El m¨®vil indiscreto
Por los juzgados de la calle de Pradillo van a diario miles de personas para solventar diversas cuestiones. Por ejemplo, casarse. Conozco a varios vecinos de ese barrio que son adictos al edificio y sus alrededores. No van a solucionar problemas burocr¨¢ticos sino a divertirse y a cotillear. La semana pasada, unos amigos me llevaron all¨ª para mostrarme in situ las posibilidades c¨®micas de las dependencias del Registro Civil. Nos infiltramos en una boda. El primer impacto lo recibimos al ver llegar a la comitiva: los numerosos invitados parec¨ªan algo as¨ª como una versi¨®n esperp¨¦ntica de la Pasarela Cibeles. Pero eso no fue m¨¢s que el aperitivo, porque, a los tres minutos de iniciada la ceremonia, un m¨®vil son¨® ostentosamente. Era el tel¨¦fono del flamante novio, un mancebo con esmoquin color naranja y pelos de punta. Ante el pasmo del funcionario oficiante y de toda la concurrencia, el joven sac¨® el m¨®vil del bolsillo, se lo llev¨® a la oreja con toda naturalidad y le dijo al funcionario que esperara un momento. Despu¨¦s le o¨ªmos decir a grito pelado.
Era el tel¨¦fono del flamante novio, un mancebo con esmoquin naranja
-?Hombre, Bruno, cu¨¢nto tiempo sin verte!... ?C¨®mo dices?... ?Me dejas de piedra!... No, ahora mismo estoy ocupado en los juzgados... No, no me han detenido, es que me estoy casando... Yo creo que acabaremos pronto...
Se dirigi¨® al funcionario y le pregunt¨® que cu¨¢nto tiempo quedaba para terminar la ceremonia. ?ste, con cara de espanto, le contest¨® que unos diez minutos.
-Bruno, en menos de una hora estoy ah¨ª con mi esposa. Hasta luego... Puede usted seguir con la boda, se?or.
A partir de entonces, todo fue un desatino. Algunos invitados tuvieron que salir deprisa del recinto con un ataque de risa furibundo. El funcionario solvent¨® a todo correr el ritual aguantando la carcajada y dijo a los novios que se pod¨ªan besar, pero el novio, muy nervioso, en vez de besar a su esposa le plant¨® un beso en los morros a su suegra y madrina.
Si usted quiere olvidarse de la crispaci¨®n que impera en la calle y en la pol¨ªtica, c¨¢sese o vaya a ver c¨®mo se casan otros en la calle de Pradillo.
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