El 'Sputnik' y el 'Kaputnik'
Los sovi¨¦ticos lideraron las primeras metas espaciales con el lanzamiento de sus cohetes orbitales. Pero la Luna la pis¨® Amstrong
En medio del enfrentamiento feroz entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos, hace medio siglo, el Sputnik, el primer sat¨¦lite artificial de la Tierra, el primer artefacto que sal¨ªa m¨¢s all¨¢ de la atm¨®sfera del planeta, no era s¨®lo un hito hist¨®rico, un portentoso ¨¦xito de ingenier¨ªa y el paso decisivo que convert¨ªa en realidad el antiguo sue?o espacial. En aquel momento era tambi¨¦n un triunfo de unos y una terrible amenaza para otros. Para mayor desesperaci¨®n de los perdedores de este primer asalto espacial, los estadounidenses, su primer intento de lanzamiento, el Vanguard TV-3, el 6 de diciembre de 1957, fall¨® estrepitosamente. Con mucho humor negro, algunos lo llamaron el Kaputnik.
No fue hasta el 31 de enero de 1958, cuando los estadounidenses lograron su primer ¨¦xito, con el Explorer 1, una creaci¨®n del genial ingeniero alem¨¢n Wernher von Braun. El Explorer, lanzado con un cohete desarrollado para ensayar componentes de misiles, descubri¨® los cinturones de radiaci¨®n de Van Allen que envuelven la Tierra. En los primeros a?os de la carrera espacial los acontecimientos -¨¦xitos y fracasos- se suced¨ªan a ritmo vertiginoso y, para cuando EE UU logr¨® apuntarse el primer tanto, los sovi¨¦ticos no s¨®lo hab¨ªan concluido la misi¨®n del Sputnik 1, sino que hab¨ªan celebrado ya la segunda. Y en este caso no se trataba de un peque?o artefacto que emit¨ªa la mon¨®tona se?al, ni una peque?a bola del tama?o de un pomelo, como el Vanguard estadounidense cuyo cohete explot¨®, sino un sat¨¦lite de 500 kilos con un ser vivo a bordo: la perra Laika.
Este Sputnik 2 era un cono de cuatro metros de alto y dos de di¨¢metro en la base, que alojaba equipos de supervivencia y control, v¨ªveres y agua en forma de gel para el animal. No estaba previsto que Laika volviera a la Tierra, porque la nave no ten¨ªa sistemas de reentrada, y lo planeado era que la perra viviese unos 10 d¨ªas, pero debido a problemas de temperatura a bordo, no debi¨® de durar m¨¢s de dos d¨ªas en el espacio, dos d¨ªas en que su estado y comportamiento fue seguido desde Tierra. En aquel mismo a?o 1958, pese a alg¨²n fracaso de lanzamiento, los sovi¨¦ticos enviaron m¨¢s sat¨¦lites, con m¨¢s animales y un maniqu¨ª simulando ya un astronauta.
Los estadounidenses iban alternando tambi¨¦n ¨¦xitos y fracasos -al principio m¨¢s de los segundos que de los primeros- con sus sat¨¦lites y cohetes. Los nervios estaban a flor de piel. Resulta asombroso, dadas las explosiones y fallos que se cosechaban en los primeros tiempos de la carrera espacial, lo r¨¢pido que se pusieron en marcha los programas tripulados, es decir, los planes de meter a una o m¨¢s personas en uno de esos artefactos y ponerlos en ¨®rbita.
La NASA present¨® su primer cuerpo de astronautas con enorme satisfacci¨®n. Pero otro jarro de agua fr¨ªa sovi¨¦tica cay¨® del espacio: el 12 de abril de 1961, a bordo de una nave de 4.725 kilos, el ruso Yuri Gagarin se convert¨ªa en el primer astronauta de la historia en su nave Vostok-1. El hist¨®rico vuelo espacial ocurr¨ªa 25 d¨ªas antes que el primer intento estadounidense. Adem¨¢s, Gagarin cumpli¨® un aut¨¦ntico vuelo orbital, aterrizando sin contratiempos, mientras que el primer intento de EE UU, el vuelo de Glenn, era suborbital.
Con sus diferentes tecnolog¨ªas de cohetes, sus estrategias de combustibles, sus desarrollos y sus secretos (sobre todo por parte sovi¨¦tica) y sus campa?as de propaganda, la carrera espacial avanzaba en plena guerra fr¨ªa entre los dos contrincantes, mostrando la aventura de la exploraci¨®n m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de la superficie terrestre y creando a la vez los ingenios militares en torno a los que giraba la pol¨ªtica internacional.
Tras la victoria del Sputnik, de Laika y sus cong¨¦neres, de Gagarin y German Titov (el segundo cosmonauta sovi¨¦tico), el triunfo de la carrera espacial parec¨ªa decantada hacia uno de los contrincantes.
Pero en 1961, el presidente Kennedy lanz¨® el gran desaf¨ªo: antes de terminar la d¨¦cada, EE UU pondr¨ªa un hombre en el suelo de la Luna. La sola idea de que fuera posible en tan poco tiempo, dado el nivel de desarrollo de la industria espacial en 1961, pareci¨® un reto demasiado atrevido. Pero alta tecnolog¨ªa, much¨ªsimo dinero y casi tanto ingenio se aunaron en este segundo asalto de la carrera espacial.
Desde luego, la URSS no pensaba dejarse comer este terreno y desarroll¨® su programa lunar. Partieron sondas autom¨¢ticas a la luna, se enviaron veh¨ªculos autom¨¢ticos que rodaron por la superficie lunar... Pero esta vez EE UU ten¨ªa mejores cartas: el 20 de julio de 1969 el astronauta Neil Armstrong asombr¨® al mundo al poner su pie en la Luna.
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