Renovarse o...
Parece que ya es primavera en El Corte Ingl¨¦s y muy pronto lo ser¨¢ en el resto del hemisferio norte. Ya saben, eso de que las plantas despiertan, los p¨¢jaros cantan, las nubes (y algo m¨¢s) se levantan y la atm¨®sfera se satura de ese polen tan molesto.
Pues bien, Otegi, como si fuese una hortensia, tambi¨¦n parece sacudirse el letargo invernal y nos ofrece su colecci¨®n de primavera al precio de dos por uno: comprando un bonito conjunto de Pa¨ªs Vasco y Navarra, usted dir¨¢ adi¨®s al conflicto. Pero se queja de que no le hace caso nadie. ?C¨®mo iban a prestarle atenci¨®n si es la en¨¦sima propuesta para solucionar de verdad y palabrita del Ni?o Jes¨²s el conflicto? A fuerza de venir el lobo no es que ya nadie le haga caso, sino que ya ni viene.
Porque la fant¨¢stica novedad que Otegi se ha sacado del arc¨®n es m¨¢s vieja que la tos. Se anduvo formulando entre los a?os 1931-33 con bastante consenso, pero al final los navarros pasaron del tema, tal vez a remolque de los carlistas que desistieron; y, si no a remolque, lo cierto es que no recibi¨® los suficientes apoyos en Navarra para resucitarlo despu¨¦s de que las Cortes paralizaran el proyecto en 1933.
Y como todo el mundo sabe gracias a esa memoria hist¨®rica que parece reci¨¦n sacada de la l¨¢mpara de Aladino, las hipot¨¦ticas voluntades navarras en pro de un Estatuto pesaron menos que otras, las de la voluntad de dictadura, en 1936. Lo que ha podido llevar a muchos descerebrados a pensar que de aquellos polvos estos lodos y que Navarra es tan fatxa como lo fue. Pero, bueno, ya que Otegi no lo menciona, me limitar¨¦ a recordarle que han transcurrido 80 a?os desde que se empezara a plantear la posibilidad de un Estatuto ¨²nico y 80 a?os son muchos m¨¢s que los 30 que, seg¨²n ¨¦l, tienen los escenarios de debate a los que algunos tratan de agarrarse. Y si 30 ya le parecen demasiados -es decir, batallitas del tiempo de Matusal¨¦n o del abuelo Cebolleta-, ?qu¨¦ tendr¨ªan que parecerle 80?
El otro d¨ªa un colega recog¨ªa en cierto diario local las palabras de un lord de esos que se resisten a que les quiten la posibilidad de serlo hereditariamente. Con ellas trataba de salir al paso ante aquellos que consideraban semejante estado de cosas algo periclitado o pasado de moda, y para ello citaba al obispo de Norwich: "Pasados de moda est¨¢n los pantalones acampanados o Bing Crosby. Tradicional es la apertura del Parlamento por la reina o los diez mandamientos. Extintos est¨¢n el dod¨® y los discos de gram¨®fono". Pues bien, la propuesta de Otegi podr¨ªa entrar en el apartado del dod¨®, los discos de gram¨®fono y las mesillas con orinal. Pero no s¨®lo es una propuesta vieja sino, adem¨¢s, tramposa, porque se plantea como derecho de autodeterminaci¨®n (lo que los navarros quieran ser, como ha repetido tambi¨¦n de manera muy patosa Zapatero, obviando que los navarros ya han expresado muchas veces su voluntad de seguir siendo lo que quer¨ªan, tuviera su gobierno el color que tuviera); es decir, como una condici¨®n pre-pol¨ªtica imposible de cumplir (?no han decidido nunca los navarros?, ?por qu¨¦ no se tiene en cuenta que ya han decidido?, ?tampoco vale para nada que s¨®lo haya en Navarra un 20% de voluntad nacionalista?). Porque a) supone hacer tabula rasa de la situaci¨®n pol¨ªtica (instituciones, partidos, realidad electoral), y b) porque s¨®lo quien plantea el derecho de autodeterminaci¨®n se autoriza a poner las reglas del proceso (unas reglas que evidentemente todos los dem¨¢s deben acatar).
Adem¨¢s, lo que plantea Otegi no es una propuesta sino una amenaza con grandes visos de llevarse a efecto, puesto que sigue creyendo en la violencia (o la condenar¨ªa), ya que se esgrime como la condici¨®n necesaria y suficiente para que se solucionen el conflicto y sus consecuencias (sic). Esto es, para que ETA y sus cachorros, sat¨¦lites y subsat¨¦lites no act¨²en, con lo que el repudio a la violencia por parte de Batasuna se revela tan necesario como nunca, porque Otegi ha dejado ver que la violencia est¨¢ en la ra¨ªz de su soluci¨®n pol¨ªtica. Como siempre, claro.
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