El efecto Carmen. Manual de campa?a
El autor apuesta por el ¨¦xito de Alborch, pero recomienda que el partido que lanza su candidatura se aten¨²e detr¨¢s de un
La femenizaci¨®n de la pol¨ªtica como fen¨®meno recoge un conjunto de elementos de distinta catadura. Por una parte tenemos a la creciente presencia de candidatas femeninas en las lizas electorales, tradicionalmente masculinas, y ah¨ª est¨¢n ?ngela Merkel en Alemania, Michelle Bachelet en Chile, Helen Clark, o las recientes candidatas Hillary Clinton o S¨¦gol¨¨ne Royal en dos de las primeras naciones del mundo. El ejercicio de gran estadista deja de ser exclusivo de la hidra patriarcal (en terminolog¨ªa feminista) y se convierte tambi¨¦n en espacio reservado para mujeres de excepcional competencia. El d¨ªa que lleguemos a soportar a alguna mujer con el nivel de ineptitud y limitaci¨®n intelectual de G. Bush, podremos decir que llegamos al punto de la igualdad.
"El ¨¦xito de Barber¨¢ no es funcional, sino ic¨®nico y los iconos no se destruyen, sino que se sustituyen por argumentos emocionales"
"Para sus fieles no se trata de que dejen de ver el televisor, sino que cambien el viejo monitor de tubo por uno rutilante y nuevo de plasma"
Otra perspectiva, m¨¢s controvertida, ya que incorpora claras consideraciones de diferencias de g¨¦nero, habla de los estilos diversos de la conducci¨®n del liderazgo pol¨ªtico y as¨ª se formulan estudios que hablan de diferencias perceptibles entre el liderazgo "de comando" (masculino) y el liderazgo "consensual" (femenino) o sobre el tiempo dedicado a estar con los electores (mayor en las representantes mujeres) mientras que los pol¨ªticos masculinos se dedican a reuniones y comit¨¦s. O la mayor resistencia de las mujeres a la corrupci¨®n -cuesti¨®n no del todo corroborada por la operaci¨®n malaya-. Sean ciertas o meros neoestereotipos de g¨¦nero, podr¨ªamos hablar de un estilo de hacer pol¨ªtica basado en cierta racionalidad instrumental que se articula en una sucesi¨®n lineal de objetivos-medios-resultados y que se sirve de la planificaci¨®n a medio y largo plazo, a partir de diagn¨®sticos certeros y que persigue escenarios de futuros deseables. Es el estilo de hacer pol¨ªtica que aparecer¨¢ en cualquier manual de ciencia pol¨ªtica y que una vez superado el marco ideol¨®gico que mueve a la acci¨®n, su ejercicio se convierte en un proceso m¨¢s o menos t¨¦cnico. Este es el modelo masculino.
Y tenemos el modelo femenino que define a la pol¨ªtica pensada desde la vivencia como "amor y cuidado del bien com¨²n y el arte de estar juntos" de Alexandra Bochetti o es "pasar los discursos por el tamiz de la subjetividad, es permitir la circulaci¨®n de las emociones, es filtrar los discursos con la conversaci¨®n y el di¨¢logo que reconoce la existencia de seres humanos sentipensantes" y en consecuencia incorporar el pensamiento lateral, la reprogramaci¨®n permanente, la multiplicidad de actores y acciones, la no linealidad y donde las adhesiones se dan no por c¨¢lculos precisos de elecci¨®n racional sino por empat¨ªa, capacidad de conexi¨®n e inteligencia emocional.
