La aventura francesa de Mr. Bean
Rowan Atkinson estrena el segundo filme del patoso y ego¨ªsta personaje que le hizo famoso
Cuando Rowan Atkinson (Newcasttle Upon Tyne, Inglaterra, 1955) entra en la sala ha desaparecido todo rastro de Mr. Bean. Sin maquillaje, sin su caracter¨ªstico peinado de raya al lado, ya no resulta torpe, ni exc¨¦ntrico. Tampoco entra?able, ni divertido. Atkinson se parece m¨¢s al ingeniero el¨¦ctrico que nunca fue -s¨®lo lo es de formaci¨®n- que al personaje que le arrebat¨® hace ya a?os el anonimato. "El ¨¦xito de Mr. Bean radica en que se trata de un ni?o atrapado en el cuerpo de un hombre. Y eso es peligroso pero tierno a la vez", explic¨® la semana pasada en Madrid. "Como a cualquier actor, me gusta la variedad. No quiero hacer este personaje el resto de mi vida, pero ha sido interesante volver a ¨¦l".
Atkinson estrena hoy Las vacaciones de Mr. Bean (Steve Bendelack), la segunda entrega cinematogr¨¢fica del patoso personaje que cre¨® hace 17 a?os con el guionista Richard Curtis para la televisi¨®n. Nadie lo dir¨ªa por las constantes reposiciones de esta serie pero hac¨ªa ya una d¨¦cada que el c¨®mico, un loco de los coches de carreras, no se met¨ªa en su piel. Bean, lo ¨²ltimo en cine catastr¨®fico (1997), el primer largo para cine, fue su ¨²ltima incursi¨®n en este papel. Fue tambi¨¦n la constataci¨®n de que el personaje a¨²n pod¨ªa explotarse: recaud¨® m¨¢s de 195 millones de euros en todo el mundo. Quiz¨¢ por eso, o quiz¨¢ porque a¨²n lo disfruta, ha vuelto a ¨¦l. "Todav¨ªa lo encuentro divertido. Lo que se me hab¨ªa olvidado es lo dif¨ªcil que es hacer una pel¨ªcula. Disfruto trabajando con los guionistas, pero en el rodaje, cuando me veo rodeado de 120 t¨¦cnicos y recuerdo la inversi¨®n millonaria, me pesa la responsabilidad. Otra cosa es el montaje, algo fascinante. En el ¨²ltimo minuto puedes salvar una pel¨ªcula".
El brit¨¢nico, actor de teatro y en pel¨ªculas como Cuatro bodas y un funeral (Mike Newel) o La maldici¨®n del escorpi¨®n de Jade (Woody Allen), viaja ahora con Mr. Bean a Cannes (Francia), en una comedia m¨¢s f¨ªsica y muda que la primera y con evidentes referencias a Las vacaciones de Monsieur Hulot, de Jacques Tati. Mr. Bean no s¨®lo no domina el idioma del pa¨ªs. Tampoco el devenir de las vacaciones que ha ganado en un sorteo. Es todo uno, poner un pie en Francia y convertirse en el hombre m¨¢s buscado como supuesto secuestrador de un menor.
Si hay algo de lo que puede hablarse en esta pel¨ªcula, protagonizada por Willem Dafoe, Jean Rochefort, Karel Roden y Enma de Caunes, es de una escritura participativa y de una direcci¨®n colegiada. ?l es quien mejor conoce a Mr. Bean, quien sabe c¨®mo siente y act¨²a y, por tanto, quien ha liderado el proceso. Aunque el argumento y la idea de reflexionar sobre el mundo del cine desde el cine fuera de los guionistas. En la historia confluyen dos grabaciones, la que hace Mr. Bean de sus vacaciones y la que presenta en el Festival de Cannes un egoc¨¦ntrico director encarnado por Willem Dafoe. "Quer¨ªamos hablar tambi¨¦n de un fen¨®meno muy extendido; de que hoy parece que si la gente no graba sus vacaciones no las ha experimentado. Que si no hay memoria electr¨®nica no vale", cuenta.
Atkinson ha sido siempre un mago de la risa. Ya de ni?o, sus compa?eros de colegio le ped¨ªan que pusiera caras raras. Cuando a?os despu¨¦s conoci¨® en Oxford a Curtis (Love actually) vio claro su destino. El actor cree en la risoterapia. Su personaje m¨¢s internacional le ha dado motivos para ello. Hizo, por ejemplo, que un autista que no hab¨ªa pronunciado una palabra en su vida empezara a hablar a los 12 a?os. Sin embargo, ¨¦l es serio, muy serio, muy brit¨¢nico. No hace concesiones al humor. Apenas se permite un comentario jocoso durante su encuentro con la prensa y es cuando se da cuenta de que lleva la bragueta abierta. ?Despiste o gag promocional?
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