Llegar a tiempo, cuesti¨®n de suerte
Recorrido en hora punta con los usuarios del metro, que sufre una media de 70 incidencias al d¨ªa
Un sobre marr¨®n con tres radiograf¨ªas, un parte m¨¦dico y el papel de la aseguradora. Jes¨²s Herasme, dominicano de 40 a?os, le ense?a el contenido a todo el que le pregunta. "A ver si a uno humildemente le tienen que dar algo de dinero", explica enrevesado y con la voz un poco en sordina por el zumbido del tren.
Es mi¨¦rcoles por la tarde y casi no hay sitio en un vag¨®n de la l¨ªnea 7 (Las Musas-Pitis). Vuelve a casa despu¨¦s de toda la tarde recorriendo oficinas. Parece agotado. Cinco d¨ªas despu¨¦s de su accidente, todav¨ªa no sabe si tiene derecho a indemnizaci¨®n.
"No me echan bronca en el curro si llego tarde, pero me toca recuperar el tiempo perdido"
"Piden mil datos para darte un justificante, ?por qu¨¦ me preguntan a m¨ª por sus aver¨ªas?"
Su tren de la l¨ªnea 7 descarril¨® el pasado 16 de marzo, a 200 metros de la estaci¨®n de Cartagena, en el segundo accidente de metro con v¨ªctimas en 2007. ?l y dos mujeres resultaron heridos.
Se dio un golpe en la espalda y otro en el brazo. "Si estiro el codo, me duele", explica. No tiene dinero para las medicinas.
Herasme le ha cogido miedo al metro. Pero no puede permitirse un coche. Es pe¨®n de alba?il y manda el dinero a sus hijos. Lleva un a?o en Madrid y se orienta mejor bajo tierra, explica sentado junto a la puerta. Cada d¨ªa coge el primer tren a las seis de la ma?ana en Simancas. Salta de la l¨ªnea 7 a la 6 (circular), de ah¨ª a la 9 (Herrera Oria-Arganda del Rey) hasta Arganda, donde un autob¨²s le lleva a Valdilecha, a 50 kil¨®metros de casa. Total: dos horas.
La tarde del mi¨¦rcoles regresa en hora punta, sobre las siete. El vag¨®n se para con las puertas abiertas en la estaci¨®n anterior a la suya, en Garc¨ªa Noblejas. Tres minutos, cinco, siete... Por megafon¨ªa alertan de una aver¨ªa en otra l¨ªnea. Ni un detalle sobre qu¨¦ pasa en la 7. Una chica se quita los cascos del iPod y pregunta si han dado alg¨²n aviso. Los viajeros se miran unos a otros pero nadie protesta. "Ayer me pas¨® lo mismo", dice Herasme resignado. A los 11 minutos reanuda la marcha. Baja en Simancas y le pregunta al vigilante. "Parece que hay problemas al principio y al final de la l¨ªnea". ?Se arreglar¨¢ pronto? "Las cosas de palacio van despacio", a?ade el hombre. Metro de Madrid sufre casi 70 incidencias al d¨ªa: apagones, paradas entre t¨²neles, puertas que cierran mal, escaleras averiadas... Han aumentado un 11% en 2007 respecto a 2006 (4.048 frente a 3.546), seg¨²n UGT y CC OO. Metro no ofrece datos.
El deterioro del servicio ha enfrentado a los trabajadores con la Comunidad de Madrid. La consejera de Transportes, Elvira Rodr¨ªguez, aludi¨® a supuestos sabotajes. "Nosotros trabajamos, no saboteamos", responden desde los sindicatos. UGT denunci¨® el martes en el juzgado de instrucci¨®n a la consejera por sus insinuaciones.
En medio de toda esa guerra est¨¢n los usuarios, los que cada d¨ªa bajan al and¨¦n y, como Ram¨®n Gil, cruzan los dedos para no llegar tarde a trabajar.
"Es mejor tom¨¢rselo con filosof¨ªa", asegura este inform¨¢tico de 39 a?os delante del primer caf¨¦ de la ma?ana. Son las 8.30 del mi¨¦rcoles y toca bajar r¨¢pido por la boca de Plaza El¨ªptica, en la que no cabe un alma. En una semana ha llegado tres d¨ªas tarde al trabajo. "No me echan bronca en el curro, pero tengo que recuperar lo que haya perdido", confiesa esquivando gente por el pasillo verde. Est¨¢ cansado de empujones y de "empujadores", que es como ha bautizado al personal contratado por Transportes para colocar a los pasajeros. Llega hasta el and¨¦n. "Pr¨®ximo tren, un minuto". Tarda menos. Todos dentro. Una mujer rubia se abanica con un peri¨®dico en el vag¨®n. Hace mucho calor. Al inform¨¢tico no le sorprende. "Siempre es igual". Viaja en un tren antiguo.
