israel quien se esmera para que este laberinto burocr¨¢tico, que fue aceptado por los negociadores palestinos de la OLP en los a?os noventa, contin¨²e vigente. "Cuando caduc¨® mi documento de viaje", relata Sobhia, "trat¨¦ de renovarlo ante el consulado egipcio en Gaza, pero me dijeron que deb¨ªa hacerlo en la embajada donde lo hab¨ªan expedido, en Damasco. Lo he intentado varias veces y no me contestan. No tengo pasaporte ni carn¨¦ de identidad. En algunas empresas no me contratan por eso, y de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA en sus siglas en ingl¨¦s) tampoco recibo ayuda porque no puedo justificar que soy refugiada". Un sindicato agr¨ªcola le da empleo. En su sede limpia los despachos y prepara t¨¦.
A Nema Qudeh, de 65 a?os, nacida en Jaffa, hoy un barrio de Tel Aviv, nunca se le borra la sonrisa. En 1948, su familia fue expulsada y se instal¨® en Beni Suhaila, cerca de Jan Yunis. Nema imparti¨® clases a ni?os de hasta 12 a?os durante varias d¨¦cadas. Primero en Gaza; desde 1965, en Kuwait; a partir de 1968 en Jordania, donde se cas¨®, y despu¨¦s viaj¨® a Argelia. Su marido, tambi¨¦n profesor, es Suleim¨¢n Qudeh: "Trabaj¨¦ hasta 1998 y cuando me jubile regres¨¦ a Gaza. No cobro ninguna pensi¨®n del Gobierno palestino, y eso que he pagado durante d¨¦cadas el 5% de mi salario a la OLP. Ahora no tengo ni seguro m¨¦dico. Para cobrar la pensi¨®n que recibo desde Argel, de 120 euros, he tenido que facilitar el n¨²mero de cuenta bancaria de una persona a la que he autorizado. ?Ah!, y la OLP sigue cobr¨¢ndome el 5%".
A sus 67 a?os, este partidario hasta la m¨¦dula de Al Fatah s¨®lo lamenta no disponer de un pasaporte para peregrinar a La Meca y no poder cultivar sus tierras. "Est¨¢n junto a la frontera, pero no podemos acercarnos desde 2001 porque los soldados israel¨ªes disparan". Gaza jam¨¢s ha sufrido carencias como hoy d¨ªa, a juicio de este hombre que ha vivido el mandato brit¨¢nico, el poder de las autoridades egipcias, que gobernaron Gaza hasta 1967, y la ocupaci¨®n israel¨ª. Como Sobhia, malvive en el desamparo: "No podemos recibir ayuda de la UNRWA, no constamos como refugiados".
Los cuatro hijos de Sobhia tambi¨¦n son cautivos de este sinsentido, porque los descendientes de estos sin papeles heredan esa condici¨®n. "Yo ya no espero nada. Pero lo peor es que mis hijos est¨¢n en la misma situaci¨®n. Mohamed no pudo alistarse en la polic¨ªa, no le dan trabajo sin documentaci¨®n", explica Nema. S¨®lo mediante el matrimonio con una persona que cuente con pasaporte o carn¨¦ en vigor es posible que la prole pueda escapar de este infierno. As¨ª lo ha hecho Mohamed, siempre desempleado a sus 29 a?os. Por lo menos sus hijos no quedar¨¢n atrapados en esa telara?a tejida sobre tantos intereses.
Justo lo que intent¨® el Gobierno de Ham¨¢s, que emiti¨® meses atr¨¢s unos carn¨¦s para los indocumentados palestinos. En las calles se llama el documento Siam, en alusi¨®n al ex ministro del Interior, Said Siam. Sin embargo, como cuenta el pediatra Kanaan Husein, "el carn¨¦ no tiene numeraci¨®n y no es aceptado por los bancos. Me indigna que se reconozcan los expedidos por Israel y no los emitidos por el actual Ejecutivo". Kanaan, casado y con cinco hijos tambi¨¦n sin papeles, es un privilegiado comparado con Sobhia, Suleim¨¢n o Nema, aunque lleve 12 a?os sin pisar otro lugar que la decadente Gaza. Cuando menos, ha conseguido trabajo en el Hospital Mohamed Al Durra y en su casa se aprecia que no hay apuros. Aunque no podr¨¢ recuperar, a sus 45 a?os, el tiempo perdido. "No pude aprovechar muchas oportunidades de estudiar, de asistir a congresos. No he podido progresar en mi profesi¨®n".
Las peripecias de Kanaan comenzaron con su traslado a Yemen en 1980, donde estudi¨® medicina. Los turbios y eternos conflictos entre los pa¨ªses ¨¢rabes le impidieron el retorno siete a?os despu¨¦s. "En 1987, la polic¨ªa egipcia me devolvi¨® en el aeropuerto. Adujeron que hab¨ªa salido por Jordania y que por all¨ª ten¨ªa que regresar. Las relaciones del Gobierno egipcio con la OLP eran entonces muy malas". "Ahora", contin¨²a, "es peor. Mi esposa necesita cirug¨ªa pl¨¢stica porque tiene una quemadura en el pecho. No puede operarse ni visitar a su familia, que todav¨ªa vive en Yemen".
Prometen las autoridades palestinas -ya lo hicieron dirigentes de Al Fatah antes de las elecciones de 2006- que pronto se resolver¨¢ todo. Que podr¨¢n ingresar en un hospital de otro pa¨ªs, acudir a conferencias, estudiar en el extranjero, respirar fuera de la franja. Sobhia, Suleim¨¢n, Nema y Kanaan no lo creer¨¢n mientras no lo vean.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.