No hay ninguna duda que la batalla electoral de la ciudad de Valencia, independientemente de la condici¨®n femenina de las aspirantes, se librar¨¢ en los par¨¢metros del segundo modelo. Algunos ciudadanos "deseamos creer" que es posible el efecto Carmen. Ambos personajes son transgresores de la normalidad tanto por sus vidas privadas como por sus trayectorias pol¨ªticas y ambas se comportan disciplinadamente, pero con cierta independencia entre sus propios aparatos. Para conseguir el "efecto Carmen" no se puede hacer una campa?a contra las obras de Rita Barber¨¢, ya que su ¨¦xito no es funcional sino ic¨®nico y los iconos no se destruyen por razones instrumentales, sino que se sustituyen por argumentos emocionales. Carmen se presenta como la antagonista definitiva de Rita para los hastiados y por tanto "la posibilidad de ganar alguna vez" se convierte en el instrumento movilizador, pero debe percibirse como "la sucesora" para su legi¨®n de fieles socialmente transversales que ya la tienen fija en la retina. Para estos ¨²ltimos, no se trata de forzarlos a que dejen de ver el televisor, sino que cambien, por el mismo precio emocional, el viejo monitor de tubo por uno rutilante y nuevo de plasma. En esta tesitura, la apuesta hiperb¨®lica (Sorribes dixit) de Rita Barber¨¢ por la "ciudad m¨¢s moderna", "m¨¢s avanzada" puede jugar en su contra ya que puestos a gestionar la modernidad es evidente que el perfil de Carmen ajusta con mayor precisi¨®n.
Y tambi¨¦n en este contexto el "efecto Carmen" s¨®lo podr¨¢ darse si el partido que la presenta se agazapa y se aten¨²a detr¨¢s de las espaldas de un movimiento de ciudadanos que tiene que ser mucho m¨¢s amplio, soportado en el entusiasmo del voluntariado y focalizado en las milagrosas posibilidades del propio "efecto Carmen"... qu¨¦ vamos a hacer, malos tiempos para las estructuras.
El "estilo de la comunicaci¨®n" m¨¢s que la comunicaci¨®n en s¨ª deviene en el elemento estrat¨¦gico y frente al engolamiento grandilocuente machac¨®n y ofendido del discurso de la favorita resulta conveniente contraponer la iron¨ªa inteligente, el humor ingenioso, pero amable. Yo contratar¨ªa a los guionistas del Terrat. Los medios y las formas tambi¨¦n han de ser distintas. Ambas ya tiene su p¨¢gina web, pero eso ya es casi un requisito y no un m¨¦rito. El tel¨¦fono m¨®vil como artilugio ¨ªntimo de conexi¨®n y de adhesi¨®n, incluso contemplando la posibilidad de recoger fondos a trav¨¦s de ¨¦l (si quieres colaborar en la campa?a de Carmen manda "Carmen STQ" al 5555, coste del mensaje...), m¨¢s que para recaudar como elemento de expresi¨®n de la adhesi¨®n ?Por qu¨¦ no si somos capaces de hacerlo por Leo en un programa de televisi¨®n? Y tambi¨¦n las camisetas, el dise?o, los carteles en los balcones, los montajes en ppt para Internet, los videos en youtube y etc...
Respecto a a los contenidos program¨¢ticos, renunciar a los grandes anuncios y concretar la idea de Charles Landry, (The art of city-making) de que crear ciudades es un arte y no una f¨®rmula y que las capacidades para devolver el encanto a las ciudades van m¨¢s all¨¢ de la arquitectura, la gesti¨®n de los servicios o la definici¨®n de los usos del suelo. Se trata de insistir en la ciudadanabilidad (perm¨ªtanme el neologismo) de las urbes como concepto que mide el grado en el que los residentes de dicho espacio funcional viven como ciudadanos de la misma. Y esta ciudadanabilidad contiene par¨¢metros como la sensaci¨®n de responsabilidad, la capacidad real de participar, la calidad de vida -enti¨¦ndase tanto el conjunto de atributos de la ciudad que impactan en la dimensi¨®n psicol¨®gica, est¨¦tica, y cognitiva de sus ciudadanos, as¨ª como la facilidad y confortabilidad de sus usos cotidianos-, el sentido de pertenencia, los modos de gesti¨®n de la diversidad y finamente la corresponsabilidad global -que se puede entender como la percepci¨®n por parte de los individuos de que los problemas globales como la equidad, la seguridad, el medio ambiente, la solidaridad, la igualdad de g¨¦nero, son tambi¨¦n retos propios-.
Frente al grito de la "ciudad m¨¢s... del mundo", la "ciudad m¨¢s... por el mundo". Este cambio de preposiciones descubre la fundamentaci¨®n ¨¦tica a la tarea de "hacer ciudad".
Pau Rausell K?ster es miembro del ¨¢rea de investigaci¨®n en Econom¨ªa Aplicada a la Cultura en la Universidad de Valencia. Pau.Rausell@uv.es
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