La Luna vista por Galileo
Los expertos descubren cinco valiosas acuarelas del astr¨®nomo
Nadie hab¨ªa visto la Luna como la vio Galileo Galilei. El astr¨®nomo y matem¨¢tico pisano descubri¨® en 1609 que un a?o antes, en Holanda, un ¨®ptico llamado Hans Lippershey hab¨ªa construido un tubo con lentes que permit¨ªa acercar la imagen de los objetos lejanos. Galileo consigui¨® uno de esos catalejos, lo perfeccion¨® de forma notable y mir¨® la Luna. Fue el primero en contemplar con cierto detalle los mares polvorientos del sat¨¦lite, los cr¨¢teres y las cadenas monta?osas. Luego, evidentemente, dibuj¨® el espect¨¢culo contemplado.
Galileo 'retrat¨®' el sat¨¦lite terrestre tras observarlo con ayuda del catalejo del ¨®ptico holand¨¦s Lippershey
Galileo, nacido en Pisa en 1564 y muerto en Arcetri en 1642, dibuj¨® muchas veces la Luna. Ten¨ªa talento con los l¨¢pices y los pinceles y algunas de sus obras lunares, como un hermoso dise?o sobre las fases del sat¨¦lite realizado en 1616, son muy conocidas.
Una primera edici¨®n de uno de sus libros m¨¢s importantes, el Sidereus Nuncius (traducible como El mensajero sideral), aparecida en Nueva York de forma misteriosa, contiene unos dibujos especiales: fueron los primeros, efectuados tras las primeras observaciones. El descubrimiento carece de valor cient¨ªfico, pero tiene valor hist¨®rico y, sobre todo, constituye una primicia. Son cinco acuarelas que inauguran la era de la exploraci¨®n lunar basada sobre visiones reales, no sobre elucubraciones mitol¨®gicas o c¨¢lculos m¨¢s o menos cient¨ªficos.
El Sidereus Nuncius fue publicado en Venecia, con una tirada inicial modesta (unas decenas de ejemplares), en 1610. Uno de esos ejemplares lleg¨® hace poco a manos de un anticuario neoyorquino, el cual observ¨® que en las p¨¢ginas 8, 9 y 10, aprovechando espacios libres de texto, alguien hab¨ªa trazado cinco delicadas acuarelas con detalles orogr¨¢ficos de la Luna y con las sombras de sus fases. El anticuario, Richard Lan, pidi¨® asesoramiento a una amiga suya, profesora universitaria. La profesora, a su vez, contact¨® con William Shea, titular de la C¨¢tedra Galileiana de la Universidad de Padua. Shea examin¨® el tomo y los dibujos y sospech¨® que se trataba de una falsificaci¨®n. Pero pidi¨® ayuda al profesor Horst Bredekamp, director del Instituto de Historia del Arte de la Universidad Humboldt de Berl¨ªn. Shea y Bredekamp investigaron el papel, la pintura y las referencias cient¨ªficas de la ¨¦poca, y llegaron a la conclusi¨®n de que las acuarelas no eran falsas.
"Galileo ten¨ªa prisa en difundir la obra en la que recog¨ªa sus observaciones", declar¨® ayer Bredekamp en el Corriere della Sera, porque tem¨ªa que alguien se le adelantara. De la primera edici¨®n [del Sidereus Nuncius] se conocen unos 30 ejemplares, pero el m¨¢s precioso era esta primera copia, una especie de prueba completada a mano por Galileo. "No hay dudas sobre el an¨¢lisis del papel y del color, de origen vegetal, y los trazos revelan el pulso de un dibujante refinado. Estoy totalmente seguro", concluye Bredekamp.
El anticuario no quiere revelar el origen de su libro. Se limita a indicar que procede de Suram¨¦rica. Los historiadores estiman que pudo llev¨¢rselo a Argentina alg¨²n emigrante veneciano, pero el paradero del tomo durante los ¨²ltimos cuatro siglos constituye un misterio.
El hallazgo proporcionar¨¢ un dineral al anticuario Richard Lan, dispuesto a vender el Sidereus con los dibujos originales a la instituci¨®n cient¨ªfica que mejor pague. El profesor Bredekamp tambi¨¦n sacar¨¢ beneficio, porque en un par de meses presentar¨¢ en Nueva York un libro sobre los m¨¦ritos pict¨®ricos de Galileo Galilei, con el episodio sobre las acuarelas lunares como cap¨ªtulo central. Los institutos t¨¦cnicos alemanes e italianos que han corroborado la autenticidad de los dibujos no han querido cobrar por sus servicios, pero hacen saber que aceptar¨¢n con agrado cualquier recompensa de parte del anticuario o de otros, y que destinar¨¢n lo que les llegue a la investigaci¨®n cient¨ªfica.
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