El independentismo se derrumba en Quebec
El nacionalista moderado Mario Dumont es la gran sorpresa de las elecciones en la regi¨®n canadiense
El primer ministro de Quebec y presidente del Partido Liberal (PQ), el federalista Jean Charest, salv¨® apuradamente los muebles en una jornada electoral aciaga para los independentistas, que consagr¨® por encima, incluso de lo previsto, la figura del nacionalista moderado conservador Mario Dumont. Pareci¨® que los quebequeses jugaban el lunes a la bonoloto electoral, ya que el premio del nuevo Gobierno de la provincia s¨®lo cay¨®, definitivamente, del lado de Jean Charest una vez entrada la noche y muy avanzado el escrutinio. Tal y como apuntaban las encuestas, el nuevo Gobierno quebequ¨¦s estar¨¢ en minor¨ªa parlamentaria, algo que no hab¨ªa ocurrido en los ¨²ltimos 120 a?os.
La Acci¨®n Democr¨¢tica de Quebec (ADQ) de Mario Dumont obtuvo un resultado tan extraordinario (31% de los votos, 41 diputados) que le convierte en el verdadero vencedor de los comicios, los m¨¢s apretados de la historia de la provincia franc¨®fona de Canad¨¢.
Adem¨¢s de arrasar en circunscripciones electorales semirrurales y obreras, la ola adequista franque¨® los feudos independentistas del Partido Quebequ¨¦s (PQ) y penetr¨® en los espacios liberales urbanos franc¨®fonos y de clases medias. La explosiva irrupci¨®n del ADQ, que contaba ¨²nicamente con cuatro diputados, anuncia un nuevo tiempo pol¨ªtico que acaba con la bipolarizaci¨®n de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, reduce el protagonismo obsesivo de la cuesti¨®n soberanista y aleja indefinidamente el refer¨¦ndum de separaci¨®n con Canad¨¢ planteado en la campa?a por el l¨ªder separatista Andr¨¦ Boisclaire. Si al Partido Liberal (33% y 48 esca?os, contra 45,9% y 76 diputados de 2003) le queda el gran consuelo de haber renovado el Gobierno en circunstancias extremas, el PQ no puede encontrar alivio alguno, mire adonde mire.
De entrada, ha perdido el monopolio de la interpretaci¨®n del nacionalismo y hasta del soberanismo, que ha dejado de ser sin¨®nimo obligado de refer¨¦ndum y ruptura.
Prisioneros de su compromiso referendario, su "raz¨®n de ser" como partido, los pequistas han sido desbordados por un l¨ªder joven que desde el nacionalismo moderado conservador ataca su modelo intervencionista estatal y fuerte fiscalidad y la amalgama progresismo-independentismo revolucionario. Dumont les ha desplazado como alternativa de poder y se queda con el estatus y los medios que comporta ser el primer partido de la oposici¨®n oficial.
Integraci¨®n de las minor¨ªas
Lejos de superar los resultados de 2003 (45 diputados, 33,2%), que ya eran los peores de los 37 ¨²ltimos a?os del PQ, Andr¨¦ Boisclaire ha acentuado la debacle soberanista con un mis¨¦rrimo 28% y 36 esca?os. Al joven y apuesto l¨ªder urbano le cabe el m¨¦rito personal de haber renunciado a servirse de la demagogia a la hora de abordar la explosiva cuesti¨®n de los accommodements raisonnables (medidas de ajuste para la integraci¨®n de las minor¨ªas ¨¦tnicas), que ha removido los temores sociales a la p¨¦rdida de la identidad franc¨®fona.
Mario Dumont, por el contrario, se ha servido de los excesos y los equ¨ªvocos en la aplicaci¨®n de esta pol¨ªtica para tocar el coraz¨®n de la identidad quebequesa y apoderarse de los votos de esa parte del electorado soberanista o liberal social y culturalmente conservador que se escandaliza y mira con recelo las medidas de integraci¨®n de las comunidades inmigrantes.
