Abusar de la fructosa conduce a la obesidad
Un estudio en ratas muestra que la ingesta excesiva deteriora el ajuste energ¨¦tico del organismo
La fructosa es el az¨²car de la fruta, y su consumo diet¨¦tico normal no s¨®lo no es da?ino, sino muy aconsejable. Pero ?qu¨¦ sucede cuando se beben un par de litros al d¨ªa de una bebida refrescante endulzada con esta sustancia? Un estudio precl¨ªnico, publicado recientemente en la revista Hepatology, y dirigido por Juan Carlos Laguna, catedr¨¢tico de Farmacolog¨ªa de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, muestra que, ingeridas en exceso, las bebidas con fructosa, adem¨¢s de engordar, alteran el mecanismo de ajuste energ¨¦tico del organismo.
En la sociedad actual, el consumo de dietas hipercal¨®ricas y la falta de actividad f¨ªsica hacen que el exceso de energ¨ªa ingerida se acumule en el organismo en forma de grasa, favoreciendo la aparici¨®n de obesidad y de otras enfermedades metab¨®licas asociadas, como la diabetes o el s¨ªndrome metab¨®lico.
Tomar m¨¢s de dos litros de bebidas edulcoradas al d¨ªa altera el control metab¨®lico
A partir de la d¨¦cada de 1970, la industria alimentaria de EE UU y Europa generaliz¨® el uso de la fructosa como edulcorante en bebidas refrescantes. Aunque los estudios epidemiol¨®-gicos no permiten afirmar que exista una relaci¨®n de causa-efecto, s¨ª que dejan abierta la puerta a dicha posibilidad. Adem¨¢s, el mayor uso de fructosa en bebidas ha coincidido con el incremento de la prevalencia de obesidad, que hoy d¨ªa alcanza caracter¨ªsticas epid¨¦micas: seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, en 2015 habr¨¢ unos 2.300 millones de adultos con sobrepeso y m¨¢s de 700 millones padecer¨¢n obesidad, una patolog¨ªa que cada vez es m¨¢s frecuente en los ni?os.
Un hecho interesante que aporta la investigaci¨®n es que la contribuci¨®n de la fructosa a las alteraciones metab¨®licas parece ser especialmente marcada cuando ¨¦sta se ingiere en forma l¨ªquida, como edulcorante de bebidas, seg¨²n Juan Carlos Laguna.
Los seres humanos, como otros muchos seres vivos, cuentan con mecanismos fisiol¨®gicos que calculan las necesidades energ¨¦ticas del individuo y ajustan la ingesta de alimentos a estas necesidades. Las bebidas con fructosa parecen deteriorar este sistema: cuando un individuo consume cantidades excesivas (de dos a tres litros diarios, por ejemplo), no es capaz de compensar adecuadamente ese gran aporte de energ¨ªa, reduciendo proporcionalmente la ingesta de alimentos s¨®lidos. En consecuencia, el exceso de energ¨ªa acumulada acelerar¨ªa la aparici¨®n de obesidad.
Los laboratorios de biomedicina disponen, desde hace a?os, de un modelo experimental para el s¨ªndrome metab¨®lico: la rata alimentada con fructosa. Esos animales desarrollan una patolog¨ªa similar a la que aparece en los humanos, con alteraciones de los l¨ªpidos en sangre (hipertrigliceridemia), aparici¨®n de h¨ªgado graso e hipertensi¨®n; y, con el tiempo, resistencia a la insulina y obesidad. Sin embargo, no se conocen con exactitud los mecanismos por los cuales la fructosa produce todas estas alteraciones en las ratas.
El estudio de la UB demuestra que, tras suministrar durante 14 d¨ªas a las ratas un 10% de fructosa en el agua de bebida, "se produce una disfunci¨®n en la actividad de la leptina, una hormona que tiene una funci¨®n capital en el sistema de c¨¢lculo y ajuste energ¨¦tico del organismo", explica Juan Carlos Laguna.
En condiciones normales, al ingerir demasiada energ¨ªa con los alimentos, se activa la secreci¨®n de leptina, lo que provoca una p¨¦rdida de apetito, sensaci¨®n de saciedad y, al mismo tiempo, se estimula la oxidaci¨®n de la grasa en tejidos como el h¨ªgado o los m¨²sculos. La leptina ayuda a mantener el peso y el metabolismo energ¨¦tico del organismo en el punto ¨®ptimo.
"Aunque se produjo un incremento de la concentraci¨®n de leptina en sangre en las ratas que bebieron agua con fructosa, ¨¦sta no fue capaz de estimular a nivel hep¨¢tico la oxidaci¨®n de las grasas y los animales desarrollaron hipertrigliceridemia e h¨ªgado graso". En cambio, las ratas a las que se suministr¨® de forma paralela agua de bebida enriquecida con un 10% de glucosa, bebieron id¨¦ntica cantidad de l¨ªquido pero no desarrollaron ninguna de esas alteraciones metab¨®licas.
Aunque estos resultados no son directamente extrapolables a las personas, "est¨¢n de acuerdo con los estudios epidemiol¨®gicos en humanos, indicando que a igualdad de energ¨ªa consumida, la fructosa ingerida en forma l¨ªquida es capaz de deteriorar el sistema de compensaci¨®n energ¨¦tica del organismo, favoreciendo la ingesta excesiva de energ¨ªa y dificultando su utilizaci¨®n. En definitiva, se favorece la aparici¨®n de esas alteraciones metab¨®li-cas", a?ade.
?Qu¨¦ sucede con los alimentos s¨®lidos enriquecidos en fructosa? En otros experimentos del grupo, las ratas no desarrollaron alteraciones en la secreci¨®n y actividad de la leptina. En el futuro, el equipo dirigido por Laguna pretende determinar si estos efectos de la fructosa en bebidas son mayores en ratas hembras. Los datos epidemiol¨®gicos sugieren que, en humanos, las mujeres son m¨¢s sensibles a los efectos metab¨®licos de la fructosa. Ser¨¢ necesario detectar alg¨²n marcador de la resistencia a la leptina en c¨¦lulas de la sangre para poder realizar estudios similares en humanos.
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