Hace 50 a?os se cumpli¨® el sue?o espacial
La ventana al cosmos que abri¨® el 'Sputnik' se traduce en tecnolog¨ªas de la vida cotidiana
Este a?o se cumplen 50 a?os de uno de los mayores logros de la humanidad, la realizaci¨®n de un gran sue?o, con el lanzamiento del primer sat¨¦lite artificial del planeta Tierra, el Sputnik 1, y, por a?adidura, una sustancial mejora de nuestra calidad de vida gracias a la conquista del espacio.
La exploraci¨®n del universo es una gran aventura intelectual de la humanidad
El d¨ªa 4 de octubre de 1957 una bola met¨¢lica, del tama?o de un bal¨®n de baloncesto, con cuatro antenas, empez¨® a transmitir desde el espacio el famoso bip-bip, anunciando a la humanidad que su sue?o ancestral de conquistar el cosmos se hab¨ªa iniciado. A simple vista, este evento no parece muy relevante para la humanidad, aunque sea la culminaci¨®n de un objetivo largo tiempo so?ado, pero la realidad super¨® con creces las expectativas y ahora, el uso del espacio, es imprescindible para muchas de las actividades de nuestra vida cotidiana. Es tan grande su influencia que en muchos medios, especialmente en los de comunicaci¨®n, se han calificado estos 50 a?os como the space age, la era espacial.
Pero el cosmos inspir¨® mitos religiosos y ficciones literarias mucho antes de llegar al impulso definitivo de su investigaci¨®n cient¨ªfica. Bastar¨ªa dar un repaso a la mitolog¨ªa y la literatura antiguas para notar una gran similitud, y a la vez una constancia, en los mitos sobre viajes espaciales de dioses y hombres, no importa de qu¨¦ cultura ni de qu¨¦ ¨¦poca: en los libros sagrados de la India, los anales chinos, los jerogl¨ªficos de Egipto, la mitolog¨ªa y la literatura de Grecia y Roma, las tres grandes religiones monote¨ªstas, algunas culturas de la Am¨¦rica precolombina y, c¨®mo no, en nuestra propia cultura occidental, cuyos exponentes m¨¢s conocidos son Conversaciones sobre la pluralidad de mundos, de Fontenelle, y algunas novelas de Julio Verne y Herbert G. Wells.
La era espacial lleg¨® por muchos motivos y circunstancias, pero fundamentalmente porque nuestra especie quer¨ªa que se hiciese realidad la utop¨ªa, el sue?o heredado a trav¨¦s de los siglos, de volar al espacio. Aunque fueron los pioneros de la astron¨¢utica los que con sus desarrollos te¨®ricos y experiencias pr¨¢cticas pusieron los cimientos para que nuestra generaci¨®n pudiera conseguir la tecnolog¨ªa precisa que permiti¨® ir al espacio y dominar este medio.
Entre los padres de esta disciplina siempre se menciona como el iniciador a Konstantin E. Tsiolkovski, que naci¨® en Rusia en septiembre de 1857 (100 a?os antes del lanzamiento del primer sat¨¦lite artificial que ¨¦l predijo). Fue un te¨®rico, autor de m¨¢s de 600 publicaciones, la m¨¢s famosa de ellas La exploraci¨®n del espacio c¨®smico con ayuda de ingenios a reacci¨®n.
El estadounidense Robert H. Goddard, nacido en 1882, fue un investigador experimental que, en marzo de 1926, lanz¨® el primer cohete de combustible l¨ªquido, dise?ado y construido por ¨¦l mismo. Tambi¨¦n comprob¨® que los cohetes funcionan en el vac¨ªo, lo que demostraba pr¨¢cticamente que ¨¦ste ser¨ªa el ¨²nico medio de ir al espacio. Sin embargo, la mayor¨ªa de f¨®rmulas y relaciones f¨ªsico-matem¨¢ticas (m¨¢s de 200) que permiten dise?ar los motores cohete actuales, las debemos al alem¨¢n Hermann Oberth. De hecho, su obra cumbre Wege zur raumschiffahrt (La ruta de la navegaci¨®n en el espacio) se ha considerado la biblia de la astron¨¢utica cient¨ªfica. Muchas de las f¨®rmulas de Oberth las utiliz¨® Wernher von Braun para el dise?o y realizaci¨®n del A-4, m¨¢s conocido por su versi¨®n militar, V2, que para los expertos es realmente el primer cohete que abrir¨ªa las puertas a la conquista del espacio, aunque el Ej¨¦rcito alem¨¢n lo usara como bomba volante para atacar Londres. El primer lanzamiento con ¨¦xito fue el 4 de octubre de 1942 desde la isla de Peenem¨¹nde, en el mar B¨¢ltico, 15 a?os exactos antes del Sputnik 1.