Seg¨²n los sindicatos, 36 convoyes con m¨¢s de 35 a?os se reincorporaron a la circular tras un a?o y medio en talleres. Son m¨¢s estruendosos en los t¨²neles y no llevan aire acondicionado. "En verano nos va a dar la risa", a?ade Gil. Pero le echa humor haci¨¦ndose una promesa. "Cada vez que pille una aver¨ªa, tendr¨¦ una noche de sexo, ?qu¨¦ actividad!", a?ade medio en broma porque no tiene pareja.
Todo el mundo sube las escaleras de M¨¦ndez ?lvaro con ritmo marcial. Gil se pierde entre el mogoll¨®n que va hacia el Cercan¨ªas.
Benita Herv¨¢s, de 61 a?os, hace justo el camino contrario: del tren a la circular. Llega de Legan¨¦s. Es asistenta. "Trabajo cuatro horas limpiando casas fuera y el resto del d¨ªa limpiando la m¨ªa". Usa las l¨ªneas 6, 2 y 9. "La peor es la 6, una pesadilla, desde principio de a?o no ha habido un d¨ªa que no se estropeara, aunque lleva dos semanas algo mejor", admite. Gasta unas tres horas en desplazamientos. La media est¨¢ en 87 minutos al d¨ªa, seg¨²n la Encuesta de Movilidad del Consorcio de Transporte.
Manoli, que tambi¨¦n usa la l¨ªnea 6 y tambi¨¦n limpia una casa ajena, lo pilla en Cuatro Caminos. Agarra el bolso con fuerza. Tiene las manos gastadas de trabajar. No quiere dar apellidos ni edad. Le asusta lo que ha o¨ªdo de los sabotajes, pero s¨®lo en metro llega a tiempo para trabajar. Tambi¨¦n teme a los carteristas. "A mi madre le han robado ya tres veces", dice de pie junto a la puerta. Puso tres denuncias. Cada d¨ªa se registran una media de 50 por sustracciones en el metro, seg¨²n datos policiales de 2005.
A Noelia L¨®pez, de 28 a?os, s¨®lo le preocupa llegar tarde a trabajar. Es teleoperadora. Camina por el pasillo de Diego de Le¨®n con su bast¨®n de ciega. "S¨®lo distingo sombras", explica amable. Usa las l¨ªneas 5, 6 y 1 a diario. Ha llegado dos veces tarde a la oficina, siempre con justificante. "No lo piden pero es conveniente". Conseguir el papel le retrasa todav¨ªa m¨¢s. "Te hacen un mont¨®n de preguntas, que si cu¨¢ndo ha sido, de qu¨¦ manera, pierdes m¨¢s tiempo, ?por qu¨¦ me piden a m¨ª datos de sus aver¨ªas?".
"No me extra?a que la gente est¨¦ hasta el mo?o", confiesa una taquillera en Avenida de Am¨¦rica. No para de vender billetes. Prefiere no dar su nombre. Otra compa?era, vestida de calle, lo tiene claro. "Si yo fuera usuaria, protestar¨ªa mucho m¨¢s".
"Necesitamos m¨¢s gente"
UGT y CC OO denunciaron el martes que la plantilla de trabajadores destinados a mantener el servicio se ha reducido un tercio en 12 a?os, mientras que el recorrido casi se ha doblado: ha pasado de 120 a 234 kil¨®metros. Hace 12 a?os eran 1.170 empleados para cuidar las instalaciones. Ahora son 730, que Metro reduce a 717, sin facilitar el dato antiguo. "Estamos llegando a unos extremos que nos superan", explica un conductor afiliado a Solidaridad Obrera. "Necesitamos m¨¢s gente, al menos 400 trabajadores de oficio, que conozcan bien el trabajo". Pl¨¢cido, que se encarga del mantenimiento de las billeteras, explica que la pr¨¢ctica habitual era revisar las m¨¢quinas "cada 20 d¨ªas o un mes". Pero ya no hay revisiones, s¨®lo las mira cuando le avisan de una aver¨ªa, asegura.
En el caso de los trenes, los controles de un mes han pasado a ser de "dos o tres d¨ªas", seg¨²n un trabajador de talleres afiliado a UGT. "La finalidad es el estadio 0, es decir, arreglarlos en el d¨ªa, por eso hay aver¨ªas".
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