La conspiraci¨®n se cuela en un homenaje
Las asociaciones afines al PP aprovechan un acto en recuerdo de las v¨ªctimas para airear sus dudas sobre la autor¨ªa del atentado
La teor¨ªa de la conspiraci¨®n ya ha irrumpido en p¨¢ginas de peri¨®dicos, programas de radio, Parlamentos y juicios. Ayer se col¨® tambi¨¦n en el acto de homenaje a las v¨ªctimas del 11-M que organizaban los vecinos del barrio madrile?o de Santa Eugenia. A priori, todas las miradas estaban puestas en el monumento que se descubri¨® frente a la estaci¨®n ferroviaria en la que estall¨® uno de los trenes de la muerte. Pero el clima de enfrentamiento entre los colectivos que agrupan a los afectados por el terrorismo, seg¨²n den cancha o no a las dudas sobre la autor¨ªa del atentado, acab¨® restando protagonismo a la inauguraci¨®n de la escultura.
A las siete de la tarde, hora a la que estaba fijado el acto, centenares de ciudadanos llenaban la explanada situada junto a la estaci¨®n, rodeando el escenario dispuesto para que los invitados pronunciaran sus discursos. Hab¨ªan pasado tres d¨ªas desde que la tensi¨®n se hiciera notar en la inauguraci¨®n de otra obra en recuerdo a las v¨ªctimas, la que se levanta frente a la estaci¨®n de Atocha. Tras un minuto de silencio, la primera en hablar fue la presidenta de la asociaci¨®n de vecinos, Marisa Garc¨ªa, que se limit¨® a agradecer la colocaci¨®n del monumento, sufragado por la mancomunidad de propietarios del barrio, y a recordar el impacto que tuvo la tragedia en esta barriada del distrito de Vallecas.
La solemnidad del acto no tard¨® en desvanecerse. Mar¨ªa ?ngeles Dom¨ªnguez, presidenta de la Asociaci¨®n de Ayuda a las V¨ªctimas del 11-M -alineada con las tesis conspirativas-, se situ¨® frente al micr¨®fono. Inici¨® su discurso recordando la odisea que vivi¨® a bordo del convoy que explot¨® en Atocha. Y en segundo lugar, se dispuso a pedir cuentas: "Reivindicamos nuestro derecho a saber la verdad. Necesitamos ponerle rostro a los asesinos", proclam¨® Dom¨ªnguez. La multitud guard¨® silencio mientras un tren de mercanc¨ªas pasaba a toda velocidad por la estaci¨®n.
Las alusiones en contra de las investigaciones policiales y judiciales no acabaron ah¨ª. El vicepresidente de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, Gabriel Moris, quiso ir m¨¢s lejos y no dej¨® pasar la oportunidad de mezclar el 11-M con el proceso de paz en Euskadi. "La memoria conlleva el conocimiento de la verdad y eso conlleva la aplicaci¨®n de la justicia sobre los responsables. S¨®lo as¨ª encontraremos la tan cacareada paz", dijo.
Era el turno de la asociaci¨®n 11-M Afectados del Terrorismo. Su presidenta, Pilar Manj¨®n, y el resto de dirigentes estaban en el juicio. Una socia, Isabel Casanova, que no ten¨ªa ning¨²n discurso preparado, fue la encargada de hablar por ellos. Y m¨¢s que hablar, grit¨® de rabia. "La verdad ya la sabemos. A mi hijo lo mat¨® la implicaci¨®n en la guerra de Irak y un presidente del Gobierno que se llamaba Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar". Gran parte de los asistentes aplaudieron. Una voz aislada trat¨® de contrarrestar la ovaci¨®n con gritos de "fuera, fuera" mientras Dom¨ªnguez y Moris pon¨ªan cara de circunstancias.
Le toc¨® apagar el fuego al concejal de la Junta de Distrito de Vallecas, ?ngel Garrido. Agradeci¨® la intervenci¨®n de Casanova y mostr¨® comprensi¨®n "con quien ha perdido a su hijo". Isabel ya no estaba sobre el escenario. Los invitados descubrieron entonces el monumento, titulado Ilusi¨®n Truncada, y depositaron ramos y coronas de flores a sus pies. Se trata de una escultura de acero, obra del artista madrile?o Carlos Albert Andr¨¦s, que mide cuatro metros de alto y pesa una tonelada. De fondo sonaba El Canto de los P¨¢jaros.
Eran casi las ocho de la tarde cuando los vecinos se dirigieron a sus casas, entre el recuerdo de la tragedia y la sorpresa por el incidente que acababan de presenciar. "Es que aprovechan cualquier ocasi¨®n para colar sus historias", le coment¨® una mujer a sus acompa?antes.
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