Despu¨¦s de la II Guerra Mundial, Von Braun sigui¨® experimentando en el desierto de White Sands, en Nuevo M¨¦xico, con los restos de la V2 recogidos por el Ej¨¦rcito estadounidense en Peenem¨¹nde. El resultado de estos trabajos fue nuevos cohetes m¨¢s potentes y modernos, as¨ª como dos sat¨¦lites, uno de los cuales, el Explorer I, fue lanzado con ¨¦xito el 31 de enero de 1958. La URSS (el grupo de Koroliov que hab¨ªa desarrollado el cohete Zemiorka con el motor cohete R 7) ya hab¨ªa lanzado dos sputniks: el segundo de ellos, en noviembre de 1957, llev¨® el primer ser vivo al espacio, la perrita Laika.
El 12 de abril de 1961, un gran sue?o de la humanidad se hac¨ªa realidad: en una c¨¢psula Vostok, Yuri Gagarin volaba al espacio por primera vez en la historia, transform¨¢ndose en un h¨¦roe de la humanidad.
Una vez que se conoce el medio espacial en el entorno de la Tierra, es f¨¢cil darse cuenta de que en ¨¦l hay unas condiciones que lo convierten en un laboratorio ¨²nico con cuyo uso se puede mejorar la calidad de vida de la gente. Yo creo que el mayor bien es el conocimiento. La exploraci¨®n detallada del universo, desde el sistema solar hasta las distancias m¨¢s remotas, es una de las aventuras intelectuales m¨¢s grandes de la humanidad.
Adem¨¢s de mejorar el conocimiento del cosmos, el espacio puede tener otros m¨²ltiples usos. El hecho de que sea una ventana de observaci¨®n global de la Tierra y su atm¨®sfera ha permitido la realizaci¨®n de los programas de sat¨¦lites meteorol¨®gicos; de sat¨¦lites de teledetecci¨®n para mantener en permanente observaci¨®n los entornos naturales y la atm¨®sfera; sat¨¦lites de reconocimiento que han evitado guerras y holocaustos nucleares; y sat¨¦lites de posicionamiento, como los GPS, que nos permiten navegar por cualquier medio con total precisi¨®n. Los sat¨¦lites de comunicaciones y de difusi¨®n (televisi¨®n, radio), que nos comunican a escala global, son posibles gracias a que el espacio es tambi¨¦n una ventana de escucha ¨²nica para toda la humanidad. Finalmente, en microgravedad podremos fabricar, en el espacio, productos esenciales tales como vacunas, catalizadores qu¨ªmicos, aleaciones ligeras y elementos mec¨¢nicos y electr¨®nicos que requieran extremada limpieza y que contribuyan a mejorar nuestra calidad de vida.
Tambi¨¦n, procedentes de los desarrollos del espacio, nos beneficiamos de transferencias de tecnolog¨ªa a los productos de la vida cotidiana. Los sistemas y equipos necesarios para realizar los programas espaciales comportan unas exigencias en desarrollos tecnol¨®gicos que est¨¢n casi siempre en el l¨ªmite de lo factible. La NASA y la ESA (Agencia Europea del Espacio) suelen publicar unos documentos (Spinoff) que relacionan algunos de los resultados comerciales de estas transferencias de tecnolog¨ªa. Actualmente se cifran en m¨¢s de 50.000, repartidas en m¨²ltiples ¨¢reas como la electr¨®nica, la inform¨¢tica, las telecomunicaciones, la ¨®ptica, los materiales, las nuevas energ¨ªas, la aeron¨¢utica, los transportes, la qu¨ªmica, la propulsi¨®n, la bioingenier¨ªa, la medicina, etc¨¦tera. S¨®lo en medicina la lista es muy larga, con m¨¢s del 40% del total de transferencias. Es dif¨ªcil imaginar el mundo actual sin elementos en el espacio de los que nos beneficiamos diariamente.
Andr¨¦s Ripoll es miembro de la Real Academia de Ingenier¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.