Aunque el ¨¦xito adequista es el triunfo personal de un joven l¨ªder que habla a la gente de los problemas que preocupan a la gente y de la manera en que se expresa la gente, el ADQ ha venido a quedarse. Lo que le caracteriza a ojos de los j¨®venes no es tanto que sea un partido de derecha (familia, orden, menos Estado, menos regulaci¨®n, m¨¢s apertura a lo privado), como que haya deshecho la bipolarizaci¨®n y que emita un discurso de cambio que se reclama moderno y ofrece como ventaja la vaguedad del t¨¦rmino "autonomista".
Inspirado en el desarrollo auton¨®mico espa?ol, muy particularmente el catal¨¢n, elogiado aqu¨ª por su pragmatismo, el modelo de autonom¨ªa de Dumont, que vot¨® por la separaci¨®n en el refer¨¦ndum de 1995, es una inc¨®gnita, m¨¢s all¨¢ de la idea de "modernizar" el nacionalismo y del principio de "reafirmarse sin romper, unir m¨¢s que desunir". Una vez garantizada la identidad franc¨®fona de la provincia, encauzado el conflicto de los desequilibrios fiscales con Ottawa y constatada la aversi¨®n que suscita un tercer refer¨¦ndum de ruptura, el nacionalismo quebequ¨¦s parece necesitar recrearse a s¨ª mismo.
"Cansados de la divisi¨®n pol¨ªtica y social, muchos j¨®venes franc¨®fonos ven en el refer¨¦ndum la causa de pap¨¢", indica Michel C. Auger, cronista del diario Le Soleil. "Piensan que eso es como un arma de destrucci¨®n masiva, que s¨®lo puede ser utilizada en el caso extremo de que Canad¨¢ se declare abiertamente hostil a Quebec".
![Mario Dumont saluda a sus partidarios tras conocer los resultados junto a su esposa, Marie-Claude Barrette, y sus hijos en Riviere du Loup.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DALZ2NLG262GWAG5VQ4S5JYSQQ.jpg?auth=013ed50a974f6048a09d049cb603ebc912e3fdd870eabd993e4d9508ac633ef3&width=414)
Astuto y oportunista
Con su aire de vendedor de coches usados, o mejor, de tractores con que afrontar las tareas del campo, su entorno natural, el l¨ªder de ADQ es el ¨²nico pol¨ªtico quebequ¨¦s que ha conseguido que le llamen por su nombre de pila, Mario. Naci¨® en Cacoma, un pueblo cercano a su circunscripci¨®n, Rivi¨¨re-du-Loup, se licenci¨® en Econom¨ªa, antes de ser secretario general de las Juventudes del Partido Liberal, formaci¨®n que abandon¨® en 1993 para formar la ADQ. Con Mario no hay peligro de que la vida intelectual o mundana desnaturalice su apego a la tierra y ponga fin a las certezas y al sentido com¨²n de los agricultores.Frente a los intelectuales, "los pianistas", les llama ¨¦l, el l¨ªder adequista propone recetas simples para problemas complejos y un estilo, directo, frontal, c¨¢lido en el contacto personal, que ha conectado con las gentes desenga?adas de la ret¨®rica oficial. Lo suyo son las propuestas vagas, adaptables, los valores de la familia, la comunidad, la patria, envueltos en un discurso ret¨®rico, desnudo de propuestas concretas, que ataca la omnipresencia del Estado y la presi¨®n fiscal. Prefiere pensar poco a pensar demasiado. Es un pol¨ªtico astuto y oportunista, que sabe aprovechar sus oportunidades, tocar las teclas del descontento y remachar los clavos de la derrota del adversario.Dumont, de 36 a?os, pisa siempre tierra firme y es una persona intuitiva, lo suficiente como para descubrir una cantera de votos en el espinoso asunto de las medidas para la integraci¨®n de las comunidades ¨¦tnicas que los otros candidatos hab¨ªan aparcado por prudencia. Casado y padre de tres hijos, Dumont encarna la familia t¨ªpica del agro quebequ¨¦s, conecta con las gentes conservadoras celosas de su modo de vida y sus valores, que recelan de los poderes econ¨®micos y pol¨ªticos distantes y desprecian la sofisticaci¨®n de la gran metr¨®poli, Montreal.
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